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La sociedad y sus protagonistas

Sociedades de cultura, sociedades de ciencia. Ensayos sobre la condición moderna

EMILIO LAMO DE ESPINOSA

Nobel, Oviedo, 1996

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El libro de Emilio Lamo de Espinosa, al que se concedió el premio de ensayo Jovellanos de este año, es un conjunto de trabajos de desigual valor.

La primera parte («Intruducción. Cultura y ciencia»), a la que el autor parece conceder cierta importancia, está dedicada a desarrollar lo que podríamos llamar sus ideas epistemológicas y, francamente, deja bastante que desear. El conjunto resulta confuso y desordenado (hay, por ejemplo, algún párrafo que se repite en páginas casi inmediatas) y está escrito con una cierta pretenciosidad. Las ideas expuestas (una excursión culturalista por la «posmodernidad», Schrödinger, Popper, Wittgenstein, Velázquez y Borges, entre otros) resultan contradictorias, imprecisas y deslabazadas, por lo que no merecen otro comentario que el siguiente: si el sociólogo brillante que es Lamo no alcanza a iluminar las cuestiones quizá se deba a que la clave de acceso está fuera de la sociología, aunque da la impresión de que nada está fuera de la sociología para el profesor Lamo (entre otras cosas porque la caracterización de la sociología que hace Lamo no reconoce fronteras). Quizás para ser sociólógo es necesaria una cierta fe que impide reconocer que la perspectiva sociológica no siempre es la más relevante.

Las otras dos partes de que consta el libro son más sólidas, aunque seguramente menos originales. Lamo atribuye a la información la importancia que hoy en día se le suele conceder y analiza con cierto detenimiento el funcionamiento de los sistemas de procesamiento que dan lugar a las diversas formas de conciencia que adquieren relevancia colectiva y las tensiones a que se vienen sometiendo en las sociedades contemporáneas. Las posiciones asumidas son eclécticas como consecuencia de una voluntad deliberada de no renunciar a puntos de vista que si bien no son asumibles en su integridad siempre aportan una cierta luz. La segunda parte (que es la central en este ensayo) proporciona una caracterización de la modernidad desde el punto de vista sociológico (sociedades en que «la gente cree saber pero vive entre tinieblas») y en ella se lleva a cabo la distinción que da título al libro entre las «sociedades de cultura» y las «sociedades de ciencia» en tanto que sociedades tradicionales y modernas, respectivamente.

La tercera parte («Tendencias») es la de mayor interés. Lamo se ocupa de relacionar el relativismo, el pluralismo y el papel de la educación formal y aunque sus apreciaciones sean discutibles están bien argumentadas. En otro apartado analiza «la sociedad de los intelectuales», el proceso de distribución social de la cultura y sus protagonismos, dibujando un panorama de la problemática posición de los intelectuales que está hecho con sobriedad y penetración. Por último («Epílogo. El Estado mundial democrático»), Lamo lleva a cabo un repaso de las controvertidas cuestiones del «choque de civilizaciones», «el fin de la historia» y similares en un análisis correcto y optimista de estos temas.

Tal vez el error de Lamo esté en su atrevimiento («no me interesa tanto medir lo conocido como diseñar el mapa de lo desconocido»): hay que conceder que sin alguna clase de atrevimiento es difícil avanzar, pero el atrevimiento no basta. Es necesario estar bien informado, ser algo más autocrítico, y, por supuesto, serlo más en la práctica (cuando nos atrevemos a decir algo que suponemos nuevo) que en las meras proclamaciones teóricas, en cuyo reconocimiento casi nadie se muestra escaso de entusiasmo.

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Ficha técnica

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