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El ciudadano como sujeto moral

Doce visiones de una política de progreso

DIEGO LÓPEZ GARRIDO (COORD.)

Acento Editorial, Madrid, 1998

La izquierda que viene

JULIA NAVARRO, RAIMUNDO CASTRO

Espasa-Calpe, Madrid, 1998

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Hacia octubre de 1989, pocos días antes de la caída del muro de Berlín, publiqué un libro con el título La izquierda: desengaño, resignación y utopía (Madrid, El Drach), en el que trataba de dar cuenta del predicamento de esta corriente política, viéndola en su viaje sin retorno desde el desengaño por los ideales perdidos a la resignación ante el presente de entonces y el intento de sobrevivir formulando de nuevo alguna utopía que otra. La verdad es que aquel libro no suscitó vehementes adhesiones. Desde la caída del muro de Berlín la izquierda, en especial la izquierda no comunista, no ha hecho otra cosa que reflexionar sobre sí misma, su esencia y razón de ser. Los comunistas, tan dados antaño a escribir farragosas disquisiciones sobre asuntos tan abstrusos como fantásticos (leyes de la historia, crisis cíclicas, la desaparición del Estado y del derecho), han caído en un mutismo tan cerrado que parecen haberse hecho autistas. Sin duda, se escribe mucho sobre el fracaso del comunismo (Samuel P. Huntington, Timothy Garton Ash, Miguel Platón, el reciente Libro negro del comunismo) pero siempre desde fuera de la doctrina. Los propios comunistas todavía no han dicho esta boca es mía, ni nos han explicado cómo encaja el Zusammenbruch (hundimiento) de su sistema en la Zusammenbruchstheorie que vaticinaba aun no hace mucho la «crisis general del capitalismo». Seguiremos esperando. En cambio, el socialismo democrático al que, en principio, no afectaba la catástrofe de las tiranías comunistas, no cesa de plantearse su existencia. A comienzos de los años noventa (antes del hundimiento de la URSS en 1991) publiqué un ensayo en El Basilisco de Gustavo Bueno sobre las consecuencias del hundimiento del comunismo para el socialismo democrático. Añadí luego otro sobre la revisión de los postulados de la izquierda que se tradujo a varias lenguas. Hoy, esta preocupación es tan general que un cínico podría decir que el verdadero criterio para discernir entre la izquierda y lo que no lo es es averiguar cuánto tiempo se está dispuesto a gastar preguntando qué sea la izquierda. Tanta y tan enjundiosa es la preocupación por este asunto, que ha llegado a convertirse en un negocio editorial, cuando todos los editores auguraban un negro porvenir al que llaman «libro político». De hecho, mientras escribo este artículo acaban de aparecer otras dos obras relacionadas con el asunto: una de Rafael Díaz Salazar sobre La izquierda y el socialismo y otra de Alfonso Guerra, un Diccionario de la izquierda que válgame el Señor. Los dos libros aquí en comentario tienen algunos elementos en común. Se trata de obras colectivas a las que aportan sus personales visiones dos series de personas de izquierdas (alguna, como Victoria Camps aparece en las dos) y en las que los respectivos coordinadores también se tienen a sí mismos por gentes de izquierdas. Los dos pretenden huir de abstracciones y enraizarse en las cuestiones prácticas de la vida cotidiana. El de Julia Navarro y Raimundo Castro se plantea la búsqueda de los parámetros de la izquierda del siglo XXI. Como los autores son bastante jóvenes, observan el sombrío campo de batalla finisecular de la izquierda con una mirada limpia, noble y relativamente simplificadora. Se plantean los asuntos que entienden esenciales en la configuración de la izquierda «que viene» y, en parte a través de sus propias reflexiones, en parte echando mano de las observaciones de los personajes que luego entrevistan en profundidad, tratan de dar respuesta a asuntos como las diferencias entre la derecha y la izquierda, el Estado del bienestar y la crítica al pensamiento único, el tipo de partido, Europa y los nacionalismos y, la cuestión de la justicia y el problema de la unidad de la izquierda. No será preciso advertir que hay un considerable desnivel entre la capacidad de plantear las cuestiones (sin duda gran competencia profesional de los autores) y la originalidad y novedad de las respuestas que obtienen o ellos mismos aportan: hay diferencias entre la izquierda y la derecha (aunque sean intuitivas y difíciles de especificar); se debe conservar el Estado del Bienestar (si bien debe ser reformado, ¿cuánto?, ¿cómo?); el pensamiento único no pasará (porque ya está aquí); el partido debe ser nuevo, distinto, abierto (mas nadie sabe cómo); Europa es un objetivo y los nacionalismos una peste (pero el objetivo nos es ajeno y la peste, muy cercana); la justicia está como está (lo que no nos lleva muy lejos) y la unidad de la izquierda es un deseo de todo el mundo y una práctica de nadie. A partir de la página 169, el libro es una serie de entrevistas en profundidad a personalidades de la izquierda de muy diferente condición y andadura. Por supuesto, unas son más profundas que otras, pero rara es la que no tiene interés ya que, al tratarse de personalidades, cualquier lector de buena fe sentirá cierta curiosidad por saber qué piensan de los asuntos que preocupan a los autores. En definitiva, un acierto. Sin desmerecer en nada a los que no menciono (pues hay veintiún entrevistados), personalmente he encontrado llamativas y muy provechosas las de Javier Marías (que, en parte es contradictoria con la de Joan Botella), Canogar, Maruja Torres, Gonzalo Suárez y Manuel Rivas. De este último me parece de gran interés su visión del nacionalismo, al que hace compatible con la izquierda. Me gusta esa originalidad. Es curioso que la palabra que más se repite en las entrevistas sea la de ¿La izquierda que viene o la que se va?

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Ficha técnica

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