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Barcelona y la fiesta del boom

Aquellos años del boom. García Márquez, Vargas Llosa y el grupo de amigos que lo cambiaron todo

Xavi Ayén

Barcelona, RBA, 2014

880 pp. 26 €

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«Cuando llegaba la primavera, incluso si era una primavera falsa, la única cuestión era encontrar el lugar donde uno pudiera ser más feliz», escribió Hemingway en París era una fiesta. La Barcelona de finales de los sesenta «representó» tal vez una primavera falsa en la España del último franquismo, pero no cabe duda que vivió una fiesta de cosmopolitismo: de la escuela cinematográfica de Barcelona a la gauche divine, pasando por las agencias de publicidad, la arquitectura, el cine, la fotografía y una nueva generación de editores que ponía al día aquella tradición de artes gráficas que Cervantes homenajeó en la segunda parte del Quijote cuando el hidalgo observa el cartel de «Aquí se imprimen libros».

Como demuestra Xavi Ayén en Aquellos maravillosos años del boom (premio Gaziel de Biografías y Memorias 2013), entre 1967 y 1976 Barcelona arrebató la capitalidad del libro en lengua española a Buenos Aires. ¿Qué poderes obraron tal prodigio, además de las históricas imprentas? Contar con una superagente literaria como Carmen Balcells, la «Mamá Grande» que ayudaba a los escritores a aterrizar en la Ciudad Condal extrayendo lo más provechoso de sus trabajos; la figura de Carlos Barral, editor del prestigio literario que situó a Seix Barral en las coordenadas de la literatura internacional; y, cómo no, la potente industria editorial –Planeta y Plaza y Janés– y las innovadoras editoriales Anagrama (Jorge Herralde) y Tusquets (Beatriz de Moura), que se sumaban a las modernizadas Lumen (Esther Tusquets) y Seix Barral (Carlos Barral).

Ayén sitúa el «kilómetro cero» del boom en el otoño de 1967: Gabriel García Márquez arriba a Barcelona en un achacoso Seat de alquiler de color verde. El viaje del autor de Cien años de soledad a Barcelona –ciudad de la que le habló en Barranquilla su amigo Ramon Vinyes, escritor exiliado que inspiró el personaje del «sabio catalán» de la novela– tiene algo de iniciático, aunque esa experiencia ya la habían vivido mucho antes que él autores tan ilustres como Rómulo Gallegos, Rubén Darío o Miguel Ángel Asturias.

Mario Vargas Llosa ya transitó fugazmente por Barcelona en 1958. Recién llegado en barco, camino de la Complutense de Madrid, el peruano no olvidará las cuarenta y ocho horas en una pensión del Barrio Gótico que le «enamoraron de la ciudad». Aquel mismo año presentó su cuento «Los jefes» al premio Leopoldo Alas que convocaba una editorial médica y entre cuyos impulsores se hallaba el editor y poeta Enrique Badosa. El relato se alzó ganador y comenzó así su relación editorial con la ciudad que, poco tiempo después, lo consagrará como escritor al ganar en 1962 el premio Biblioteca Breve de Seix Barral con La ciudad y los perros.

A partir de 1967, García Márquez, Vargas Llosa y un grupo de amigos situaron la lengua española en la primera división mundial, advierte Ayén en el subtítulo de esta exhaustiva memoria con hechuras de crónica periodística. Dos años después, en 1969, José Donoso pisaba también puerto barcelonés procedente de Mallorca. Sergio Pitol bajará del tren en la estación de Francia para instalarse en una pensión del Barrio Chino. La lista de residentes irá ampliándose: Jorge Edwards, Alfredo Bryce Echenique, Óscar Collazos, Mauricio Wacquez, Cristina Peri Rossi… Además de visitantes asiduos como Julio Cortázar, Carlos Fuentes, Octavio Paz, Plinio Apuleyo Mendoza, Jorge Luis Borges, Pablo Neruda o Álvaro Mutis.

Entre las aportaciones de Ayén, el desmentido de algunos tópicos oficiales, como el que asegura que Carlos Barral dejó pasar de largo los Cien años de soledad que acabó publicando Paco Porrúa en Sudamericana (editorial, por cierto, fundada en Buenos Aires por el catalán exiliado Antoni López Llausàs). El propio García Márquez confiesa al periodista que tal episodio es una leyenda urbana que el propio Barral propagó «para darse pisto».

