A nadie se le escapa que las descripciones en las contraportadas de los libros suelen ser breves textos deficción. En el caso de Continental,el último libro del madrileño David Hernández de la Fuente, la contraportada sostiene que se trata de una novela «de ruptura formal» que tiene porprotagonista a una pareja. Para evitar frustraciones, conviene advertir al lector de que no se trata de una novela, ni en el sentido tradicional ni en el rupturista –la ruptura exige un estado previo de cohesión–, y de que la supuesta pareja protagonista no tiene una existencia clara. Continental, si se quiere adscribir a un género, podría definirse como un libro de fragmentos, un catálogo borgiano de retazos heterogéneos y sin clausurar. Probablemente esté más cerca de los Pasajes de Walter Benjamin que de una «novela con pareja», y así, a mi juicio, hay que interpretarlo.
La primera parte del libro, la más extensa, se estructura en trece fragmentos independientes con nombres de naipes, mientras que las dos últimas sirven de coda y, en cierto modo, de apología. Para dar cohesión a los fragmentos, el narrador hace que en algunos aparezcan los mismos personajes –un hombre con traje marrón, otro con el brazo tatuado, una mujer con acento norteamericano…–, o las mismasciudades y lugares similares –París, Nueva York; un bar llamado Continental, un hotel con el mismo nombre–, pero sin que ello tenga consecuencias para las acciones. Esto sería muy difícil, dado que aquí tienencabida desde la transcripción de una clase de parasitología hasta la sórdida aventura amorosa de un estudiante universitario con su profesor, pasando por los recuerdos de una mujer en un vuelo transatlántico. Al final, en «La carta descubierta», se vislumbran las razones del narrador –Venus tiene al goque ver– para reunir estos «retazos de crónicas».
