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El enemigo interior

Foto de familia

IGNACIO MARTÍNEZ DE PISÓN

Anagrama, Barcelona, 1998

162 págs.

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La trayectoria de Ignacio Martínez de Pisón demuestra una atención cíclica al relato breve que lo distancia de la práctica habitual por la que ese género queda reducido a simple trampolín del que, una vez consumado el salto a la novela, nunca más se sabe. Esta última entrega, además, presenta el atractivo añadido de explorar una fórmula de cuento de extensión más reducida, frente a la opción por un tipo de relato cercano a veces a la novela corta, como ocurría sobre todo en El fin de los buenos tiempos (1994).

Precisamente porque aquel modelo de relato extenso parecía el cauce en el que el autor se encontraba más cómodo, lo que sorprende de Foto de familia es la capacidad para condensar en pocas páginas unas historias que continuamente trascienden su condición anecdótica para dar cuenta de toda una existencia, o incluso para alcanzar la dimensión de metáfora (muy evidente esto último en cuentos como «El enemigo interior» o «Danza del espejo»). Un logro atribuible, más que nada, a la pericia en la construcción de personajes y a la complejidad con que son retratados (o autorretratados) en su enfrentamiento como una situación concreta. El caso de «Intemperie de los fosfenos», uno de los mejores relatos del volumen, es paradigmático. Hay en él un hilo conductor que es el ritual nocturno de una pareja que juega a traspasarse en la oscuridad la luminaria de los fosfenos. Pero, poco a poco, en el inicial tono de ternura e intrascendencia de ese esquema argumental se va dando cabida, gracias a una progresión en la voz narradora, a diversos datos, alusiones que explican la crueldad interior del juego, su trama tácita de odios y culpas.

Si existe un criterio que preste unidad a estos cuentos, éste no debería resumirse en el título bajo el que aparece la colección (de hecho, sólo dos cuentos –«Foto de familia» y «Ahora que viene el frío»– podrían definirse como relatos de tema familiar). Por el contrario, en la mayoría de las ocasiones la narración se centra en el desarrollo de una relación entre dos personajes. Una relación, por supuesto, problemática, condenada siempre al fracaso. Hay en este sentido, toda una teoría de la otredad dispersa a lo largo de los textos que integran el libro y resumida simbólicamente en «El enemigo interior», donde el striptease periódico de una mujer ante la garita de un cuartel despierta en los soldados la certidumbre de que la demencia es el único enemigo real intramuros. Sin embargo, ese enemigo interior no se manifiesta si no es en el contacto con el otro, cuando se produce esa «fisura por la que los otros se cuelan» de la que habla un personaje. Y lo más interesante, sin duda, es que a diferencia de lo que hoy por hoy es tan frecuente, esta indagación no cae en las trampas de la introspección torpe y anodina. La sujeción a una peripecia sólida y, al mismo tiempo, sugerente, permite la proyección del tema a niveles mucho más ambiciosos. Estoy pensando, por ejemplo, en el espléndido relato que abre la colección, «La muerte mientras tanto», en el que la convivencia de una pareja en un lugar aislado, unida a la existencia de un diario en el que el hombre va plasmando una faceta de su personalidad desconocida para la mujer, plantean toda una teoría sobre la inestabilidad ontológica del individuo y de la realidad misma (tema caro al autor ya desde Alguien te observa en secreto), al tiempo que una reflexión sobre la escritura como instrumento prefigurador de lo real.

Por lo demás, el libro reitera ciertas claves que peculiarizan la narrativa breve de Martínez de Pisón: la alianza de crueldad y humor, el uso de resortes del relato de misterio, la omnipresencia de un pesimismo no exento de ternura o melancolía. Todo ello esparcido en un puñado de textos en los que (a excepción tal vez de «Chop-suey» y –paradójicamente-«Foto de familia») el interés está asegurado.

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Ficha técnica

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