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El amor en fuga

El eco de las bodas

LUIS MATEO DÍEZ

Alfaguara, Madrid

200 págs.

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Luis Mateo Díez anunció que después de El reino de Celama (integrado por tres ficciones: El espíritu del páramo, La ruina del cielo y El oscurecer) presentaría una «novela oscura, siniestra, turbia, con la belleza y la fascinación de las leyendas», situada en una de sus «misteriosas ciudades de provincia, en la posguerra». El eco de las bodas no es una novela, sino un libro de relatos, y no tiene un aire legendario. Pero aquéllos sí transcurren en ciudades de provincia, no tan misteriosas, y algunos en la posguerra, y sí que tienen algo de oscuros, siniestros y turbios. Aunque esas no sean las palabras que mejor los definen. Quizá la palabra tristeza los defina mejor; una tristeza paradójica, porque lo que sus protagonistas buscan es la felicidad. La buscan en el amor y en la pasión, que a veces conduce al matrimonio. Y ahí reside el problema: matrimonio y pasión son ingredientes que no suelen casar bien.

En «El eco de las bodas», el relato que abre el libro, el más alegórico, se cuenta la historia del cierre de un enorme salón de celebraciones, que podía albergar hasta cinco banquetes diferentes. El cambio de los tiempos y de las costumbres ha hecho que la piqueta lo tire a tierra. Y, sobre todo, se cuenta la vida de dos de los tres matrimonios que se festejaron al mismo tiempo un sábado de junio: los dos matrimonios que fracasaron.

En «El limbo de los amantes», el mejor de los relatos, se cuenta la historia de un hombre y de una mujer maduros, que se hacen amantes por la casualidad y por la fuerza del destino, y que la casualidad y la fuerza del destino, con alguna ayuda de amigos y familiares, consiguen que dejen de ser amantes.

En «La viuda feliz» se cuenta la historia de una mujer que se ha quedado viuda tres veces y que recupera a una amiga de infancia, con la que se crió en un orfanato, y a un hombre que estaba totalmente enamorado de ella.

Del aliento épico de El reino de Celama tampoco queda mucho en El eco de las bodas . Todo funciona en esta colección de relatos en una escala menor y en un tono menor, y se agradece. Es como si Luis Mateo Díez (Villablino, León, 1942) hubiera cruzado del territorio Faulkner al territorio Modiano. Y es que las protagonistas de El eco de las bodas ­­Omega, Lila y Dega– son también, como de las que nos habló Patrick Modiano, unas «desconocidas». Luis Mateo Díez y Patrick Modiano bucean en las historias ocultas, en los acontecimientos subterráneos de las vidas corrientes, en las ciudades de provincia donde aparentemente nada sucede.

Gustave Flaubert también sabía que en la apacible vida de provincias hay torbellinos y pasiones. Lila, protagonista de «El limbo de los amantes», recuerda a Emma Bovary, pero no sólo porque las dos son fanáticas de la lectura. Su marido no sabe apreciarla y continuamente la trata de «petarda» y por eso Lila necesita embarcarse en el adulterio, donde encuentra algo parecido a la salvación. También alguno de sus amantes chulea a Lila, como sus amantes chuleaban a Emma Bovary. Pero cuando tropieza con Fordián, casi un caballero andante, las semejanzas con el personaje de Flaubert se diluyen, porque Lila consigue encontrar el amor verdadero, si bien no durará demasiado.

Aunque el escritor que más se cita en El eco de las bodas no es Gustave Flaubert, sino su contemporáneo Leon Tolstói. Y Ana Karenina, la más infeliz de sus heroínas, puede considerarse la fuente de inspiración de Omega, Lila y Dega. La primera frase de Ana Karenina –«Todas las familias felices se parecen unas a otras; pero cada familia infeliz tiene un motivo diferente para sentirse desgraciada»– parece inspirar la poética de los tres relatos de El eco de las bodas. Quizá por eso, Dega, protagonista de «La viuda feliz», puede afirmar que «una parte de la felicidad consiste en no haber sido antes feliz».

Y quizá también la propia vida de Leon Tolstói tenga que ver con los personajes de El eco de las bodas. Al final de su vida, Tolstói huyó de su casa familiar hasta la estación de Astapovo. La felicidad va unida en Eleco de las bodas con intentos de fuga: Omega intenta huir el día de su boda; Lila quiere salir de su domicilio conyugal; Dega, con su amiga, escapa del orfanato, y durante toda su vida huirá de ciudad en ciudad. Es en esos intentos de desaparición de esas mujeres cuando se topan con los hombres que marcarán su vida: Onofre, otro novio que quiere alejarse de su boda equivocada; Fordián, que trata de superar su rutina alterándola con pequeños despropósitos, como llevar un calcetín de cada color; y Publio, incapaz de expresar su amor, hasta que ya no sirve para mucho.

Tras la metamorfosis de Gregorio Samsa, la familia Samsa tiene que convertir su hogar en una pensión, un «no lugar». El Hotel Bristol, donde muere Dega, o la Fonda Corsino o el Hotel Proserpina, donde celebran su amor furtivo Lila y Fordián, o los Salones Coralina, donde padecen sus desgraciados enlaces Omega y Onofre, también son «no lugares», y en ellos encuentra Luis Mateo Díez escenarios perfectos para sus ficciones. Como La metamorfosis, estos tres relatos tienen mucho, y asumido, de fábula: sus personajes, como amantes, dejan «una huella parecida a la que esparcen algunos insectos» y sus vidas encierran lecciones morales sobre la felicidad y su pérdida.

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Ficha técnica

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