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Los materiales oscuros de la ficción infantil

El catalejo lacado

PHILIP PULLMAN

Ediciones B, Barcelona

Trad. de Camila Batllés

300 págs.

1.700 ptas.

El reloj mecánico

PHILIP PULLMAN

Ediciones B, Barcelona

Trad. de Carmen Netzel

107 págs.

1.200 ptas.

La daga

PHILIP PULLMAN

Ediciones B, Barcelona

Trad. de Dolors Gallart

283 págs.

1.700 ptas.

Luces del norte

PHILIP PULLMAN

Ediciones B, Barcelona

Trad. de Roser Berdagué

392 págs.

1.700 ptas.

image_pdfCrear PDF de este artículo.

¡Qué interesante es la época que nos ha tocado vivir! La física supera las imaginaciones más delirantes de la literatura fantástica; la biología habla con el lenguaje de la poesía; los informáticos quieren crear, como Arquitas de Tarento, un alma artificial; las artes olvidan los antiguos cánones y se abren en múltiples e irisadas posibilidades; la vieja herejía gnóstica retorna bajo la forma de mangas, películas de acción y libros para niños; miles y miles de chimeneas compiten con unos pocos millones de árboles por la conquista del cielo.

¿Regresan los gnósticos? ¿Es un libro para niños? En efecto, lector, has leído bien. Los gnósticos retornan no sólo en la publicación completa de los manuscritos de Nag Hammadi, en la traducción definitiva de las obras completas de Jung, en la elevación a Borges al trono del canon literario, en obras maestras como Matrix o Ghost in the Shell, sino también en la trilogía de literatura infantil de Philip Pullman, His Dark Materials, cuya última parte, The Amberg Spyglass, acaba de aparecer en inglés.

Como el lector sabe bien, los gnósticos son una herejía cristiana que floreció en los primeros siglos de nuestra era. La idea central del gnosticismo, que es también la idea central del libro de Philip Pullman, es que el Dios que creó el mundo, el Yahvé del Antiguo Testamento, no es el verdadero Dios, sino un simple «demiurgo» de muy limitado entendimiento o, según otras versiones (Carpócrates, Satornilo), un ángel o un grupo de ángeles. Para los gnósticos, el papel de Cristo fue, precisamente, el de ayudar al hombre a librarse de la tiranía y de la oscuridad de ese dios «falso» para conducirle, a través de la serie de sucesivos mundos-cárcel, hasta la luminosidad del Dios verdadero. Los gnósticos explicaron la vida de la psique como la presencia en nuestro interior de daimones o demonios, idea, como tantas otras, de evidente raigambre griega. Reinterpretaron la leyenda de Adán y Eva y consideraron que el Dios que castigó a nuestros primeros padres no era otro que el demiurgo, y que el verdadero Dios Padre intentó ayudar a los hombres a través de la serpiente, que algunas sectas, como la de los ofitas y los naasenos convirtieron en objeto de veneración. Defendieron la existencia de innumerables mundos paralelos que se superponen uno sobre otro: Basílides hablaba de nada menos que de 365 mundos consecutivos y Hans Jonas comenta al respecto que «la pluralidad denota también el aspecto laberíntico del mundo: en los mundos el alma pierde su camino y vaga errante; busca una salida para salir de un mundo y se encuentra en otro no menos mundo». Todas estas ideas forman el entramado sobre el cual Pullman ha construido su extraña, extrañísima novela para jóvenes, que ha recibido, entre muchos otros galardones y distinciones, el premio Golden Book Award, otorgado por los padres de familia.

Me encontré con la obra de Pullman en una maravillosa librería infantil de Portsmouth, New Hampshire, a la que dediqué una mañana entera por obra y gracia de la lluvia, que resulta bastante frecuente en esas latitudes. No sé qué fue lo que me llamó la atención del libro: el nombre del autor es anodino, el título (La brújula dorada), indistinguible y la portada, que mostraba a una niña montada sobre un oso polar, no parecía especialmente prometedora. Llamémosle instinto.

