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¿Herederos o imitadores de W. G. Sebald?

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Herederos de W .G. Sebald en castellano parece no haber ninguno, pero sí al mismo tiempo un gran número de escritores proclamados adeptos de la tensión surgida de la mezcla de ficción y no-ficción, de la mezcla de todos los géneros, cuando menos a la par de Sebald y Magris, como Javier Marías, Roberto Bolaño, Enrique Vila-Matas, Antonio Muñoz Molina, Sergio Pitol, Ricardo Piglia, Javier CercasNo sólo en España se han establecido conexiones entre Sebald y Cercas. También The Times Literary Suplement ha relacionado a ambos autores, afirmando que Cercas sigue los pasos de Sebald, lo cual fue desmentido por el español. Véase la entrevista de Gorka Larrabeiti a Cercas: «Las máscaras de Cercas», en Cervantes, núm. 3, octubre de 2002. (http://internet.cervantes.es/internetcentros/ cultura/pdf/Lasmascaras.pdf). y un largo etcétera. No obstante, la hibridación de géneros es el recurso mediante el cual Cervantes inventó la novela, recurso que ha emergido en diferentes autores en distintas épocas de la historia de la literaturaNo olvidemos a Sterne en su TristranShandy, a Truman Capote y la novela de «noficción» estadounidense, así como la mezcla de periodismo de investigación y novela en los años sesenta-setenta. , y constituye una nueva forma de escribir que bien podemos denominar internacionalTambién se habla de Umberto Eco, Paul Auster, Martin Amis, Milan Kundera, Harry Mulisch e incluso de Breton (Nadja) en esa «confianza en el azar y el arte de caminar sin rumbo como motor de la historia». Jordi Puntí, «Lunáticos, suicidas y otras personas normales», en El País (Babelia), 14 de julio de 2001. , en la que, además, confluyen las siguientes características: fragmentación de la historia con digresiones frecuentes, reflexiones del autor, intertextualidad, incursión de lo ficticio en hechos reales o históricos y viceversa, divagaciones de los personajes…

Pero son sobre todo Javier Marías, Enrique Vila-Matas y Antonio Muñoz Molina los escritores a quienes más veces se ha inscrito en lo que se llama una nueva perspectiva de la novela, la que va a salvarla de su muerte. Desde siempre se reconocieron concomitancias entre Javier Marías y Sebald. «Hay algunos puntos en común –escribe el escritor españolCita textual de un fax de Javier Marías (fechado el 21 de mayo de 2004) enviado en respuesta a varias preguntas formuladas al respecto de la recepción de Sebald en España y su relación con el escritor alemán. –, pero yo diría que son secundarios. Se da esa coincidencia respecto a Browne […] y hay ese uso de fotografías e imágenes con toda libertad. Pero la primera vez que yo introduje dos fotos en una novela fue en 1989, en Todas las almas, y llevo publicando desde 1971. Malamente podría yo ser "sebaldiano"Ibíd. ». No obstante, la relación entre ambos escritores se tornó en amistad epistolarBarbara Epler, primera editora de Sebald en Estados Unidos, le pidió una frase para la solapa de una obra de Marías, a lo que accedió amablemente. Más adelante, Marías lo propuso como «Duke of Vértigo», título ficticio del reino inventado por Marías que Sebald «aceptó muy divertido», según datos facilitados por el propio Javier Marías. Sebald rehusó el nombramiento de candidatos, alegando que «no leo a autores contemporáneos» (véase Ciro Krauthausen, «No leo a autores contemporáneos», en El País [Babelia], 14 de julio de 2001)..

