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Camba no se acaba nunca

Tangos, jazz-bands y cupletistas. Crónicas musicales, de Caruso a Cléo de Mérode

Julio Camba

Madrid, Fórcola, 2016

272 pp. 22,50 €

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En una de las entrevistas que concedió para Televisión Española, Josep Pla reconoció que la mayoría de sus libros no eran ni más ni menos que recopilaciones de sus mejores escritos aparecidos en la prensa. La razón, explicaba el maestro ampurdanés, es que, cuando la columna o la crónica que se escribe es buena desde el punto de vista de su calidad literaria, porque es el fruto de un proceso de observación, reflexión y maduración, sirve perfectamente igual para la volandera hoja del periódico que para la antología. El problema, según el autor de El cuaderno gris, es que eso no suele suceder muy a menudo, pues lo habitual es que los articulistas escriban textos coyunturales, surgidos al calor de la actualidad y concebidos únicamente para ese efímero soporte del diario o la revista, sin pensar en ningún momento en un hipotético lector del futuro.

Quienes hayan leído algún artículo de Julio Camba (Vilanova de Arousa, 1884-Madrid, 1962) sabrán que este periodista gallego, en su época uno de los mejor pagados del gremio, forma parte por derecho propio de ese selecto grupo de autores a los que aludía de forma implícita Pla, y a los que César González-Ruano llamó en sus memorias, refiriéndose específicamente a los grandes articulistas de su generación, escritores «en periódicos» (autores con talento literario que, por circunstancias diversas, no destacaron en el género de la novela o la poesía, pero sí nos dejaron una imponente obra nacida de sus colaboraciones en la prensa diaria), en oposición a los escritores «de periódicos» o periodistas al uso, dedicados a informar de forma objetiva y sin ninguna pretensión estética. Prueba de ello es que, junto a Manuel Chaves Nogales, Gaziel, Azorín o el propio Pla, Camba es uno de los periodistas españoles de los que más obras se han editado o reeditado (que son cosas distintas) durante los últimos diez o quince años.

A Camba lo han reeditado fundamentalmente algunos pequeños sellos (Luca de Tena, Rey Lear, Alhena Media, Reino de Cordelia, Libros del Silencio, Ediciones del Viento o Renacimiento) que han rescatado del olvido varios de sus títulos más conocidos, añadiendo a esas reediciones prólogos –más o menos útiles y elaborados, según los casos– escritos para la ocasión, con el objetivo de contextualizar y justificar ese rescate editorial. Una labor conjunta cuyo mérito resulta incuestionable, pues ha sido gracias a ella como muchos lectores jóvenes (y otros no tan jóvenes, que han refrescado su lectura de un autor al que tal vez ya no recordaban) han podido acceder a títulos que permanecían en el más completo olvido editorial, descatalogados desde hacía décadas. Ahora bien, si es justo ponderar el valor de estas iniciativas individuales, más lo es aún el de aquellos editores que no se han limitado a reeditar, sino que han apostado por editar –entendiendo aquí por este verbo el hecho de ir más allá de lo ya publicado en vida del autor– incorporando a los materiales ya conocidos otros inéditos (en este caso, artículos publicados en prensa, pero jamás impresos en forma de libro) que han dado pie a la aparición de antologías de artículos creadas ex novo que, al descubrir nuevas parcelas de la producción cambiana, han contribuido de forma decisiva a mejorar nuestro hasta ahora escaso y parcial conocimiento del personaje. Dentro de este segundo bloque figurarían volúmenes como Maneras de ser español (Madrid, Luca de Tena, 2008), Maneras de ser periodista (Madrid, Libros del KO, 2013), ¡Oh, justo, sutil y poderoso veneno! (Logroño, Pepitas de calabaza, 2014), Constantinopla (Sevilla, Renacimiento, 2015) o las tres antologías publicadas por Fórcola Ediciones, Caricaturas y retratos (2013), Crónicas de viaje (2014) y Galicia (2015), a las que ahora viene a sumarse otra nueva.

Tangos, jazz-bands y cuplestistas. Crónicas musicales, de Caruso a Cléo de Mérode es, como su nombre indica, una compilación de las mejores crónicas de tema o fondo musical (nunca mejor dicho) escritas por Julio Camba para varios de los periódicos en que trabajó a lo largo de su extensa carrera (El País, La Correspondencia de España, La Tribuna, El Mundo, ABC o El Sol), y editadas por el filólogo, melómano y buen conocedor del escritor pontevedrés Pedro Ignacio López (no en vano es autor de la única biografía suya publicada hasta la fecha, Julio Camba. El solitario del Palace, así como de la edición de su antología Páginas escogidas, ambas publicadas por Espasa en 2003), autor asimismo de la erudita y sugerente introducción que acompaña a los textos seleccionados. Se trata de un volumen con casi un centenar de artículos, más de la mitad de ellos inéditos en formato de libro, que se completa con un emotivo y autobiográfico prólogo de Javier Jiménez, en el que el responsable de Fórcola explica en detalle su experiencia como editor de obras periodísticas en general y de la obra cambiana en particular.

