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El poder de las metáforas

Metáforas del poder

J.M. GONZÁLEZ

Alianza, Madrid, 1999

256 págs. 1.400 ptas.

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Las metáforas matan. Las metáforas votan. Ambas metáforas se leen al inicio de este excelente libro. En sus páginas el poder de la metáfora se hace evidente: sus usos políticos y sus vínculos con argumentos de legitimidad o de justificación del poder. Metáfora y política se hallan tan estrechamente unidos en sus páginas, que resulta sorprendente que este tema no haya recibido la atención que merece en la reflexión contemporánea. Porque, ciertamente, la metáfora está con nosotros todo el tiempo: nos orienta, nos confunde, nos constituye, nos explica. Y, sin embargo, aunque la metáfora no ha perdido su fuerza política, ya nadie la ve, se nos ha hecho invisible. El lenguaje de las ciencias sociales la rechaza, el discurso político la considera un adorno sin apenas importancia. Todo el mundo aspira a deshacerse de ella. A desconsiderarla. Me parece, no obstante, que en esto nos ocurre algo similar a lo que José María González nos cuenta que le ocurría a Thomas Hobbes. El autor inglés rechazaba frontalmente la metáfora, sólo para hacerla surgir inadvertida una línea más allá. A sus admoniciones sobre la necesidad de eludir la metáfora, les siguen otras en las que se nos informa que en caso contrario acabaremos «enredado(s) en las palabras, lo mismo que un pájaro preso en la liga, que cuanto más hace por liberarse más enligado está» (cit. págs. 34-35). Una muy metafórica forma de decirlo, desde luego.

El libro que comento hace explícito desde el primer momento su punto de partida: las metáforas resultan fundamentales para nuestra comprensión del lenguaje y de la acción, para la explicación del funcionamiento real de la política (pág. 12). También, añadiría yo, para el desarrollo de un juicio ciudadano capaz de entender lo que ocurre a su alrededor y lo que se hace en su nombre. Si Aristóteles consideraba que para la elocuencia saber utilizarla era «lo más importante con mucho» (Poet., 1459ª), su impacto social y político va mucho más allá de la retórica: invade y regula el mundo de lo aparente, el mundo específicamente político. Y conocerla, aprender de ella, usarla o criticarla, se convierte en una pieza esencial del saber político ciudadano si no queremos que sea cierta aquella afirmación de Joseph Schumpeter: «el ciudadano normal desciende a un nivel inferior de prestación mental tan pronto como penetra en el campo de la política. Argumenta y analiza de manera que él mismo calificaría de infantil si estuviera dentro de la esfera de sus intereses efectivos» (cit. pág. 134).

Estas «analogías congeladas», como las llamó Hannah Arendt, son, pues, mucho más versátiles y fuertes de lo que podría parecer. Y también más abundantes.

Este libro se presenta como el primero de una trilogía sobre estos temas y analiza un conjunto de metáforas cruciales en la historia de la teoría política occidental: los dos cuerpos del rey y el theatrum mundi, la máscara y el cuerpo político, la máquina política y la rueda de la fortuna, las metáforas en las Críticas de Kant y la idea weberiana de política como pacto con el diablo. Incluye también un pequeño epígrafe final sobre las metáforas de la identidad en Charles Taylor, un tipo de metáforas y un tipo de autor que requiere en España hoy de una atención muy particular.

El libro es claro y bien escrito, lleno de información interesante y capaz de dotarnos de argumentos para redescribir nuestra condición política. Y si algo necesitamos en esta época de crisis de la política son, precisamente, redescripciones sugerentes de la realidad. Tomemos un ejemplo. El autor nos informa de la importancia de las metáforas militares y jurídicas en Kant. Nos llama la atención sobre términos como «disciplina de la razón pura» o del uso de palabras como «tribunal de la conciencia» o «ley de la razón». Releer los escritos políticos kantianos manteniendo en mente esas referencias metafóricas puede hacer mucho para comprender el mensaje kantiano ilustrado en términos políticamente muy interesantes. En términos vinculados al poder, no sólo a la libertad, a la regulación y la disciplina, no sólo a la autonomía y a la justicia. En términos ligados a ciertas fórmulas kantianas destinadas a solucionar problemas políticos mediante analogías legitimantes: la libertad está en la sujeción a la razón, la justicia y la autonomía en la disciplina de la ley. Creo que este tipo de relecturas metafóricamente guiadas pueden hacer más por nuestra comprensión de la política que muchos de los trabajos de los especialistas.

Con todo, o quizá por lo mismo, podría reprochársele al autor que su libro no sea más largo, y eso, como ustedes comprenderán, no es un reproche muy usual. Sobre todo a un libro que trata de un enorme abanico de autores (desde Saavedra Fajardo a Milán Kundera) y de un amplísimo rango de disciplinas (de la política o la filosofía a la literatura). De un libro que revela a un estupendo lector en un momento en el que nuestras profesiones nos fuerzan a leer con anteojeras, por especialidades, por hileras. Pero me parece que metáforas contemporáneas como las del Panóptico en Michel Foucault o la comunidad en Alasdair MacIntyre o el velo de la ignorancia en John Rawls o la comunidad ideal de diálogo en Jürgen Habermas, merecen un análisis más pormenorizado, que es de esperar que se aborde en los volúmenes subsiguientes.

Terminaré, claro, con una metáfora (que no es mía). En mi opinión los mejores libros son cajas de herramientas que dan al lector espacio para pensar de otro modo, para releer de otro modo, para enfrentarse de otro modo a su condición política. Este libro, por lo demás accesible y escrito para todo tipo de público, es una de esas cajas. Ahora todo depende de su habilidad, lector.

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Ficha técnica

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