Marías ha sido emparentado con el estilo y formas sebaldianas frecuentemente a causa de una compleja sintaxis que, si bien ha constituido motivo de rechazo de las obras del autor alemán por parte del gran público, desacostumbrado a construcciones «antiguas», en la estela de los grandes narradores de los siglos XIX y XX, conquistó el favor de quienes emplean períodos oracionales semejantes. No en vano Marías, heredero de Juan Benet, paradigma de la prosa «compleja» en español, se declaró con prontitud «admirador» de la obra de Sebald por razones tanto estilísticas como argumentales. Son múltiples las ocasiones en que a ambos autores se les ha visto confabulados en una misma tradición, sobre todo en cuanto a estiloComo en el artículo de José María Guelbenzu «Camino, meditación, viaje y memoria de W. G. Sebald», en El País (Babelia), 26 de febrero de 2000. ; más aún, la autoproclamada «falsa novela» Negra espalda del tiempoMadrid, Alfaguara, 1998. ha sido no pocas veces analizada conforme a los paradigmas empleados para la obra de Sebald, si bien, como dice Marías, «él [Sebald] en su ámbito y yo en el mío "abrimos" (muy parcialmente, nada es nunca muy nuevo) caminos poco transitados en la ficción. Yo sí he tenido la impresión de que más de un autor de aquí vio el cielo abierto y se lanzó a copiar, directamente»Fax citado de Javier Marías. .

Enrique Vila-Matas, en su obra El mal de Montano, rinde un sentido homenaje a la «gran literatura» y, entre otros autores, a Sebald. Vila-Matas afirma haberse sentido atraído, ya antes de la redacción de esta novela, por un género del estilo de Los anillos de Saturno, Microcosmos, de Magris, o El arte de la fuga, de Sergio Pitol, en el que experiencia y realidad se entreveran formando un tapiz que se dispara en tantas direcciones como posibilidades narrativas existen. Las digresiones, la cultura combinada con el paseo, el viaje… Vila-Matas admite haber leído a Sebald gracias a una de las primeras reseñas publicadas de Los anillos de SaturnoJosé María Guelbenzu, op. cit. , en la que se trata precisamente de la amalgama de géneros, de texto e ilustraciones, así como de su estado intermedio entre realidad y ficción, lo cual viene a confirmar el efecto de la crítica endogámica de este país. Confiesa, asimismo, que Sebald, además de por la mezcla que propone, le interesó por la historia de los dos Kafkas en Vértigo, que habría gustado de escribir él mismo, así como por Robert Walser, a quien dice admirar desde hace tiempoEntrevista mantenida con el autor en su casa de Barcelona el 27 de septiembre de 2003. . No es extraño que Bolaño, poco antes de su muerte, manifestase que la literatura hispanoamericana llamaba más su atención que la española, a excepción de dos autores, Javier Marías y Enrique Vila-Matas, «quienes curiosamente están más cercanos a la tradición anglosajona y alemana que a la española»Fernando Iwasaki en Mercurio, 3 de septiembre de 2003. .

Por último, también SefaradMadrid, Alfaguara, 2001. , de Antonio Muñoz Molina, se ha relacionado numerosas veces con Sebald por parte de la crítica internacional, porque, como Sebald, «viaja entre ficciones, recuerdos, lecturas»Artículo aparecido en El País el 8 de enero de 2004 («The New York Times da una doble bienvenida a Sefarad, de Muñoz Molina»), en el que se hacen eco de la relación Muñoz Molina-Sebald establecida por el crítico Richard Eder. , además de tratar el tema del Holocausto. No deja de ser interesante, como debate literario, el mantenido entre Muñoz Molina y Erich Hackl, prestigioso escritor austríaco y gran conocedor de la lengua y cultura españolas, sobre el tratamiento del Holocausto por parte del escritor jiennense en las páginas de la revista Lateral, núm. 81, septiembre de 2001.