Siempre nos hace felices descubrir a un autor nuevo. Compré The Golden Compass, me puse a leerlo y pensé: «He aquí la alternativa literaria, sofisticada y artística a Harry Potter». Pobre descubridor de Mediterráneos, al regresar a España consulté esa central de asombros que es el ISBN y me encontré con que varios libros de Pullman habían sido traducidos al español, entre ellos Luces del norte y La daga, es decir, los dos primeros volúmenes de la trilogía, cuyos originales en inglés aparecieron en 1996 y 1997. Es decir, que aunque la obra de Pullman no haya causado, al parecer, la menor impresión, arrastrada por el aluvión de títulos que se publican, His Dark Materials está ya en español, en Ediciones B y también en el Círculo de Lectores.

Aunque su lenguaje es transparente y la acción siempre trepidante, His Dark Materials es una novela enormemente ambiciosa y compleja. El primer volumen, The Golden Compass, que es de los tres el que menos se aparta de las directrices habituales de la literatura de niños, ya nos sorprende por la fecundidad de su imaginación, la sofisticación de sus dilemas morales y el talante decididamente experimental de su psicología y su filosofía. Lyra Bellacqua vive en Oxford, en el Jordan College, una niña sin padres que ha sido dejada al cuidado de los «eruditos». En seguida comprendemos que este Oxford no pertenece a nuestro mundo, sino que está situado en algún universo paralelo, un mundo análogo en el que las personas tienen «daimones», los animales disfrutan del don de la palabra y la Edad Media nunca ha terminado. Al principio del libro, lord Asriel, un erudito heterodoxo y algo rebelde, muestra a unos colegas una serie de descubrimientos que ha realizado en sus viajes por las remotas regiones del Norte. En primer lugar, ha logrado fotografiar el «Polvo», una especie de luminosidad que cae del cielo y que se manifiesta como halo dorado alrededor de los seres humanos adultos. En segundo lugar, ha descubierto que las auroras boreales pueden abrir en los cielos del Norte algo así como grandes puertas hacia otros mundos. Sus colegas, que pertenecen, como todas las instancias del poder de ese mundo, a la Iglesia, intentan detener a lord Asriel. Para ellos el «Polvo» es una representación del pecado original introducido por la serpiente en el jardín del paraíso. Lord Asriel huye al Norte y continúa sus investigaciones en un remoto lugar llamado Svalbard.

La parte de la novela que describe la alegre infancia de Lyra en el Oxford análogo, sus juegos con los niños de los otros colleges y la aparición de la hermosa, sensual, cruel y elegante Mrs. Coulter, que se lleva a Lyra a vivir con ella y la educa en los modales refinados de las clases altas, resulta absolutamente fascinante. Aquí, como en tantos otros lugares, sorprende la riqueza de la paleta de Pullman para caracterizar mundos, ambientes, climas, sociedades: el Oxford análogo aparece de forma tan vívida a los ojos de nuestra imaginación como el Oxford de nuestro mundo, la flotante sociedad de las brujas del Norte, que vuelan medio desnudas montadas en ramas desgajadas de «pino de nube» y vestidas apenas con unos pocos harapos de seda negra, el clan de los osos polares cuyas almas son sus armas y sus armaduras, la meridional Cittàgazze, la «ciudad de los ladrones», dominada por la misteriosa Torre degli Angeli, las tribus del río Yenisei entre las cuales Stanislaus Grumman ha llegado a hacerse chamán, el misterioso mundo de los Mulefa, seres con una estructura ósea romboide que viven en estado de simbiosis con una especie de árboles gigantes cuyas semillas producen el «aceite» que les hace conscientes y, en fin, y por nombrar sólo algunos de los países y mundos innumerables que llenan los tres volúmenes, el terrorífico mundo de los muertos, un lugar de multitudes tristes, ciudades en ruinas, espera, aburrimiento, burocracia y barcos que parten a través de un mar oscuro con destino a un lejano país innominado…

