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De genes y alimentos

Los genes que comemos, la manipulación genética de los alimentos.

DANIEL RAMÓN

Editorial Algar, Alzira

158 págs.

2.000 ptas.

Argumentos recombinantes, sobre cultivos y alimentos transgénicos

JORGE RIECHMANN

Los Libros de la Catarata. Madrid

158 págs.

1.900 ptas.

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En la actualidad tiene lugar en la sociedad de Europa occidental una polémica apasionada sobre las tecnologías que permiten la manipulación genética de los seres vivos, principalmente de aquellos relacionados con la producción o transformación de los alimentos que comemos. Por las grandes posibilidades de la ingeniería genética de modificar lo que el público percibe como la esencia de la vida, la polémica sobre el uso de los organismos modificados genéticamente (OMGs) tiene una componente importante de prejuicio (en el sentido literal de la palabra) y de pasión. Sin embargo, debido a esas mismas propiedades, es particularmente deseable que tenga lugar un debate social fundamentado y racional sobre el uso de OMGs. Por ello debe ser bien venida la publicación sobre el tema de obras bien documentadas. Los libros que reseñamos aquí pretenden ser tales obras, lo que consiguen de forma desigual.

El primero de ellos (Argumentos recombinantes, de Jorge Riechmann) comienza proponiendo la necesidad de un debate equilibrado sobre el uso de cultivos y alimentos transgénicos. Sin embargo, el autor toma claramente partido en contra desde las primeras páginas, como manifiesta explícitamente ya en la página 14. Esta toma de partido evidentemente anula la posibilidad de debate equilibrado, pero tiene la ventaja de que el lector ya sabe, desde la página 14, cuál es la postura de su autor y, por tanto, a qué atenerse respecto al equilibrio de las 144 páginas restantes. Esta ventaja no es en absoluto desdeñable, ya que en el libro todos los argumentos van apoyados con citas y documentación y, además, se indica al final una bibliografía en castellano sobre el tema. Pues bien, todas estas referencias se han seleccionado en apoyo a las opiniones más críticas del uso de la ingeniería genética, y no hay ninguna a su favor (aunque el autor sin duda las conoce y las cita en el texto sin señalar procedencia).

Lamentablemente tan descarado sesgo hace desmerecer un libro que destaca de forma muy oportuna una serie de puntos relevantes. Uno es la importante diferencia cualitativa entre las tecnologías de transformación genética y las de modificación mediante el intercambio genético sexual, lo que no significa que una de las dos técnicas sea peor ni más peligrosa que la otra. En efecto, como explica claramente el segundo libro comentado (Los genes que comemos, de Daniel Ramón), la transformación genética permite conocer con exactitud la naturaleza del cambio genético generado, lo que no es posible mediante el intercambio sexual (pág. 28).

El libro de Jorge Riechmann también destaca problemas de índole social o política potencialmente asociados al uso de OMGs. Un ejemplo es el peligro de que la tecnología en cuestión pase a ser monopolio de unas pocas empresas transnacionales, y de la retirada de la investigación pública de este campo, lo que no es exclusivo de esta tecnología, como también se reconoce. Otros problemas potenciales están presentados al mismo nivel, aunque sean más remotos. Por ejemplo, la posible perturbación de ecosistemas por el uso de plantas transgénicas, que variará según los casos (y no hay que olvidar que la agricultura conlleva, por definición, la perturbación ecológica).

Por último, presenta como problemas potenciales los que no está en absoluto claro que puedan derivarse del uso de OMGs. Por ejemplo, se señala que el uso de transgenes para resistencia a plagas o patógenos resultará en un mayor consumo de plaguicidas, o en posibles riesgos para la salud humana que presenta, de forma efectista, en paralelo a crisis como la de la encefalitis espongiforme bovina en el Reino Unido (pág. 47). El presentar todos los inconvenientes imaginables como problemas igualmente probables y de importancia similar (cf. tabla en pág. 57) no contribuye a un debate equilibrado sobre el uso de OMGs, sino que confunde y despierta en el lector sospechas de manipulación (no genética) de los argumentos. En raras ocasiones (por ejemplo, pág. 84) el autor toma una actitud más distanciada.

El libro de Daniel Ramón es el de un partidario crítico de las tecnologías de transformación genética, y a lo largo de las 112 páginas iniciales expone de forma muy didáctica lo que estas tecnologías pueden aportar a mejorar la producción y la calidad de los alimentos. Este aspecto no lo desarrolla el libro de Jorge Riechmann, que considera que tales mejoras, en su mayoría, sólo lo son para la sociedad capitalista. Daniel Ramón no se limita a exponer aspectos positivos, sino que reconoce que el uso de OMGs no carece de riesgos, que sopesa de forma equilibrada, y en la última parte del libro (págs. 155-158) hace una exposición magistral de los problemas sociales, éticos y legales que puede comportar esta tecnología. Es muy aconsejable la lectura de este libro, sobre todo a quien lea el primero, por la visión complementaria (más que antagónica) que presenta el tema.

En una lectura comparada hay que considerar que la estructura de ambos libros es muy distinta. El de Daniel Ramón no apoya sus argumentos con citas en el texto sino con una completa bibliografía final. En este sentido, está menos armado para la divulgación y el debate, y como su tono no es militante sino mesurado, al lector no avisado puede parecerle, errónamente, menos documentado que el primero. Ambos libros son de lectura recomendable y aportan información y argumentos a un debate muy actual.

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Ficha técnica

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