Las opciones del liberalismo español en la post-pandemia

El panorama político

Hoy no vamos a hacer pedagogía, fuera notas al pie de página con la profusión y el análisis habituales. Vamos directamente al grano, sin guardar la ropa, como cuando casi se nos lleva la crecida del Cidacos allá por finales de los cincuenta del siglo pasado.

Las elecciones catalanas… (a ver, hermano, arenas movedizas). Las elecciones catalanas muestran… (ca-re-ful, hermano, cau-tion). Las elecciones catalanas muestran bien a las claras… (ea, p’alante).

Las elecciones catalanas del 14F muestran bien a las claras lo que se podía ya intuir desde que la Sra. Arrimadas anunciara, tras alzarse con la victoria electoral en las de diciembre de 2017, que no se postularía a una sesión de investidura como presidenta de la Generalitat. En una decisión incomprensible para muchos, aunque lógica para algunos, la ganadora de aquellas elecciones se descartaba a sí misma antes de que lo hicieran sus adversarios políticos en una sesión de investidura.

Al poco, se instalaba en Madrid para asistir a la debacle de su partido en las elecciones generales del 10N de 2019, auto infligida igualmente por su predecesor en la presidencia de Ciudadanos. En aquella ocasión, las esperanzas de los centristas españoles se vieron igualmente cercenadas por un descalabro electoral que dejó en 10 diputados una fuerza que se había llegado a situar en 57 diputados en las del 28 de abril de… ¡ese mismo añoDetalles muy bien organizados para una rápida comparación por parte del lector aquí: https://resultados.elpais.com/elecciones/2019/generales/congreso/index.html.!

En una tercera ronda de inefable repetición, como si de un karma barato se tratase, C’s ha seguido haciendo méritos hasta conseguir algo parecido a un déjà vu: en las elecciones catalanas del día de San Valentín de este mismo mes, C’s ha cosechado un resultado de 6 parlamentarios en las Cortes Catalanas, es decir que, respecto a los 36 obtenidos en 2017, se ha consumado el mismo ciclo de caída que en las últimas elecciones generales. Se queda con uno de cada 6 de los representantes que previamente detentaba. En términos de votos, ha obtenido esta vez 158 mil, el 5,57% del voto, frente a 1,1 millones, el 25,35% en 2017.Detalles muy bien organizados para una rápida comparación por parte del lector aquí: https://resultados.elpais.com/elecciones/2021/autonomicas/09/index.html..

Estos resultados del partido que ha venido encarnando el centro del espectro político español no dejan lugar a dudas de que tal opción carece en estos momentos de presencia significativa en dicho espectro. Esto, junto a la constatación de que los extremos de la izquierda y la derecha son (electoral y políticamente hablando, y por separado cada uno) enormemente más importantes que el centro, deja la política española en una tesitura que, como mínimo, debería calificarse de profundamente preocupante.

Las elecciones catalanas muestran también que los restantes partidos catalanes no han recibido saldos netos de votantes de C’s significativos, lo que quiere decir que casi un millón de votantes de centro se han quedado en casa, sin incluir en este cómputo a los desencantados del Partido Popular. O el votante de centro, en España, se ha quedado sin opciones, o la opción del centro político se ha quedado sin votantes. Aquí lo dejamos de momento.

El panorama económico de la Covid-19

Estamos, por otra parte, en pleno aterrizaje de la tercera ola de la Covid-19. Ya sabemos que este aterrizaje no va a ser como el del Perseverance en la superficie de Marte, empezando por el nombre del vehículo. Entre los humanos, se pueden observar destellos tan luminosos como los que arroja el éxito de la misión a Marte, en el que se reflejan las docenas de miles de científicos y técnicos brillantes surgidos de las mejores escuelas de todo el mundo. Pero, en nuestra especie, desgraciadamente, también proliferan la perseverancia en el error y la “recalcitrancia”, que vendría a ser una variante de la perseverancia especialmente burra e intencionada y deliberada.

A un año ya de distancia desde que se declarase la presencia del virus SARS-CoV-2 en España, la situación en estos momentos se caracteriza, según las informaciones oficiales, por una contención progresiva de la tercera ola, con el consiguiente alivio del enorme estrés que sufren los hospitales y centros de atención primaria encargados de acoger a las personas contagiadas necesitadas de cuidados y atención médica en cualquiera de las fases del desarrollo de la enfermedad.

