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Erudición y placer

Breviarium Vitae

ADOLFO GARCÍA ORTEGA

Pre-Textos, Valencia, 483 págs.

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Decía Jaime Gil de Biedma que siempre que pensaba en Juan Gil-Albert le venía a la cabeza la imagen de un sabio. Desde luego que en toda la obra de este gran poeta alicantino se percibe la huella de la sabiduría, de la reflexión, sensual y vital, de «un español que razona», como termina por llamarlo el propio Gil de Biedma en un famoso artículo. Precisamente este poeta y agudo crítico es quien ha dejado uno de los mejores comentarios a la obra, tanto poética como prosística, de Gil-Albert, en su ensayo «Juan Gil-Albert, entre la meditación y el homenaje», recogido en su volumen El pie de la letra. Ya ahí advertía del injusto olvido del que rescatar a tan espléndido escritor y de la cercanía, como pocos, que existía entre Gil-Albert y Cavafis, cercanía que compartía la homosexualidad y el exilio.

Alicantino de Alcoy, nacido en 1906, Juan Gil-Albert formó parte de la generación de escritores que hubo de exiliarse al término de la guerra civil por su total identificación con la República. Gil-Albert, incluso, llegó a escribir un libro de poemas, extraordinario, con evidentes alusiones de cariz político, Son nombres ignorados (1938). Tras un penoso paso por los campos de concentración franceses, tuvo una estancia en América, en concreto en México y Argentina. Regresó a España en 1947 y publicó espaciadamente su obra poética: Elexistir medita su corriente en 1949, Concertar es amor en 1951, La metafísica en 1974, y la Obra poéticacompleta en 1981. Como Cavafis, mezcló siempre en sus poemas la mirada neoclásica, mediterránea por griega y sensual por declaradamente vital, con la expresión autobiográfica, desplegada en el marco simbólico de las imágenes de sus poemas y, muy especialmente, en algunas de sus obras en prosa, como la Crónica general (1974), Memorabilia (1975) y

Breviarium Vitae (1979 y, completa, 1999). Breviarium Vitae es una amplia reunión de anotaciones al hilo de los días, plagado de reflexiones libres, humorísticas, filosóficas, aforísticas, autobiográficas, ensayísticas, literarias. Levanta testimonio, esta prosa desprejuiciada, de una época y de una actitud vital que, en su conjunto, es como repasar las etapas de una vida. La constancia mayor, ya reflejada en sus poemas, e incluso en algunas de sus narraciones, como Valentín, es la de un hedonista que disfruta del conocimiento y de la sensualidad. Porque en la vastedad de Breviarium Vitae cohabitan esos dos polos complementarios: erudición y placer. En la línea meditativa de Leopardi, por las prosas de Gil-Albert asoman la música, la religiosidad de que la que había hecho una muy especial variante, ora mística, ora irónica («Lo religioso es siempre popular porque lo popular es siempre supersticioso») y la sentimentalidad.

En este sentido, Gil-Albert dota a todas sus imágenes y sus reflexiones de una capa sentimental: el amor, la hiperestesia, la hipertrofia en la naturaleza, le convierten en un curioso panteísta que es capaz de ensalzar al hombre, de buscar el lado ético de toda acción humana, y de proyectar esa dimensión moral en la historia y en la naturaleza. Son abundantes las referencias a las injusticias sociales, tantas como alusiones, muy trabadas, a los errores comunistas.

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Ficha técnica

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