Por la cantidad y la calidad de los textos, resulta difícil esbozar un resumen del contenido de un libro en el que, sin embargo, sí puedo afirmar sin miedo a equivocarme que está Camba en toda su esencia: con sus virtudes y sus defectos, con su talento innato para la ironía y el humor, y con sus manías y obsesiones más recurrentes. Porque, aunque al lector pueda sorprenderle ver asociado el nombre de Camba al de la música, teniendo en cuenta que el propio periodista dijo en más de una ocasión que carecía por completo de la más mínima sensibilidad musical, la realidad es que dicha afirmación no es más que una de sus habituales boutades lanzadas con el inequívoco objetivo de epatar al respetable. Es verdad, y en esto no podemos contradecirle, que el escritor gallego no fue un experto en temas musicales o un crítico profesional como los que escribían en los periódicos de la época; de hecho, ni siquiera podríamos considerarlo un gran aficionado a ese arte o un entendido en sus entresijos. Pero, como hombre refinado y de buen gusto que fue (pese a haber sido un autodidacta, que ejerció el oficio sin haber pisado jamás una aula universitaria y sin tener el carnet de periodista, Camba fue un señor leído y cultivado), siempre hizo gala de sentir aprecio por la buena literatura, la buena cocina y lo que él consideraba, personal y subjetivamente, buena música.

¿Y qué entendía nuestro hombre por buena música? Como escribe Pedro Ignacio López en su introducción, «a Camba le gustaba ese tipo de música que podemos calificar en general, sin excesivos problemas, como “música clásica ligera”, es decir, que le gustaban unas músicas que eran la versión sonora de ese mismo espíritu ligero y travieso que anima sus artículos: una literatura bastante exigente en su sencillez pero que no quiere tomarse demasiado en serio a sí misma» (pp. 17-18). En efecto, lo que al gallego le gustaba era la música que escuchaba en los sitios que él mismo frecuentaba en Madrid y en las distintas capitales europeas –París, Londres, Berlín, Ginebra o Roma– en las que ejerció como corresponsal: la música ambiente de los bares, los cafés cantantes, los music-halls o los cabarets; no la música de cámara de los teatros y salas exclusivas, o la más exigente y elaborada de las grandes óperas, algunas de las cuales también visitó, todo hay que decirlo. En este sentido, puede decirse que ese cosmopolitismo tan característico de su manera de ver el mundo (cosmopolitismo que, por otro lado, tuvo su contrapeso ideal en ese españolismo patriótico del que nuestro autor nunca logró desprenderse del todo) se traduce aquí en la atención hacia una variedad de géneros –desde lo más modernos en la época, como jazz o el tango, hasta otros más castizos como el cuplé o la revista, pasando, como no podía ser de otra forma, por la música clásica de Beethoven, Mozart, Wagner o Bach– a los que Camba dedicó opiniones y comentarios con la misma sinceridad y mordacidad (y, a veces, con los mismos prejuicios) con que hablaba sin pelos en la lengua del carácter de los alemanes, los ingleses o los franceses.

En definitiva, un libro que indaga por primera vez, y de forma monográfica, en una de las facetas más desconocidas de un autor al que, hace apenas unos años, muchos daban ya por muerto, en el sentido editorial de la palabra. Desde esta perspectiva, la vuelta de estos grandes periodistas de nuestras letras a los escaparates de novedades de las librerías, y su buena acogida por parte de crítica y público, no es tanto un ejercicio de justicia poética, o una ironía del destino, como una lección de historia para quienes consideran que en la literatura española del siglo XX no existe nada más allá del canon, de lo que siempre hemos leído en el instituto y nos han enseñado en las universidades. En el caso particular de Camba, me llama la atención, por poner un ejemplo, que en una de las colecciones que establecen ese canon, la prestigiosa Letras Hispánicas de Cátedra, solo figure una obra suya –Esto, lo otro y lo de más allá (publicada en 1995 y nunca reeditada)– que, por otra parte, no deja de ser un título menor de su producción. Aunque intuyo las razones por las que los grandes sellos editoriales de nuestro país han dejado de lado la obra de estos grandes escritores «en periódicos» de la literatura española (razones de índole estética, pero también de naturaleza u origen ideológico), considero que se trata de un grave error, además de una injusticia para con la memoria de todos y cada uno de ellos. Por suerte, la pasión de algunos editores valientes, que publican al margen de las modas, cuando no lo hacen contra ellas, ha venido a cubrir ese vacío editorial que, de otra forma, seguiría silenciando las voces de quienes, no hace tanto tiempo, cuando en España se leían los periódicos, fueron los mejores de entre los más grandes maestros del oficio.

Francisco Fuster es profesor ayudante doctor en el departamento de Historia Moderna y Contemporánea de la Universidad de Valencia. Su principal línea de investigación se centra en la historia de la cultura española de la Edad de Plata (1900-1939), con especial interés en las obras de Pío Baroja, Azorín, Julio Camba y Rubén Darío, a las que ha dedicado distintos trabajos. Es autor del ensayo de historia cultural Baroja y España. Un amor imposible (Madrid, Fórcola, 2014) y ha editado recientemente La vida de Rubén Darío escrita por él mismo (Madrid, Fondo de Cultura Económica, 2015) y Recuerdo de don Pío Baroja, de Camilo Jose Cela (Madrid, Fórcola, 2015). Es autor del blog El malestar en la (in)cultura.

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