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La saga de los Vidal y Dalt

Crónica de la mucha muerte

FERNÁNDEZ DE CASTRO

Areté, Barcelona

352 págs.

2.950 ptas.

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Todo el mundo conoce la querencia de los escritores catalanes hacia la saga familiar como género literario, quizás por aquello de que en Catalunya la familia, más que una institución, es un negocio. Allí está el caso de Ignasi Agustí y su saga de los Rius, catapultada a la fama por la serie de TVE… El autor de Mariona Rebull pretendía, a través de la microhistoria de una familia, ofrecernos la macrohistoria de un país desde el momento de su resurrección en la revolución industrial hasta su crisis en la guerra civil… Empeño igualmente ambicioso puede considerarse la trilogía de Montserrat Roig (Ramona, Adeu, Temps de Cirere, L'hora Violeta) que suponía la reivindicación de la mujer catalana en este siglo a través de los avatares de las distintas generaciones de una misma familia… Y no me parece ocioso señalar aquí que el reciente libro de Miguel Dalmau sobre Los Goytisolo, aunque se trate de un ensayo, está escrito en forma de saga familiar, de manera que los vicios y virtudes de anteriores generaciones serán los que, en definitiva, marcarán la vida y la conducta de Juan, de Luis y de José Agustín…

Se da ahora el caso de que un autor castellano pero residente en Catalunya desde hace muchos años, Javier Fernández de Castro, ha retomado el género aunque su obra no alcance la brillantez de la de sus ilustres predecesores… Si Agustí se había propuesto novelar el auge y la decadencia de Catalunya en la era moderna y la Roig reflexionar sobre el rol de la mujer en Catalunya, la obra de Fernández de Castro se centra en una reflexión sobre la Catalunya urbana y la rural, la imposible relación entre la cosmopolita Barcelona y ese hinterland semiselvático que es la región del Priorat…

Cuando el joven Severo Vidal i Dalt cae en una profunda poza en los agrestes montes del Priorat arrastra accidentalmente en su caída a una cerda salvaje que se debate entre sus brazos por liberarse… Pero inopinadamente, al llegar al fondo del pozo donde hombre y bestia se han precipitado, el abrazo del animal deja de ser agresivo para tornarse amoroso, de manera que el joven Severo se encuentra de pronto haciéndole el amor a la salvaje bestia que lleva entre sus brazos…

La escena es tan delirante que nos retrotrae a los mejores momentos del realismo mágico de allende mares y es difícil encontrarle antecedentes en nuestra propia narrativa. Pero ilustra perfectamente esa imposible coyunda que existe desde siempre entre la Catalunya urbana y la rural que el propio Ángel Guimerá había señalado en su mítico drama Terra Baixa. Esa imagen de Catalunya creada desde la sensatez y la cordura, desde el «seny», topará inevitablemente con la bestialidad y la irracionalidad que florecen en sus comarcas más recónditas.

En la novela que nos ocupa, Crónica de la mucha muerte, los negocios de una misma familia, los Vidal i Dalt, se reparten entre Barcelona y el Priorat, entre la industria gráfica y las fincas de explotación cinegética, y permiten al autor señalar el profundo abismo que separa esos dos mundos, desde siempre y para siempre irreconciliables… El coito con la jabalina se convertirá así en el rito de pasaje del joven Severo Vidal de uno al otro mundo, el acceso a una nueva forma de existencia que acabará por conquistarle… Y, ya propietario de la finca La Faltarella, tendrá que defenderla de todas las agresiones que el mundo rural sufre de su entorno urbano: la explotación masiva de la caza, la posible manipulación genética de los animales que se crían en cautividad, las masacres de animales que se organizan bajo la denominación de «cacerías», los incendios provocados por cazadores desaprensivos…

Es aquí donde se deja notar el background del autor como «novelista social» de los años setenta y ochenta. Fernández de Castro pone sobre la mesa uno de los problemas más acuciantes que han surgido en la España rural en las últimas décadas, la proliferación de granjas cinegéticas para la cría de animales salvajes en cautividad que a continuación han de ser masivamente sacrificados… Bueno está, parece decirnos Castro, que nos hayamos convertido en una economía de servicios y que España –sus montes y su fauna– se pongan a la venta al mejor postor, pero esta masacre indiscriminada de animales salvajes nos conduce a una encrucijada no ya ecológica sino fundamentalmente ética de difícil resolución.

Si el proyecto de Fernández de Castro es suficientemente sugestivo, la obra se resiente en numerosos aspectos:

1. El autor no advierte al lector que Crónica de la mucha muerte es la continuación de una saga familiar que se inicia con La tierra prometida, de manera que el lector que no ha leído este libro se encuentra in media res.

2. El autor muestra un profundo conocimiento del medio rural y de la región en la que sitúa su novela, lo cual es de agradecer… Pero no lo es tanto el tono excesivamente coloquial –y bastante tosco– del narrador que empobrece –y no enriquece– la historia que nos está contando.

3. Si se introduce la figura del narrador en una novela es importante explicarle al lector la procedencia de esa voz, es decir, la relación personal del narrador con las personas y los hechos que está narrando.

Hechas estas importantes salvedades, pienso que el tema que nos plantea Fernández de Castro es lo suficientemente atractivo como para desear que la saga continúe… El coito del héroe de la historia con la jabalina parecería presagiar mayores portentos –¡si cabe!– en las próximas entregas…

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Ficha técnica

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