Pero, en todos los países, parece increíble que se hayan llegado a producir hasta tres oleadas de contagio, entre las que han intervenido periodos de relajación e incumplimiento masivos de las medidas que, poco antes, estaban favoreciendo la finalización de cada oleada. Las sucesivas “desescaladas” no han estado bien coordinadas, los gestores políticos han aprendido menos de las medidas de desescalada que, y salta a la vista, los gestores sanitarios de los contagios.

La otra, inmejorable, buena noticia es que la vacunación avanza, que se han reanudado los suministros y que cada vez hay más vacunas aprobadas, con diferentes características, lo que permite establecer estrategias que contemplen a distintos grupos de población para su inmunización simultánea. Lo que no era posible en los primeros momentos con una o dos vacunas aprobadas de características similares.

Elecciones al Parlament de Cataluña, 2021.

En el plano económico, sin embargo, ya sabemos que la recuperación no va a ser tan rápida ni intensa como se vaticinaba después del verano y antes de que se inflamara la tercera ola. Todas las casas de análisis están publicando revisiones a la baja de sus previsiones pasadas. En el limbo de los ERTE se están acumulando muchos cientos de miles de trabajadores a los que no podemos llamar desempleados propiamente, pero tampoco ocupados ni inactivos. Pero que llevan ya muchos meses en espera, mientras muchas de las empresas que los empleaban están al borde del cierre o tendrán que declarar regulación de cese de empleo si quieren seguir siendo solventes.

Sectores enteros, como la hostelería, poblada de trabajadores autónomos, están en pie de guerra porque las limitaciones de actividad a las que se ven obligados los condenan a un lucro cesante letal para muchos de ellos. Habiendo acudido, la práctica totalidad de estos empresarios, a las líneas de liquidez con garantía del ICO, muchos a las prestaciones por cese de actividad o a los ahorros familiares, se encuentran todos al cabo de un callejón cuya única salida es el cierre. Las ayudas directas, a fondo perdido, que se han implementado en otros países no existen en el nuestro.

En el plano macroeconómico, según datos del INE, la economía española estuvo en recesión en el primer semestre de 2020 (dos trimestres consecutivos de caída del PIB respecto al trimestre precedente). Al cierre de 2020 el PIB español habrá sido un 10,02% inferior al del cierre de 2019, habiéndose perdido, en media, casi 1,4 millones de empleos en el año. Como se decía, la recuperación en 2021 no va a ser la esperada, sino menor. Justamente, porque esta tercera ola está agotando la capacidad de resistencia de muchos agentes económicos. La deuda pública, por su parte, ya supera el 117% del PIB, según datos del Banco de España. Lo que ha llevado a los responsables económicos del gobierno al despropósito de felicitarse a sí mismos por la “magnífica” noticia de que esta ratio de deuda es menor de la que “nos temíamos”.

En un contexto, pues, de bases fiscales muy deprimidas y abundante oxigeno monetario del Banco Central Europeo, más la cercanía de los Fondos Next Generation de la UE, que se conciben a veces como “fondos de rescate” incondicionados, las medidas sociales y económicas del gobierno se apoyan sobre recursos prestados y/o asignados a otras prioridades críticas para el restablecimiento de la competitividad y la productividad de la economía. Una economía que lleva dos décadas, no se olvide, en las que la productividad de los factores productivos (no es redundancia ni ironía, se lo aseguramos) no ha crecido.

La pandemia no está siendo un shock de efectos económicos como los shocks anteriores, por graves que estos hayan podido ser. La disrupción que está causando en las cadenas productivas, de distribución mayorista y minorista y, sobre todo, de pagos y contrapartidas, no tiene una salida definida. Estamos aprendiendo. Porque el mundo puede que sea muy diferente a lo que conocimos hasta hace justamente un año. Y los macroeconomistas no acaban de entender lo que sucede. Porque, para más inri, la pandemia se ha acoplado a una transformación digital (y del trabajo) que impacta en todos los horizontes y que se está viendo acelerada por la búsqueda de soluciones a los problemas que causa la crisis sanitaria. Con un resultado cada vez más patente: el ensanchamiento de la brecha digital entre ciudadanos, regiones y países.

El papel del liberalismo

Volvemos a la política donde lo dejamos, antes de transitar por el panorama económico de la Covid-19, con una pregunta muy sencilla frente a este marco económico de transformación post-pandemia: ¿qué opciones tiene, en España, el votante de centro? Porque tanto el centro-izquierda como el centro-derecha, mejor dicho, las tribus centristas de los otrora grandes partidos socialdemócrata y conservador españoles, parecen haberse difuminado a causa de la polarización que ha supuesto la irrupción como opciones parlamentarias de sus extremos de izquierda y de derecha no incluidos en los anteriores. El nexo en común de estos dos extremos, aparte de la radicalidad de sus planteamientos, es la envolvente populista, de la que ningún partido actual parece escaparse. El extremismo de izquierda no aparecía en el PSOE desde antes de Suresnes, cuando D. Felipe González jugó una magistral baza que lo desactivó para siempre (se entiende, a los líderes de esta corriente en aquel momento). Ahora, la verdad, ya es tarde, pero todo el partido está contemporizando con un aliado de gobierno que sí esta en el extremo y que, ideológicamente, no debe nada al PSOE.