Es evidente que la casi unánime alabanza a quien se considera el redentor de la literatura necesita de alguna voz al menos no rendida hasta la enajenación que, pese a reconocer abiertamente el magisterio del autor, cuestione lo «exagerado» de su prestigio, si bien «en voz muy baja (tal vez por miedo a ser víctimas de una maldición faraónica)», debido en cierto modo a que el nombre de Sebald ha devenido en invocación «para salir bien parados a la hora de responder rápido a la pregunta de qué se está leyendo ahora». No obstante, lo que Rodrigo Fresán cuestiona no es la calidad de Sebald, sino la uniteralidad, la cerrazón y el absolutismo de sus fans, que pretenden ver en Sebald el punto final de la literaturaRodrigo Fresán, «El caso Sebald», en Letras Libres, julio de 2003. .

Otra voz crítica que se ha elevado en las letras españolas con respecto a la obra de Sebald, concretamente con respecto a Los anillos de Saturno, es la de Luis Magrinyà. En un artículo sobre la originalidad y los tópicosLuis Magrinyà, «Tópicos y originalidad», en ABC-Cultural, 3 de septiembre de 2001. , en el que lamenta que la originalidad haya pasado a ser un valor a la baja en parte por el principio de autoridad o, lo que es lo mismo, «el poder de lo establecido, de lo fijado y acríticamente consagrado»Luis Magrinyà, op. cit. , alude a Los anillosde Saturno como «ejemplo evolucionado de literatura de profesor» que «bebe de la concurridísima, aunque por lo visto inagotable fuente borgiana». Magrinyà tacha de «deprimente» el hecho de que un escritor no haya saldado su deuda con Borges, su propia conformidad «con el canon literario imperante», así como que la crítica no sólo no lo recrimine, sino que lo asuma como algo «normal». A Luis Magrinyà le llovieron los reproches.

En definitiva, los motivos del éxito de Sebald en España son varios y de muy diversa índole. Por un lado, Sebald es un académico prestigioso que se incorpora al «género híbrido», tan de moda en la literatura contemporánea, al que dotó de una forma óptica de asociación de lo ficcional con la realidad que al mismo tiempo supone la materialización y perpetuación de un instante, de la memoria, confiriendo valor a detalles materiales y creando literatura total y globalizadora para, en un proceso a la inversa, convertirlo todo en literatura según la concepción más romántica del término. Y lo hace con el dominio y la maestría propia de un gran escritor. Sebald es «un escritor inteligente para un lector con ganas de que le hagan sentir todo lo inteligente que le gustaría ser»Rodrigo Fresán, op. cit. , que complace al lector en su búsqueda y necesidad de leer una buena historia, y al mismo tiempo le satisface no sólo con una, sino con mil y una narraciones, con un libro de libros.

Por otro, tanto su vida literaria como sus obras sintetizan Europa, sus lenguas, su cultura, su belleza y sus miserias de una forma inteligente y contenida, sin caer en la presunción de moralizar y con una perspicaz mezcla de ironía y melancolía bajo la estela de Saturno. Sus libros son un espejo caleidoscópico de la verdad olvidada, recuerdo como denuncia, memoria como acto subversivo, escritura como fijación de la memoria, memoria escrita, denuncia transformada en arte. Y, a su vez, Sebald, la persona, su estilo, sus contenidos, su imagen como escritor raro, escaso, de minorías, el lector exclusivista y exclusivo, el engranaje editorial montado en torno a él, la «crisis de la novela» y del mundo editorial, su muerte acaecida tras la publicación de lo que se ha considerado su obra maestra, todo ello conforma un sistema perfecto que ha derivado en la proclamación de Sebald como autor clásico, imprescindible, seña de identidad de la inteligencia internacional: «Es un éxito más entre escritores y críticos que de público y lectores. A los primeros supongo que les parece fascinante su atrevimiento, sus mezclas, y […] yo creo que muchos han visto el cielo abierto, en la siempre estúpida creencia de que en literatura se pueden aplicar las fórmulas "detectables". Justamente lo detectable es siempre lo más secundario en una obra. Y es asimismo lo que la mayoría de los críticos ve, y sólo eso. Es decir, la mayoría se queda fuera, o in albis, respecto a lo que de verdad cuenta en un libro»Fax citado de Javier Marías..

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