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Las dos vidas de Perucho

De lo maravilloso y lo real

Juan Perucho

Madrid, Fundación Banco Santander, 2014

436 pp. 20 €

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La edición, a cargo de Mercedes Monmany, de este volumen incluido en la Colección Obra Fundamental de la Fundación Banco Santander, supone el regreso por la puerta grande de Juan Perucho a la edición es castellano. Se trata de la recopilación más extensa y completa de su obra breve, que ya contaba con el volumen Fabulaciones, editado por Alianza Tres en 1996, y la Trilogía mágica, en Edhasa, en 2004. A diferencia de estas obras, que reunían libros completos, Monmany ha rastreado toda la producción de Perucho, ha seleccionado los mejores textos y los ha articulado en función de diez temas recurrentes: desde las memorias y recuerdos y la ficción autobiográfica, a la magia, la erudición o las plantas mágicas.

Nacido en Barcelona en 1920, Perucho inició su trayectoria como poeta en catalán, entre el surrealismo y el existencialismo, e incorporó una voz muy singular al panorama de la poesía de posguerra. En la revista clandestina catalana Ariel publicó la primera crítica que apareció en España de la edición inglesa de Ocnos (1942), de Luis Cernuda, que ejerció una influencia decisiva en su paso a la prosa. Entre Ariel e Ínsula se estableció una relación de complicidad y sintonía literaria que se refleja en frecuentes contactos entre Vicente Aleixandre, José Luis Cano y los jóvenes escritores y críticos catalanes Perucho, Josep Romeu, Joan Triadú y Frederic-Pau Verrié, que tiene su reflejo en una correspondencia a varias bandas (que se examina por primera vez en mi recenté biografía Joan Perucho, cendres i diamants. Biografia d’una generació). En este contexto, Perucho –hijo de padre catalán y madre de Medina del Campo–, sirve de enlace entre dos revistas y dos culturas.

Con el modelo de Ocnos, de Luis Cernuda, y de Las cosas del campo (1951), de José Antonio Muñoz Rojas, escribió un primer libro de prosas breves, Diana i la mar morta (1953), un itinerario por los lugares –pueblos como Banyoles o La Granadella, destruido por la guerra–donde ejerció su oficio de juez local. Fue el inicio de una larga trayectoria de escritor en prosa que culminó con dos novelas: Llibre de cavalleries (1957) y Les històries naturals (1960). La primera de ellas coincidió en el tiempo con Merlín y familia, del escritor gallego Álvaro Cunqueiro, y tanto la crítica como los propios autores subrayaron la relación de afinidad (temática medieval, ambiente fantástico, estilo inspirado en la prosa de vanguardia) y la coincidencia de tratarse de dos autores bilingües y periféricos, hasta tal punto que la relación Perucho-Cunqueiro se ha convertido en un tópico de la crítica literaria española. A pesar de ello, las novelas de Perucho tardaron en poder leerse en castellano: Las historias naturales, hasta 1968 y Libro de caballerías hasta 1969. La editorial Destino, que publicó las dos primeras novelas de Perucho en catalán, no consideró viable su versión castellana (a diferencia de los libros de Cunqueiro que editaba puntualmente). Tuvo que publicarlas Perucho en su propia editorial, Táber, y en la editorial Marte.

A finales de 1960, Perucho inició sus colaboraciones en la revista Destino, referente cultural de la clase media barcelonesa, con proyección peninsular. Pequeñas ficciones que subvertían el lenguaje articulístico, reportajes en los lugares donde ejercía como juez (notablemente en Gandesa, en la provincia de Tarragona), que dieron paso a una sección semanal de crítica de arte: «Invención y criterio de las artes». Hasta 1960 Destino había tenido una relación más bien cauta, muy conservadora, con el arte de vanguardia. Perucho habló de los principales artistas y corrientes de manera inteligible, con naturalidad, acompañando a los lectores. Era una crítica de arte basada en el estilo y la mirada del escritor, y en la complicidad con los artistas, muchos de ellos compañeros del autor en los primeros tiempos del franquismo. La relación más estrecha la tuvo con Joan Miró, a quien visitó en su estudio del pasaje del Crédito, en Barcelona, en los primeros años cuarenta, y a quien dedicó diferentes poemas y textos, así como con los artistas del grupo Dau al Set: Antoni Tàpies, Joan Ponç y Modest Cuixart.