Como decíamos, en el mundo de Lyra la Edad Media nunca ha terminado, el Renacimiento nunca ha tenido lugar, y la Iglesia detenta un poder absoluto, tanto en lo espiritual como en lo político. Así, aunque la ciencia ha evolucionado en líneas similares a las de la «nuestra», lo que nosotros llamamos «física cuántica» en el mundo de Lyra se llama «teología experimental». Se trata, por cierto, de una Iglesia siniestra, que utiliza la tortura de forma rutinaria, y que ha sustituido cualquier vestigio de espiritualidad por una extraña burocracia ya completamente carente de sentido. Así, por ejemplo, en The Amber Spyglass el padre Gómez, enviado por la Iglesia para asesinar a Lyra, cumple con un tipo de procedimiento burocrático-espiritual que consiste en realizar las penitencias correspondientes al asesinato antes de cometerlo: de este modo, cuando el padre Gómez mate a la niña no cometerá ningún pecado, puesto que ya habrá pagado por él. La crítica del gnóstico Pullman a la Iglesia oficial y a la noción de religión como rito externo y forma vacía es, como podemos ver, demoledora, casi salvaje. Y tampoco debe pensarse que sus dardos van dirigidos de forma específica contra la Iglesia de Roma: en una de las escasísimas referencias a nuestra historia religiosa, Pullman observa de pasada, por ejemplo, que el propio Calvino ordenó la muerte de niños.

Comienzan a suceder hechos inquietantes. Empiezan a desaparecer niños pobres de las calles de Oxford, entre ellos Roger, uno de los compañeros de juegos de Lyra. En seguida, Lyra descubre que hay una especie de agencia de la Iglesia, llamada, siniestramente, «El panel de oblación» que es la que se encarga de raptar a los niños y llevarlos al Norte para realizar con ellos ciertos experimentos que tienen, al parecer, algo que ver con el misterioso «Polvo». Al frente del «Panel de oblación» no está otra que la sofisticada y elegante Mrs. Coulter, que, como Lyra descubrirá en seguida, se trata en realidad de su madre. Lyra escapa de Oxford, entra en contacto con la simpática y liberal sociedad de los «gipcianos», que en su mundo no se desplazan en carromatos, sino en gabarras por los ríos, viaja al Norte con el propósito de liberar a su amigo Roger y de ponerse en contacto con el rebelde lord Asriel, que es, como sabemos desde el principio del libro, su propio padre, se hace amiga del oso blanco Iorek Byrnison, que resulta ser un gran rey de los osos y conoce, entre muchos otros personajes fascinantes, al aeronauta Lee Scoresby, que ha llegado desde su nativo país de Texas volando en su globo aerostático, o a la refinada Serafina Pakkala, reina de uno de los muchos clanes de brujas del Norte.

Pero sin duda el invento más brillante de Pullman es el de los daimones. En el mundo de Lyra, todo el mundo tiene un daimon, un demonio, un espíritu, que asume la forma de un animal y ha de estar siempre cerca de uno. Los daimones tienen nombre y realidad física y son siempre del sexo opuesto al de su poseedor: el de Lyra es de sexo masculino y se llama Pantalaimon. Los daimones de los niños se están transformando continuamente: Pantalaimon puede ser un ratón, un gatito, un tigre, una mariposa o un cisne según las circunstancias o los humores de Lyra. La madurez trae consigo la fijación del daimon en una forma que no cambia: el daimon de Mrs. Coulter es un temible y maligno mono dorado; el de lord Asriel, un leopardo de las nieves. A pesar de que existe como realidad física independiente, el daimon es una parte integral de la persona, el alma quizá, y los seres humanos del mundo de Lyra pasan su vida, desde el nacimiento hasta la muerte, en continua conversación con sus daimones, que les escuchan y les aconsejan. Poco antes de morir, Lee Scoresby se da cuenta de que su daimon no sólo es para él lo más importante de su vida, sino también el verdadero centro de su persona.

En el mundo de Lyra ser un ser humano significa, por tanto, no estar jamás solo: cuando Lyra conoce a Iorek Byrnison, el oso polar que tiene, como todos los de su especie, el don de la inteligencia y de la palabra, se asombra al comprobar que vive sin un daimon con el que poder hablar, y se estremece al imaginar la soledad espantosa en la que viven los animales. Más tarde, cuando conoce a Will, que viene del Oxford de nuestro mundo, la niña se asusta al observar que el muchacho no tiene daimon. No tarda en comprender que el daimon de Will existe también, pero está en su interior y es invisible.

Pullman es un maestro del suspense y del arte de crear y resolver expectativas. Al leer las cuatrocientas páginas The Golden Compass el lector agradecido casi se teme que el autor no sea capaz de seguir inventando asombros y vueltas de tuerca de la trama, pero lo cierto es que este primer volumen de la trilogía apenas nos proporciona unas cuantas pistas vagas sobre lo que va a venir después, y que tras su lectura uno no puede ni imaginarse lo que le espera. El verdadero tema de His Dark Materials aparece en The Subtle Knife, el segundo volumen, que comienza en el Oxford de nuestro mundo y luego se mueve libremente entre varios mundos.

