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Transparencia final

Lírica de una atlántida

JUAN RAMÓN JIMÉNEZ

Galaxia Gutemberg / Círculo de Lectores, Barcelona, 496 págs.

Ed. de Alfonso Alegre Heitzmann

Juan Ramón de viva voz, I y II

JUAN GUERRERO

Pre-Textos, Valencia

Bibliografía de Juan Ramón Jiménez

ANTONIO CAMPOAMOR

Ediciones de la Fundación Juan Ramón Jim énez, Huelva, 944 págs.

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En este fin de siglo, acaso ha llegado el momento de situar la obra y la figura de Juan Ramón Jiménez en el lugar que le corresponde. La edición de dos libros, Lírica de una Atlántida, del mismo Juan Ramón, y Juan Ramón de viva voz, I y II, de Juan Guerrero, nos ofrece, en sus dos aspectos, su imagen verdadera y nos obliga a corregir la visión desenfocada y parcial que del autor de Platero y yo ha predominado desde hace casi cincuenta años. Si Juan Ramón de viva voz, que son notas de conversaciones, nos lleva a su proximidad humana, Lírica de una Atlántida pone de modo completo en nuestras manos su última producción, hasta ahora no reunida y, en parte, inédita. En ambos casos hay que destacar la cuidadosa labor de quienes han hecho que esto sea posible, en el primero de Juan Guerrero, el amigo que, venciendo cualquier obstáculo que le presentara la vida cotidiana, anotaba fielmente cada día sus palabras, y, en el segundo, de Alfonso Alegre Heitzmann, el cual, tras estudiar detenidamente los archivos conservados en la Sala Zenobia y Juan Ramón Jiménez de la Universidad de Puerto Rico, siguiendo el criterio del poeta, ha reconstruido su ordenación última de esta parte de su obra.

De la importancia que tiene el trabajo de Alfonso Alegre nos habla la misma Lírica de una Atlántida, cuya lectura –lejos ya de los obstáculos que presentaba, por ejemplo, la de la edición de Sánchez Barbudo de Dios deseado y deseante, llevada a cabo sin tener en cuenta las indicaciones de su autor– es un ejercicio de ahondamiento progresivo en la esencia del hombre y sus nexos con el universo. Pero también el otro libro, Juan Ramón de vivavoz, contribuye a realzar este esfuerzo ya que en él aparece Juan Ramón ocupándose incesantemente de preparar la edición completa de sus escritos, cosa que no llegó a ver. Movido por este afán, cambia títulos, corrige poemas, los clasifica, estructura o reestructura los libros, edita algunos en hojas sueltas, otros enteros, eligiendo para ello letra, papel, cubierta; es decir, realiza un trabajo, que le lleva hasta diez horas diarias o más, cuando no lo impide su delicada salud.

Esta simbiosis del artista y su obra es, sin duda, el rasgo fundamental del autorretrato que indirectamente constituyen las conversaciones con Juan Guerrero, pero no el único. Destacan también la entrega amistosa cordial y una gran elegancia que acompaña todos los gestos y opiniones del poeta, en el campo literario o en otros, por duras que sean.

Junto al autorretrato de Juan Ramón, surge su retrato, realizado éste del natural por Juan Guerrero. Un día «impone la severidad de su gesto doliente», otro «su figura, mucho más enjuta, parece tallada en madera, y la noble cabeza dibujada por el pincel del Greco». A veces lo presenta «vestido con un pijama fino», otras «ensimismado con la nueva versión de La luna nueva». Ya anda alicaído y «ha tenido que tomar café», ya ha salido al Retiro con Zenobia y ambos encuentran a algún niño «y lo invitan a subir a su coche para proporcionarle una alegría». Y siempre está atento a su escritura, pensando en las palabras –dirá «morenez y no "morenía"», «"granadino" en vez de "granadí"»–, y a su difícil vocación pues «para un escritor, un poeta español, la vida es un heroísmo. Nadie le asiste». Así lo vemos hasta que parte al exilio en 1936, año en que los amigos se separan.

Si lo que nos llega a través de JuanRamón de viva voz es la persona viva y vivo también el entorno espacio-temporal que la rodeaba, Lírica de una Atlántida nos sumerge en lo más profundo de su ser, en aquello que, transformado en arte, salta por encima de ese fragmento huidizo que es la vida. Este volumen reúne la obra escrita precisamente desde el año en que cesan aquellas conversaciones hasta 1954. Son los libros En el otro costado, Una colina meridiana, Dios deseado y deseante y Deríos que se van, algunos de cuyos poemas Octavio Paz definió como «extraordinarias cristalizaciones de nuestra lengua». Al situarlos dentro de la panorámica de Juan Ramón, el editor y prologuista afirma con gran acierto: «El cambio que ahora se produce en su poesía no es ya el de la palabra que se busca y no se halla ("no sé con qué decirlo"), sino el de la palabra que viene a su encuentro ("el venir es un dios") en la «otra voz»; voz que ya no es sólo la del poeta y que sin embargo lo es más que nunca; callada palabra verdadera que hace por fin posible que la poesía sea sólo poesía, pura poesía en la que el mundo se nombra».

En los dos primeros libros recogidos, esa pura poesía se impone por la fuerza de la música verbal que, con frecuencia, induce a la autogénesis del poema («Boca, rosa, boca, rosa») o a los juegos de aliteraciones y sonidos («Con ella y el burlón») y asume ecos de la lírica tradicional española, de san Juan de la Cruz, de Rilke, de la mística oriental o de Manrique cuyas coplas dan título a ese postrer canto de amor a Zenobia que es De ríos que se van. Todo ello nos aproxima intelectual y cordialmente a la obra capital Dios deseado y deseante, expresión de «el todo eterno que es el todo interno», pues el mismo poeta confiesa en el prólogo: «Hoy concreto yo lo divino como una conciencia única, justa, universal de la belleza que está dentro de nosotros y fuera también y al mismo tiempo. Porque nos une, nos unifica a todos, la conciencia del hombre cultivado único sería una forma de deísmo bastante». Nada más adecuado que este libro, estos versos profundos, fruto de una experiencia y una reflexión, en la medida de lo posible, esperanzada, para ayudarnos a ver con serenidad este fin de siglo. Acaso por ello el azar, siempre sabio, ha hecho que aparezca ahora, y no como debió ser hace varios lustros, con la transparente estructura que indicó su autor, galardonado con el Nobel en 1956, dos años antes de su muerte.

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