Compañeros de generación, Perucho compartía con ellos el gusto por lo mágico.
Paralelamente a la crítica de arte en Destino, Perucho inició una serie de colaboraciones literarias en La Vanguardia. No sé sentía periodista y, aunque escribió algunos artículos de viajes y comentarios de actualidad, prefería la divagación y la especulación erudita. Las colaboraciones en prensa determinaron el paso del catalán al castellano y el bilingüismo posibilista de Perucho. A lo largo de la década de los años sesenta creó un estilo muy personal a partir de unos intereses muy variados: arte, diseño (fue uno de los pioneros en la interpretación cultural del diseño gráfico), joyas, muebles, magia, gastronomía, bibliofilia y vidas de santos. Sus artículos proponían un deambular por diferentes épocas, de la mano de personajes excéntricos y extraordinarios. Al mismo tiempo que daba forma a su obra, Perucho iba modelando su personalidad. En las entrevistas que concedía aparecía rodeado de cuadros y viejos volúmenes en una atmosfera de misterio.

En 1968 tenía cuarenta y ocho años. Era un hombre maduro, con cuatro hijos, juez comarcal, colaborador de la sección de opinión del diario de la burguesía barcelonesa, crítico de arte de la revista de referencia. Su mundo de fantasías y magias conectaba con los intereses de la generación más joven, que intentaba sacudirse las consignas del realismo social. En sus relatos, Perucho introducía elementos que conectaban con la moda de lo pop (que defendió enérgicamente en la sección Invención y criterio de las artes, de Destino) y del camp (la revisitación del pasado desde una perspectiva lúdica). Su obra llamó la atención de jóvenes escritores como Terenci Moix, Baltasar Porcel o Pere Gimferrer.

Fue en esta época cuando creó la editorial Táber, que entre 1968 y 1971 fue un referente de la edición pop en España: literatura fantástica, clásicos de la novela de folletín, libros sobre magia y erotismo. En Táber se publicaron diversos volúmenes de artículos que reúnen la obra breve de Perucho, aparecida en las páginas de Destino y La Vanguardia: Los misterios de Barcelona, Nicéforas y el grifo o Botánica oculta, en castellano, o Aparicions i fantasmes, en catalán. Mientras documentaba mi biografía pude acceder a los archivos de la censura en Alcalá de Henares. La quiebra de Táber en 1971 estuvo motivada, entre otras razones, por las reiteradas prohibiciones de libros, entre ellos el cómic Barbarella, que Perucho quería publicar en su editorial. La quiebra lo dejó fuera de juego: se había comprometido personalmente en el proyecto y había animado a amigos jueces y notarios a que invirtieran en él.

Tras el cierre de Táber, Perucho desaparece del mapa durante prácticamente diez años, en los que sólo se edita un volumen de cuentos-artículos en catalán, Monstruari fantàstic (1976), y algunas –pocas– reediciones. En 1981 se inicia una segunda etapa en la que, llevado por la euforia periodística y editorial, multiplica sus publicaciones en la prensa y los volúmenes de artículos, junto a novelas, libros de poesía y unas memorias.

De lo maravilloso y lo real busca el común denominador de estas dos etapas de Perucho: amante del arte de vanguardia y defensor del retorno al orden, teórico del erotismo y lector de vidas de santos, hedonista y acusador de los desmanes del mundo actual. En la selección predomina el Perucho amable, sonriente, ávido de sensaciones y pletórico de ganas de vivir. El lector descubrirá un mundo de referentes muy personal. Un estilo que, a partir del formato del artículo de periódico, se reviste de la retórica erudita como si fuera un tratado científico de otro tiempo, un discurso ilustrado o un cronicón. En sus momentos más brillantes lleva este juego de ficción posmoderna a una cima de agilidad, inteligencia y humor.
Uno de los aciertos de la selección de Mercedes Monmany es haber dado entrada, junto al mundo fabuloso de Perucho, a textos realistas y biográficos, artículos y capítulos de las memorias Los jardines de la melancolía (1993). Como biógrafo del escritor, puedo decir que las fronteras entre el autor realista y el narrador fantástico son muy leves. Perucho escribió el relato de su vida esquinando aspectos conflictivos, mientras que en sus ficciones, de manera más o menos consciente, dio salida a los traumas de infancia y juventud: el mayor de ellos, la Guerra Civil, que lo alcanzó con dieciséis años. En libros tan aparentemente ajenos al mensaje político como la novela Las historias naturales subyace ese trauma: carlistas y liberales son la transposición en el tiempo de republicanos y nacionales, los escenarios son los mismos de la batalla del Ebro. El vampiro que protagoniza la novela representa la violencia y el mal, un factor externo y ajeno a los hombres. En una de las últimas escenas, el general carlista y el agente liberal se funden en un abrazo. La obra de Perucho busca la reconciliación con uno mismo, con la historia y con el mundo.

Julià Guillamon es escritor y crítico literario. Sus últimos libros son Uh, Garibú (Barcelona, Empúries, 2008), La Moràvia (Barcelona, Galaxia Gutenberg, 2011), Jamás me verá nadie en un ring (Barcelona, Comanegra, 2014) y Joan Perucho, cendres i diamants. Biografia d’una generació (Barcelona, Galaxia Gutenberg, 2015)

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Ficha técnica

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