Aquí es donde Pullman comienza por fin a mostrarnos sus cartas. El hecho es que en sus investigaciones con las auroras boreales del Norte, lord Asriel ha logrado abrir una brecha entre los mundos, lo cual está teniendo efectos incontrolables en las distintas realidades análogas. En el suyo propio, los hielos comienzan a deshacerse, lo que fuerza a los osos polares a desplazarse hacia el Sur, en busca de las nieves himalayas. En el mundo de Cittàgazze, que parece intermedio entre el de Lyra y el de Will, la brecha entre los mundos ha hecho que se filtren unas «sombras», que Pullman describe, algo castanedamente, como «columnas de humo», que devoran la atención y la conciencia de los seres adultos, aunque no afectan a los niños: por esta razón todos los adultos han huido a las montañas y las ciudades han caído en poder de los niños. Y todos los seres de todos los mundos están viajando hacia el Norte para unirse a lord Asriel, ya que hay una guerra, y todos han de tomar partido. Países enteros de brujas volando en sus ramas desgajadas de pino de nube; diminutos Gallivespians, que cabalgan en libélulas del tamaño de una gaviota; partidas de ángeles, seres inmensos cuya naturaleza física es apenas una débil luminiscencia, todos vuelan hacia el Norte para unirse al bando de lord Asriel. Pero ¿contra quién es la guerra…? ¿A quién quiere vencer lord Asriel?

La guerra de lord Asriel va dirigida contra eso que la Iglesia de su mundo llama «la Autoridad». Digámoslo así: lord Asriel y los ángeles y los seres que aman la libertad de todos los mundos han decidido unirse para luchar contra la tiranía de Dios, vencerle y, por supuesto, matarle. Claro que no se trata de Dios, el verdadero Dios, porque la entidad que creó el mundo y a los hombres y se designa a sí mismo como «la Autoridad» no es, en realidad, Dios, sino un ángel. Se trata de un ángel de enorme poder, que engañó a los demás ángeles diciéndoles que él era el origen de todo y que era un ser increado. En The Subtle Knife no le vemos directamente, pero sí a su lugarteniente, un ser alado terrorífico que desciende de las nubes enarbolando una lanza gigantesca, y que llega a nosotros directamente de la imaginería y el grandeur de Milton, y también de Blake, y sobre todo del Milton (y del Milton) reinterpretado por Blake, que aseguraba que en realidad el autor de El paraíso perdido era «un poeta de los demonios». Anotemos aquí, por cierto, que Milton y Blake son las dos únicas fuentes de inspiración que reconoce el propio Pullman para el plan de su obra.

Cada volumen de la trilogía recibe su título de un objeto: la «brújula dorada» del primero es en realidad el «alethiómetro» (de aletheia, verdad) de Lyra, un instrumento parecido a una brújula que contesta todo tipo de preguntas por medio de un sistema de símbolos, y que jamás se equivoca. El «cuchillo sutil» del segundo es el que Will gana en desigual batalla en la Torre degli Angeli de Cittàgazze, un arma capaz de cortar cualquier cosa que exista en el universo (así, cuando Will se ve obligado a enfrentarse con un ángel malvado, lo reduce a pedazos con su hoja afilada) y también, y más importante, de abrir ventanas en la realidad para saltar a cualquier otra capa de la gran cebolla de mundos paralelos. El «telescopio de ámbar» del tercer título se corresponde con el instrumento óptico fabricado por Mary Malone en el país de los Mulefa, gracias al cual es capaz de ver directamente ese «Polvo» que parece ser una de las causas centrales de la contienda universal.

Tres objetos, tres personas, como corresponde a la trilogía gnóstica que gobierna His Dark Materials. Eva, Adán y la Serpiente. Ya que ésta es la profecía de las brujas, que los malvados representantes de la Iglesia consiguen arrancar a las brujas en diversas sesiones de tortura dirigidas por Mrs. Coulter: que Lyra está destinada a convertirse en la Eva de una nueva humanidad, y que Mary Malone, ex monja, investigadora de física cuántica en la universidad de Oxford y embarcada en un proyecto que tiene que ver con la «materia oscura» del universo, será la encargada de tentarla. Su propio ordenador le dice a Mary que el papel que le corresponde en el gran designio de las cosas es «interpretar a la Serpiente».

