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Leer para enseñar (entre gramática y retórica)

Medieval reading. Grammar, rhetoric and the classical text

SUZANNE REYNOLDS

Cambridge Studies in Medieval Literature, volumen 27.

Cambridge University Press, Cambridge

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Un rasgo fundamental de nuestra cultura es la comprensión del mundo a través de la textualidad, en la medida en que es el lenguaje en su dimensión textual el principal medio de conocimiento y de configuración de las relaciones humanas. La textualidad ha venido instaurándose históricamente como resultado de una secular interacción comunicativa fundamentada en retórica, literatura e interpretación. Importante aportación a la explicación de este rasgo en la Edad Media es esta obra, que se sitúa en el amplio conjunto de modernos excelentes estudios de retórica medieval del que forman parte los debidos a James Murphy, Rita Copeland, Charles Faulhaber, Martin Camargo, Marjorie Woods, Pedro Cátedra, María Asunción Vilaplana, Antonio Alberte, entre otros.

Suzanne Reynolds se ocupa en este libro de la lectura y del aprendizaje del latín –imprescindible base de la formación eclesiástica y civil– en el siglo XII en Inglaterra y en el norte de Francia. Punto clave del libro es la reflexión sobre la utilización de las obras clásicas al servicio de la enseñanza de la lectura, en una época en la que aprender a leer es aprender a leer latín y en la que los autores (auctores) latinos son estudiados en función de la gramática (de la lengua latina, no gramática especulativa, cuyo desarrollo por los «modistas» es posterior). La autora se basa en las glosas hechas a las Sátiras de Horacio en diversos manuscritos del siglo XII por los maestros con el fin de mediar, con su lectura, entre los textos literarios empleados en las clases de gramática y los estudiantes. Es una actividad de proyección textual de la gramática, la enarratio poetarum, explicación de los autores, cuyos textos son modelos de imitación y también laboratorio del análisis lingüístico.

La primera de las dos partes del libro («Contexts for reading») trata del currículum educativo de la época, donde está el estudio de la gramática, que incluye tanto el conocimiento de los textos de los gramáticos –todavía dominan este estudio las obras de Donato y de Prisciano– como el de las obras literarias latinas. Es analizada la posición de la gramática en el trivium medieval (gramática, retórica y lógica).

La tesis central del libro es la confluencia que en las glosas medievales de los textos clásicos se da entre la gramática y la retórica, las cuales ya habían sido objeto de diferenciación en el mundo clásico; Quintiliano las distinguió magistralmente en su Institutio Oratoria. Pero en la enseñanza del latín se disuelven las fronteras entre una y otra dentro del trivium. La gramática, al ocuparse de los textos de los autores, atiende al lenguaje figurado, constituido por figuras y tropos, que es también objeto de la retórica en su parte u operación de elocutio. La complejidad del arte de lenguaje, que agrupa literatura y oratoria, propicia ese derrumbamiento de barreras disciplinares, no limitado a las relaciones entre gramática y retórica, pues afecta también a las que mantienen retórica y poética, que iniciaron en la Antigüedad su vinculación en función del lenguaje figurado. En la Edad Media convergen retórica, poética y gramática en torno al texto literario. Estas disciplinas, formalmente distintas, no pueden sustraerse a una colaboración que hacen inevitable la propia naturaleza y la complejidad de su objeto, así como el carácter complementario de sus métodos para la elucidación de aquél. Entre nosotros, la colaboración entre retórica, poética y lingüística (principalmente la lingüística del texto) es la base de la retórica general de Antonio García Berrio.

La autora plantea la relación entre los textos de los autores latinos y dos tipos de lectores: los maestros, que glosan los textos para la enseñanza de la gramática, y los estudiantes, a los que van destinadas las obras clásicas y las glosas de éstas. La consideración de Reynolds de la gramática como técnica de interpretación se encuentra en la línea de los planteamientos de Rita Copeland en su libro Rhetoric, hermeneutics, and translation in the Middle Ages. Academic traditions and vernacular texts (Cambridge, 1991, volumen 11 de la misma colección), que se ocupa de la hermenéutica que hay en la gramática, cuya finalidad es comprender y hacer comprender los textos literarios. Así, Reynolds examina las glosas como muestras escritas de una lectura de expertos para no expertos, lectura transitiva, mediadora, actividad textual de un intérprete dirigida a otros intérpretes, fundamento del complejo hermenéutico de la transducción propuesta por Lubomír Dolezel. La función del glosador es textual, se dirige al texto y crea texto. Se trata de interpretar textos para producir textos.

