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Itinerarios de una mente creativa

JOSÉ MARÍA FONOLLOSA

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La obra publicada del poeta barcelonés José María Fonollosa (19221991) ha sido, hasta hace poco, muy breve y ha pasado prácticamente desapercibida. En 1945 apareció La sombra de la luz y dos años más tarde los cinco poemas de Umbral del silencio en «Entregas de poesía» del siempre alerta Juan Ramón Masoliver. Ya en Cuba, donde el poeta residió de 1951 a 1961, publicó los cuatro mil octosílabos de su Romancero de Martí en el suplemento dominical del diario El País. Pero la obra que ha de revelarlo como uno de los poetas más singulares de la posguerra se ha mantenido inédita a lo largo de cuatro décadas. El manuscrito de Ciudad del hombre está integrado por 236 poemas escritos entre 1947 y 1985. En 1990 aparece, publicada por Sirmio, una selección de 97 poemas con el título de Ciudad del hombre: Nueva York, con prólogo de Pere Gimferrer, y a finales de 1996 los 72 poemas que integran Ciudad del hombre: Barcelona, de Ediciones DVD de Barcelona, con prólogo del responsable de la edición, José Ángel Cilleruelo. Y ahora, en espera de que aparezca una edición de su obra completa, el largo poema narrativo Poetas en la noche.

El verdadero descubridor de Fonollosa es, pues, Pere Gimferrer, quien contó con el entusiasta apoyo del editor Jaume Vallcorba y con la colaboración del propio Fonollosa. Una colaboración que nace de lo que podría llamarse una complicidad o una misma visión de la modernidad. «Las obras de Velázquez, Klee, de Shakespeare, / Bach, Armstrong, La Odisea, Don Quijote, / Sade, Poe, Kafka, Salinas, Gimferrer…, / desaparecerán. Toda la gloria / será nada ese día. Es alto el precio», escribe en Ciudad del hombre: Barcelona. La génesis del descubrimiento del poeta la explica el propio Gimferrer en su prólogo. Uno de los miembros del jurado del premio Ciudad de Barcelona, el poeta escolapio Ramón Castellort (alumno y amigo suyo como lo había sido, ya herido por el cáncer, mío y de Francisco Rico), le dio a conocer el manuscrito de uno de los originales no seleccionados, el mismo que, mucho más desarrollado, iba a leer muchos años más tarde: Ciudad del hombre.

José María Fonollosa no es tanto un poeta marginado por la época como un poeta que ha decidido marginarse de una época con la que poco tenía en común. La defensa de la independencia de la autenticidad frente al poder de los más fuertes, protegidos por la mayoría, aparece ya en Ciudad del hombre: Barcelona («Nunca permitiremos que se premie / tu originalidad. Ser diferente / a nosotros resulta intolerable, / pues somos los normales: los mediocres. / Somos los más. Los fuertes por el número») y será uno de los temas dominantes de Poetas en la noche, donde aparecen mencionados contemporáneos suyos como García Nieto o Susana March. Podríamos añadir nombres más ilustres, entre ellos José Hierro, Carlos Bousoño, Eugenio de Nora, Vicente Gaos, Alfonso Canales o Pablo García Baena, poetas respetables con los que sin embargo poco podía compartir Fonollosa, contemporáneo por otro lado, y es esencial no olvidarlo, de Gabriel Ferrater, Joan Perucho o Joan Brossa.

Por todo lo dicho, se entiende asimismo la razón de ser de Poetas en la noche, culminación de una concepción narrativa del poema, ahora apoyado en un argumento que se centra, a través de cinco jóvenes poetas miembros de una tertulia literaria, en una serie de conflictos amorosos, en una compleja visión de la poesía y la función del poeta en la sociedad y en la relación o ausencia de relación entre el compromiso artístico y el compromiso político, en este caso el catalanismo y la injusticia social. La época en que se desarrolla la acción no es, como se nos dice en la portada del libro, la década de los sesenta sino la de los cuarenta, la misma que con tanta crueldad describe Jesús Pardo en Autorretrato sin retoques, y con notables coincidencias con la que describe Martín-Santos en Tiempo de silencio. Novela también de una noche, aquí una noche de 1947, como lo es esencialmente el Ulises de Joyce, y novela asimismo de sexo y de literatura, con una efímera visita a la cárcel para retratar al héroe sin heroísmo de nuestros tiempos.

Dato esencial, pues Poetas en la noche, con todo lo que puede tener de actual en la relación entre arte convencional y arte renovador, es y quiere ser un largo poema o una novela en verso de una época. Son constantes las referencias a su propia generación («Pobre generación la mía, la nuestra, estamos destinados a no ser / ni tan siquiera un nombre en la poesía. / "Período decadente". Este es el título / que nos agrupará para el olvido»), a la nueva estética, a la vanguardia, a la poesía oficial, a la Falange, al Régimen siempre a punto de hundirse, al prestigio y desprestigio de las tertulias (en el desaparecido Café Términus), e incluso a una especial percepción de lo femenino, del amor y del sexo, incluidos los prostíbulos, de la amistad y de la juventud. Al mismo tiempo, el marco temporal se difumina o amplía con referencias más generales al espíritu contemporáneo, desde el jazz a la amenaza nuclear. Novela, en efecto, de una noche, que es la noche oscura del franquismo y la noche agitada de la ciudad, en este caso de una ciudad muy concreta: Barcelona.

Resulta difícil definir la naturaleza de una obra de una claridad sin precedentes en nuestra literatura, alejada de cualquier esquema conocido, consciente de la vanguardia y alejada de ella, con un humor que no se basa en la deformación de la realidad sino en el desenmascaramiento de nuestra convencional visión de la realidad, audaz en su concepción del arte y de la naturaleza de las relaciones humanas. Cada una de las voces narradoras expresa el desconcierto y la insólita sensatez del poeta que vive la realidad como una aventura. Novela del amor imposible, del sexo reprimido y compartido, de la acción política y de la creación artística, Poetas en la noche ilumina simultáneamente la noche de una época muy concreta en una sociedad muy concreta, la noche de nuestro siglo y la noche del ser humano: noches siempre de compañía y de soledad, de celebración y de tragedia.

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Ficha técnica

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