Ya que del mismo modo que cada mundo tiene una filosofía, una psicología y una antropología distintas, cada cosa y cada fenómeno se desarrollan en cada mundo de forma ligeramente distinta. Las «sombras» devoran la conciencia de los adultos de Cittàgazze y los convierten en muertos vivientes, pero las sombras también actúan en nuestro mundo, aunque no son ni con mucho tan poderosas. El «Polvo» del mundo de Lyra también existe en los otros mundos. En el de los Mulefa, que son capaces de verlo con los ojos, se llama «Luz», y los Mulefa recuerdan que existe desde hace treinta y tres mil años, fecha aproximada del comienzo de la inteligencia en todos los mundos paralelos. En nuestro mundo, la investigación sobre el fenómeno corre a cargo de antropólogos y físicos cuánticos, que no saben que están buscando en realidad lo mismo. El alethiómetro de Lyra le dice que las calaveras taladradas artificialmente que ve en el museo de Oxford (se trata de viejísimas técnicas chamánicas para recibir el «Polvo» en la conciencia) tienen treinta y tres mil años de antigüedad, y Lyra asombra a Mary Malone al proporcionarle este dato, que constituye una de las hipótesis más recientes de sus colegas del departamento de antropología. Las propias investigaciones de Mary sobre la «materia oscura» del universo, la han llevado a la conclusión de que dicha materia, que ha de conformar, como sabemos que nos dice la moderna física, la mayor parte de la materia existente en el universo, es una energía consciente. Esta materia oscura es la que mueve, por ejemplo, los palitos del I Ching y les hace transmitirnos siempre mensajes con sentido. De modo que el «Polvo» que cae de las auroras boreales, la «Luz» que los Mulefa extraen de la resina de un árbol, la fuerza «mágica» que mueve los palitos del I Ching y la «materia oscura» que anida en el centro de los agujeros negros son una y la misma cosa: una energía consciente que permea todo el universo y que comenzó a manifestarse hace treinta y tres mil años, creando la gran eclosión de la conciencia en los diversos mundos, y contra la cual están en guerra los ángeles que crearon el mundo, junto con sus aliados, las distintas Iglesias.

Realmente estremece y sobrecoge la amplitud de la ambición de Pullman, la generosidad inagotable de su imaginación y la inexplicable potencia creativa que le ha permitido poner en marcha, con total coherencia y sin el menor paso en falso, un fresco de tan vastas proporciones. Su habilidad para equilibrar la narración de su trepidante novela de aventuras con la caracterización detallada de sus ambientes y la riqueza y originalidad de unos personajes en continua transformación, es ciertamente magistral. Entre las muchas cosas que jamás nos esperaríamos en un libro para lectores jóvenes está, por cierto, la asombrosa gama de sentimientos humanos y situaciones emocionales, la fabulosa variedad de las relaciones de odio, amor, amistad, atracción, repulsión, dominio, sumisión, admiración, entrega, manipulación y terror, junto con todos los grados intermedios y sin olvidar las zonas más oscuras y ambiguas de la psique «adulta» (que Pullman trata, por cierto, con sensibilidad y discreción exquisitas), que llenan las páginas y los oscuros materiales de este libro interminablemente luminoso.

Lo infinitamente grande, dijo Pascal, es igual que lo infinitamente pequeño. Si reducimos las vastas y complejas cosmologías de His Dark Materials en la alquitara del alquimista, nos quedaremos, como tantas veces en la literatura infantil, con la historia de unos niños, Lyra y Will, a los que sus padres no les quieren lo suficiente, y con la historia de lo difícil que le resulta al alma encerrada en su cuerpo entrar en el mundo sin amor de los adultos.

Querido editor: he aquí una banda para cuando aparezca la traducción de la tercera oportunidad de Pullman en español (¿se llamará El telescopio de ámbar?): «La trilogía de Sus oscuros materiales [o cualquiera que sea su título en español] debería convertirse en un clásico ineludible de la literatura juvenil (quiero decir, de la Literatura con mayúsculas), de las mismas proporciones que El señor de los anillos o La historia interminable».

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Ficha técnica

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