La segunda parte del libro, titulada «Reading practice», es una progresión desde la palabra hasta el texto. La autora se ocupa, al tratar de la lectura palabra por palabra, de las glosas de traducción –de tan importante tradición en el ámbito hispánico–, que tienen el interés de ofrecer términos en lengua vernácula al servicio del aprendizaje del latín; y, junto a ellas, de las glosas sinónimas y las derivacionales, de gran interés léxico. Los maestros del siglo XII practican la etimología como estrategia argumentativa; que el glosador produzca discurso a partir de la palabra cuya etimología hace supone un importante acercamiento entre interpretación y retórica. En cuanto a la compositio oracional, la autora analiza la normalización del orden sintáctico latino desde la perspectiva de la lengua vernácula. Aquí se da, como auténtica desautomatización literaria, una tensión entre el orden artístico del texto glosado y las expectativas del lector, satisfechas en el orden de las glosas.

Suzanne Reynolds estudia la actividad glosadora de los maestros en el lenguaje figurado: la enarratio poetarum, propia de la gramática, se ocupa de un componente retórico del texto literario. Gran interés ofrece la explicación de las dos dimensiones que hay en el tratamiento de figuras y tropos, según quien maneje dichos recursos. El estudiante no puede permitirse su uso, pues en su caso se trataría de errores, mientras que en el caso de los auctores son dispositivos embellecedores. Identidad y diferenciación de raíz clásica, los mismos mecanismos de modificación lingüística funcionan tanto en la comisión de errores en el lenguaje común como en la creación de figuras y tropos en el artístico. La autora argumenta sólidamente en favor de su tesis: la convergencia de gramática y retórica en la actividad glosadora.

Por medio de la enarratio, el maestro se hace con las estructuras retóricas del texto y elucida la producción de éste. Las Sátiras son leídas en el siglo XII en busca de la intentio auctoris, estrategia interpretativa implícita en la propia práctica de la glosa. Importante aportación de este libro es la propuesta de un modelo de lectura literaria diferente del de la interpretación alegórica, tan frecuente en la Edad Media. El lector-glosador de las Sátiras persigue el sentido literal y toma como guía la intentio auctoris, basada en la moralización. Sin embargo, en una lectura tan atenta al texto literario y a su sentido literal como la que subyace en las glosas, habría que tener en cuenta también la intentio operis (de acuerdo con la explicación de Umberto Eco en I limiti dell'interpretazione, Milán, 1990).

La lectura de los maestros tiene como finalidad que los estudiantes lleguen a poseer literacy, competencia de lectura y escritura, en la lengua latina. Y este leer para enseñar une necesariamente los esfuerzos de disciplinas que establecen entre sí relaciones que llegan a difuminar los límites existentes entre ellas. Al tratar de la dimensión hermenéutica de la gramática, el libro está planteando la candente cuestión de las conexiones entre retórica y hermenéutica; siguiendo a Schleiermacher, Reynolds establece la complementariedad de ambas: retórica en la producción y hermenéutica en la recepción. No obstante, una concepción actual de la retórica, que no la restringe al espacio de la creación de discurso, permite ampliar esta colaboración, en la que categorías retóricas inicialmente forjadas para la producción textual son adaptadas a la vertiente de la interpretación y, por tanto, al campo de la hermenéutica.

Reynolds establece perfectamente el contexto cultural-metodológico de la actividad interpretativa que estudia. Medieval reading es un libro que cuenta con una exhaustiva documentación de las obras clásicas y medievales de gramática, retórica y poética vigentes o escritas en el siglo XII . El planteamiento de Reynolds supera las limitaciones conceptuales y metodológicas de la teorización centrada en la recepción y fundamenta esta obra como una altamente equilibrada detección y explicación de los problemas de la lectura literaria en el período estudiado. Es una contribución decisiva a una teoría constructiva de la recepción.

Gran dominio del tema y gran inteligencia en su planeamiento y desarrollo caracterizan esta obra de Suzanne Reynolds. El libro está lleno de sugerencias para lectores de disciplinas muy diversas (teoría de la literatura, filología latina, lingüística, historia medieval, historia de la educación, etc.) y permite establecer múltiples relaciones con otros temas y problemas. La bibliografía es muy completa, si bien debería incluir algunos estudios españoles totalmente pertinentes. En definitiva, se trata de una obra imprescindible para el conocimiento de la lectura literaria y de aspectos fundamentales de la consolidación de retórica y gramática como disciplinas de la comunicación textual.

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