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De humor y de muertos

Guárdame bajo tierra

RAMÓN SAIZARBITORIA

Alfaguara, Madrid, 496 págs.

Trad. del autor

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Ramón Saizarbitoria (1944), poco conocido hasta ahora por los lectores castellanos, es uno de los novelistas con mayor prestigio en la literatura vasca actual, galardonado en cuatro ocasiones con el Premio de la Crítica en su apartado de euskera, la última en el año 2001 por este libro que también obtuvo el Premio Euskadi y fue finalista en el Nacional de Literatura. Este currículum apabullante no debe conducir, sin embargo, a interpretaciones equívocas y a valorar la obra sólo por sus reconocimientos públicos.

Es posible que Guárdame bajo tierra sea el libro más apropiado del autor para su presentación en castellano si se tienen en cuenta ciertas peculiaridades temáticas y estilísticas que, acordes con el mercado, se acercan a las expectativas del lector: el volumen recoge cinco novelas cortas, un género de metraje cómodo para la lectura, y tal vez por esa razón, y por los satisfactorios porcentajes de ventas, mimado últimamente por los editores; las novelas presentan un sentido y una estructura transparentes y muy alejados de cualquier complejidad; las cinco historias, por último, están contadas con la habilidad, el ingenio y el humor suficientes como para complacer a unos potenciales consumidores de la cultura normalizada actual.

Es decir, Saizarbitoria recurre a una fórmula que ha venido funcionando con soltura en la narrativa reciente y que consiste en presentar asuntos y temas muy atractivos, pues se mueven entre lo intelectual y lo psicológico, sin pretender lo profundo, y entre lo político y lo social, sin proponer lo combativo, y contados con ese tono medio que modelan la mesura y el gusto establecidos. De modo que los resultados a la postre son unos productos correctos, aunque poco valientes porque arriesgan poco, y recordables en la medida en que perdura la sorpresa del humor o del ingenio, que también suele ser fugaz. Así que en la memoria puede quedar, si acaso, el ligero poso que suelen dejar las sensaciones agradables, pero en ningún caso las marcas o las cicatrices de las obras imborrables.

De esta forma, las cinco novelas se dignifican en unos motivos temáticos sugerentes y de proyección trascendente, ya que indagan en el entorno de la muerte, en las ilusiones perdidas y los derechos naturales, en los conflictos interiores y las obsesiones amorosas, en las relaciones personales imposibles y en el recinto sagrado de las creencias ancestrales. Todo ello se configura, no obstante, con un tratamiento humorístico e irónico de las anécdotas cotidianas que, a escasa distancia de los límites entre lo verosímil y lo burlesco, suaviza la gravedad de las tramas y relaja su tensión dramática acumulada.

El humor negro cubre la historia de «La guerra perdida del viejo gudari» y la fatalidad del personaje, que reclama una pensión como excombatiente de la guerra civil al tiempo que busca los restos de su pierna perdida en el campo de batalla. La mirada irónica hacia las psicosis amorosas, y también hacia el psicoanálisis, es el motivo central de «La obsesión de Rossetti», historia metaliteraria de búsquedas, frustraciones y anécdotas inesperadas. Menos interesante, creo, «La paternidad negada de Marcel Martín» plantea la confianza necesaria en la pareja tomando como espejo unos hechos reales de la vida y la muerte de Yves Montand. En cambio, el humor irónico se vuelve más incisivo y explícito en las dos novelas restantes: «Dos corazones en una tumba» insiste de modo corrosivo en los conflictos matrimoniales y en las creencias populares sobre la muerte, los precios de las sepulturas y el traslado de restos, y «El huerto de nuestros mayores» retoma este último asunto como núcleo de la historia de unos personajes que tuvieron protagonismo en la peripecia soportada desde la guerra por los restos y la sepultura de Sabino Arana.

Si a estas historias cotidianas se añade una propuesta de observación desenfadada de las costumbres familiares y sociales en el entorno del País Vasco, del sentir colectivo e individual frente a la opinión pública, puede percibirse de inmediato en Guárdame bajo tierra una intención clara de ceñirse a la realidad más estricta del día a día para transmitirla sin el más mínimo asomo de dramatismo lastimero o de prepotencia demagógica. No parece haber en Saizarbitoria un compromiso social explícito con las posturas políticas, con el ajuste de cuentas ideológico o con la reivindicación nacionalista, sino un proyecto literario que busca la desmitificación de tópicos e ideas preconcebidas que el tiempo y las circunstancias han ido asentando en la imagen habitual de la sociedad vasca.

Y es en el tono literario ligero al que le conduce este desenmascaramiento, ya que transforma en jocoso lo tétrico, y lo fatal y conmovedor en normal, donde, como ya se ha dicho, el libro ofrece la parte más positiva de su elaboración estética, pero también la más criticable, pues la liviandad general del libro no sólo afecta a la visión de la realidad, sino que alcanza incluso al discurso narrativo –lineal, transparente y fácil– al que, por otra parte, nada ayuda la traducción, unas veces descuidada en la sintaxis y el estilo, y otras tan literal que transcribe giros coloquiales vascos inaceptables en el castellano.

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Ficha técnica

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