Después de trazar la genealogía cultural de la Ciudad Condal en primera persona –Barcelona siempre aparece como «mi ciudad», al estilo de Ignacio Agustí en el prefacio de Mariona Rebull–, Ayén va desarrollando las historias personales de los protagonistas: Vargas Llosa es el cadete del colegio militar que se divorció de su tía Julia para llegar a Barcelona casado con su esposa Patricia Llosa, donde dará a la imprenta Conversación en la Catedral y Pantaleón y las visitadoras; la decisiva Carmen Balcells, esa «Mamá Grande» de la logística y la intendencia de los autores que representa: «Ella pagaba las cuentas, alquilaba los pisos y resolvía los problemas de electricidad, de transporte, de teléfono, de clandestinidad, y aprobaba o fulminaba los amoríos pecaminosos, asistía a los partos, consolaba a los cónyuges e indemnizaba a las amantes», recordará Vargas Llosa; el editor Carlos Barral, detonador del boom, que viaja dos veces al año a Latinoamérica, impulsa el premio Biblioteca Breve y los Encuentros de Formentor; García Márquez y su mono azul, escribiendo en su piso barcelonés de Sarrià El otoño del patriarca y cuentos del libro La increíble y triste historia de la Cándida Eréndira y de su abuela desalmada; Álvaro Mutis y sus fecundas gestiones barcelonesas; la quiebra del marxismo gregario a raíz del «caso Padilla», que en 1971 sitúa a García Márquez y Vargas Llosa en campos opuestos; las neurosis hipocondríacas de José Donoso, homosexual reprimido que nunca alcanzará el éxito de sus compañeros; la precariedad económica de Sergio Pitol; la conexión de Barcelona con Buenos Aires y México a través de Cortázar, Octavio Paz y Carlos Fuentes; o las escritoras del boom, como la brasileña Nélida Piñón y la uruguaya Cristina Peri Rossi.

Llegará después lo que el profesor Jordi Gràcia denomina «metralla del boom»: Manuel Scorza, Néstor Sánchez, Manuel Puig, Severo Sarduy, etc. Como en las buenas historias, y parafraseando al Zabalita que conversa en la Catedral de Vargas Llosa, el boom se «jodió» justamente cuando la auténtica primavera alumbró Barcelona: «Aquel 20 de noviembre de 1975, ya no quedaba nadie del boom para celebrarlo… Se fueron a mediados de los setenta como si temieran que el tedio democrático los atrapase», diagnostica el cronista. Las complicidades ya no eran posibles. Algunos tuvieron un éxito mundial y otros no, las afinidades cubanas se habían evaporado. Nada mejor que una imagen de impacto simbólico: el puñetazo de Vargas Llosa y García Márquez.

La ruptura, revela Ayén, no fue por causas políticas, sino a causa de una noche del verano de 1974, cuando Patricia confesó a Gabo sus problemas de pareja. Según Jorge Edwards, el colombiano la acompañó al aeropuerto y Patricia perdió el avión. Vargas Llosa sospechaba que quiso llevarla a un hotel y otras versiones sugieren que Patricia agrandó aquel suceso para dar celos a su marido. El 12 de febrero de 1976, en el preestreno de la película Supervivientes de los Andes en el Palacio de Bellas Artes de México, Vargas Llosa propinó un puñetazo a García Márquez que lo dejó tendido en el suelo, ante la mirada atónita de Elena Poniatowska: «¡Esto, por lo que hiciste a Patricia en Barcelona!» El episodio, más propio de una comedia que de una tragedia, y silenciado por sus protagonistas, viene a clausurar una década culturalmente prodigiosa: «No era el ojo de Gabo el que sangraba, sino el nervio que unió a los miembros del boom», concluye Ayén.

Además de beber en las fuentes imprescindibles para abordar la literatura latinoamericana en su edición barcelonesa (Historia personal del boom, de José Donoso; Pasando página, de Sergio Vila-Sanjuán; La llegada de los bárbaros, de Jordi Gràcia; Voces del boom, de Robert Saladrigas, las memorias de Josep Maria Castellet y Carlos Barral; la correspondencia de Julio Cortázar), Ayén tuvo acceso a documentación inédita de la agente Carmen Balcells y los archivos de Vargas Llosa en la Universidad de Princeton. Su condición de periodista cultural facilitó las entrevistas personales con los protagonistas del boom: sus puntos de vista diversos confieren una atractiva textura coral a la obra. A lo largo de diez años, Ayén tomó la palabra a Mario Vargas Llosa, Carmen Balcells, Gabriel García Márquez, Beatriz de Moura, Oriol Regàs, Ricardo Rodrigo, Elena Poniatowska, Guillermo Cabrera Infante y Míriam Gómez, Álvaro Mutis, Plinio Apuleyo Mendoza, Carlos Fuentes, Óscar Collazos, Bryce Echenique, Nélida Piñón, y así hasta una treintena de testimonios. Narrado con hechuras de reportaje, y validado por un exhaustivo acopio de datos, Aquellos años del boom constituye el libro de referencia sobre la conexión barcelonesa de la literatura hispanoamericana siglo XX.

Sergi Doria, periodista y escritor, es profesor de Teoría e Historia del Periodismo en la Universitat Internacional de Catalunya. Sus últimos libros son Guía de la Barcelona de Carlos Ruiz Zafón (Barcelona, Planeta, 2008) y Ignacio Agustí, el árbol y la ceniza. La polémica vida del creador de «La saga de los Rius» (Barcelona, Destino, 2013).

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