Buscar

De Leibniz a Nietzsche

Protestantismo y Filosofía.La recepción de la Reforma en la filosofía alemana

ARSENIO GINZO FERNÁNDEZ

Publicaciones de la Universidad de Alcalá, Madrid

310 págs.

2.200 ptas.

image_pdfCrear PDF de este artículo.

El subtítulo del libro es fiel a lo que en él nos vamos a encontrar: «la recepción de la Reforma en la filosofía alemana», entendiendo por tal la que va de Leibniz a Niestzche. Ante períodos históricos con tan grandes figuras, la primera reacción es de reticencia; es difícil no frustrar las expectativas del lector cuando son tantos los autores a tratar y de tanta enjundia (al final siempre son escasas las páginas que a cada uno se le pueden dedicar y difícil es decir algo de relevancia). Arsenio Ginzo desafía con éxito a semejante reticencia. Meticuloso, sin avanzar explicaciones sorprendentes que no cuenten con su correspondiente confrontación, el trabajo es el de un historiador riguroso que avanza con continuos «nos vamos a detener un momento en la consideración de este problema» (y tal detención suele ser de tantas páginas como sea necesario). Aun con ello, en modo alguno el texto se ve sobrecargado de datos eruditos que demoren la lectura: el autor puede presumir de un asombroso conocimiento de autores que estudia y maneja todas las obras y hacerlo de una forma asequible casi (el número de notas, más de 600, nos debe decir también algo acerca del modo con el que se ha enfrentado el libro). Lo interesante es, insisto, que no se trata sólo de un trabajo de erudito, sino de una obra de fina orfebrería donde se van engarzando conocimientos para leer la filosofía clásica alemana a la luz de su actitud ante Lutero.

El propósito del libro no es ver qué queda de Lutero en cada uno de los autores de la filosofía clásica alemana. Por el contrario lo que se nos presenta es una interpretación de la filosofía que va de Leibniz a Niestzche desde la clave de su reacción a la Reforma. Clave que no se avanza como la única para distinguir o traducir tal filosofía, pero clave que el texto nos deja aprender que es una herramienta heurística fundamental a la hora de decir algo novedoso e interesante de tal pensamiento. La filosofía clásica alemana se organiza así de un modo nuevo, ajeno a aquella taxonomía de los autores en torno a su visión de la teoría del conocimiento que los neokantianos del siglo pasado nos dejaron como herencia.

Es importante decir que el Lutero al que se hace responder a los autores tratados es un Lutero complejo que se va redefiniendo con el paso de los distintos pensadores que con él dialogan. Ginzo nos muestra que el Lutero con el que Scheleiermacher dialoga que no es el mismo que aquel a quien insulta Niestzche; pues, en suma, «de una forma más o menos selectiva, se vienen reinterpretando y recreando libremente determinados motivos fundamentales de la Reforma, siendo preciso reconocer tanto la proximidad como la distancia respecto a las concepciones originarias» (pág. 224). Incluso con tales matizaciones, aun sufriendo diferentes lecturas, el libro consigue mostrar que Lutero es considerado por todos los autores tratados como el creador de la lengua alemana y de la personalidad alemana (no tardará mucho en decirse que tal personalidad y lenguaje son los que dan cuerpo a la filosofía par excellence): «la gran filosofía alemana, de una u otra manera, se siente la heredera, la consumación-superación de la obra iniciada por los Reformadores» (pág. 183). Si eso fue así, parece lógico utilizar la clave «Reforma» a la hora de interpretar esa gran filosofía.

¿Qué cambia al leer la filosofía alemana con tal clave? Varias lecturas aparecen que pueden hoy sernos interesantes, pero me interesa destacar una: al hilo de las distintas reacciones de los grandes filósofos alemanes ante Lutero se nos va presentando la formación de la subjetividad moderna, los modos en que se forjan en la filosofía clásica alemana la conciencia de sí, la autonomía y la propia idea de hombre. No es casual que la mayoría de los autores tratados subrayen el paralelo entre Descartes y Lutero: ambos forman las dos voces con que la identidad, el sujeto o el hombre (dígase como se prefiera) comienzan a decirse en moderno. Y prestando atención a estas dos voces, la respuesta a la pregunta «¿qué es el hombre?» se aventura entre la espiritualidad religiosa y la racionalidad laica, tomando siempre de una y de otra. El acierto del libro consiste precisamente en mostrarnos que existe un continuo entre Lutero y Descartes, entre la espiritualidad y la razón. Aunque el autor insiste más de una vez en que no debemos identificar meramente las respuestas a la Reforma como planteamientos de la subjetividad moderna, tengo la impresión de que las distintas respuestas y afrontamientos de la Reforma que se van sucediendo en este libro siempre resultan una vuelta a plantear el espíritu religioso (o cómo decir la espiritualidad, o cómo decir aquello que excede la mera razón) para dar cuenta del modo en que podemos comprendernos a nosotros mismos y comprender el mundo que nos rodea. La convergencia de Lutero y Descartes en la filosofía alemana es constante e indica que de alguna manera Religión y Filosofía se allegan con preguntas y temas similares y que lo original de la gran filosofía alemana fue el plantear el tema no como aceptación o rechazo de una u otra, sino reconociendo que ambos discursos planteaban el desafío común de la formación del mundo moderno. ¿Es necesario establecer, con Kant, «una mediación entre la autonomía del hombre ilustrado y la apertura a un complemento sobrenatural»? (pág. 119) ¿Es preciso reconocer en la religión un paso más del camino de la razón?, ¿o una anticipación de lo que el hombre realmente lleva en sí? Las respuestas pueden ser muy diversas (según nos muestra este libro), pero en cualquier caso lo que no cabe es ocultar o superar fácilmente alguno de los dos términos. Al menos la filosofía clásica alemana, la que va de Leibniz a Nietzsche pasando por Fichte hasta Hegel o Schopenhauer, estableció su grandeza intentando plantear y decir esos dos discursos. La genialidad quizás radicara en intentar hablar con un discurso único de esos otros dos discursos que se hacen casi siempre inconmensurables, o en reconocer una complejidad al hombre y su vida para la que nunca se halló discurso alguno; lo cierto es que a través de la conjunción de Lutero y Descartes la lectura de esta época clave en la historia de nuestro mundo es más rica, útil y vibrante que las tradicionales historias al uso.

image_pdfCrear PDF de este artículo.

Ficha técnica

4 '
0

Compartir

También de interés.

Los sistemas políticos modernos