Lo del Partido Popular es más complicado. Porque los radicales de derechas sí estaban en el PP desde su fundación. Pero contenidos. Algo que había funcionado bastante bien, a pesar de la desafección de importantes personalidades de este partido a título individual en el pasado. Pero VOX es, sencillamente, una escisión del PP por su parte radical, masiva y muy exitosa en el plano electoral. Lo que ha dejado estupefactos y con rumbo errático a sus dirigentes, junto a otros factores que no hace al caso traer a colación ahora. Algo que hay que aplaudir, aunque no va a traer mucho rédito a corto plazo, parece, es el interesante discurso del Sr. Casado durante la pasada Moción de Censura promovida por el partido verde intenso. Convendrá esperar y ver.

Entre el partido morado, y solo Dios sabe cómo interpretar este color ahora, y el partido verde intenso, siguen estando los partidos rojo y azul, bastante desenfocados y, entre estos dos, se ubica el partido naranja completamente degradado. Este es el panorama para el votante de centro. Desolado, además, porque los partidos soberanistas tienen una fuerza decisiva en el Congreso. El votante de centro, si es que todavía existiera y desease expresar un voto productivo en unas elecciones, se ha quedado sin opciones.

Y ahora, una pregunta algo más complicada, ¿qué opciones tiene el votante liberal? No es cuestión de entrar a definir “liberal”. Bien que se siente, porque no es esta una cuestión baladíVéase la entrada inaugural de este blog(https://www.revistadelibros.com/blogs/una-buena-sociedad/una-buena-sociedad)  y algunas otras entradas más fácilmente identificables con el liberalismo a través de sus títulos.. Pero, para recuperar la economía española sin demora y sin desviarse mucho de un objetivo a largo plazo en el que se combinen la libertad con el crecimiento sostenible, es urgente que surja una opción política a la que los amantes de la libertad, el progreso, la igualdad de oportunidades, el valor del mérito y el esfuerzo, entre otros valores indiscutibles, puedan dar su voto y confianza.

Seguramente, es mucho pedir que emerja en el horizonte un partido que incorpore estos valores y aglutine a los votantes afines. No para que gobierne, sino para que modere a los grandes partidos socialdemócrata y conservador, cuando estos se hayan reinventado y puedan gobernar sin caer en el populismo aliándose con un partido liberal en vez de con los extremistas. No hay tiempo que perder.

Pero a lo mejor no es pedir demasiado que, hasta que esto suceda, el PSOE y el PP puedan contemplar una alianza de gobierno para lo antes posible. Una “gran coalición” podría ser el revulsivo (la probabilidad existe) mejorase a todos, a los votantes y a los propios partidos. Ayudándoles a desligarse de los peligrosos compañeros de viaje que se han ido dando durante los últimos años. La sociedad española está expectante y preocupada.

Porque el deterioro económico está minando a la clase media, algunos de cuyos integrantes han pasado sin solución de continuidad del confort a las colas del hambre. Porque el colapso de la cadena de pagos, que cierra negocios y consume patrimonios familiares cada mes que pasa, se ve exacerbado por el mimo político reservado a los beneficiarios de rentas que no han sufrido nada (pensionistas) o a asalariados que no han perdido su trabajo (funcionarios) ni siquiera con motivo de la crisis de 2009-2013. Expectante y preocupada, por fin, por el futuro de los jóvenes, e infinitamente más de lo que estos lo están por sí mismos, lo que tampoco augura nada bueno.

El remedio a todo esto ha de ser una (buena) sociedad liberal. No el tipo de sociedad dispersa y dividida por los micro-problemas de la cultura y la identidad, artificialmente magnificados por los spin doctors de turno. Sino una sociedad alineada con el esfuerzo de la libertad y la solidaridad, entendidos como derechos y obligaciones. Que el derecho a la libertad lleve aparejada la obligación de la solidaridad y que el derecho a la solidaridad tenga como obligación concomitante el ejercicio responsable de la libertad. Fuera de este marco solo tendremos más de lo peor que ya estamos viendo.