Buscar

Entre Escila y Caribdis

Peste & Cólera

Patrick Deville

Barcelona, Anagrama, 2014

Trad. de José Manuel Fajardo

240 pp. 18,90 €

image_pdfCrear PDF de este artículo.

Para el francés Patrick Deville, escribir equivale a viajar. Nacido en Saint-Brévin-les- Pins, frente al puerto de Saint-Nazaire, donde no sólo amarran y zarpan barcos, sino que además se fabrican enormes transatlánticos como el Queen Mary II, Deville pasó por Nigeria, Argelia, Cuba, Uruguay o Marruecos mientras completaba sus cinco primeras novelas editadas por Les Éditions de Minuit, sello-emblema del nouveau roman: Cordon-bleu (1987), Longue vue (1988; El catalejo, trad. de Javier Albiñana, Barcelona, Anagrama, 1990), Le Feu d’artifice (1992), La Femme parfaite (1995) y Ces deux-là (2000), que él considera como su última «novela de ficción».

Peste & Cólera sigue la huella de los libros posteriores a este primer ciclo, en los que se combinan por lo común el viaje con la pesquisa histórica y biográfica, y en los que el año 1860 cuenta como fecha simbólica. Pura vida (2004) narraba las peripecias del aventurero estadounidense William Walker, que llegó a ser presidente de Nicaragua entre 1856 y 1857 y acabó asesinado en 1860. Equatoria (2009) ponía en escena a Pierre Savorgnan de Brazza, explorador del río Congo, junto a personajes como David Livingstone, Henry Morton Stanley, Jonas Savimbi, Emin Pacha o el Che Guevara. En cuanto a Kampuchéa (2011), se centraba en Henri Mouhot, joven erudito que en la selva de Camboya, mientras buscaba mariposas, descubrió por azar los templos de Angkor, antes de morir en Laos con apenas treinta y seis años de edad.

El suizo Alexandre Yersin (1863-1943) es el punto de partida para esta nueva «novela de invención sin ficción», según el propio Deville ha calificado a esta segunda secuencia de libros. Una suerte de biografía que evoca, en cierto punto, lo que su compatriota y amigo Jean Echenoz hizo con las vidas de Ravel, Tesla o Zátopek, y que también tiene en común con la trilogía de Echenoz ese raro talento de los escritores franceses para narrar, a diferencia de los británicos, con pocas escenas y con un uso prodigioso del resumen.

En este libro, Deville refiere la vida de un científico y explorador que fue discípulo de Pasteur, admirador de Livingstone, explorador de China y Madagascar, y descubridor (nada menos) del primer bacilo de la peste. La «hermosa locura» de Yersin es fascinante, pero la escritura de Deville (de la mano de la inspirada traducción de José Manuel Fajardo) no tiene nada que envidiarle. En cierto aspecto, tienta pensar que Yersin se parece a Deville como escritor: curioso, cambiante, nómada, imprevisible… «Se le ocurre una idea cada cinco minutos», apunta Deville. «Su curiosidad es enciclopédica». El resultado, a todo esto, es una novela que, como las antecesoras, presenta (por su atmósfera y su marco) ecos míticos de, por ejemplo, Joseph Conrad o el Blaise Cendrars de El oro.

Yersin tiene poco menos de ochenta años cuando, en 1940, emprende un viaje desde Francia hasta su amada Saigón. Un viaje que no es una huida, pero sí casi un milagro, porque los nazis están llegando a París. Un viaje crepuscular, pues acaba de despedirse para siempre –lo intuye– del hotel Lutetia y de otros lugares por los que siente un afecto especial. Un viaje que funciona como «presente» en el libro de Deville y que se alterna con el pasado de Yersin e incluso con ingeniosos e inesperados flash-forwards (prolepsis) en los que aparece, incluso, el mismísimo Deville bajo el apelativo de «fantasma del futuro».

Peste & Cólera es la vida del hiperactivo Yersin (sus muchas vidas, habría dicho Conrad: epidemiólogo, médico a bordo de un barco, expedicionario, fotógrafo, amigo del constructor de automóviles Serpollet, director del hospital de Hanoi, amante de la astronomía, inventor de una especie de Coca-Cola avant la lettre), pero es mucho más que eso. Cuando uno menos lo espera, Deville incrusta historias ajenas y digresiones jugosas: Émile Littré acuñando el término «microbio», el origen de la expresión inglesa posh, los ajustes de cuentas de Louis-Ferdinand Céline con los «pasteurianos» (y viceversa) o, sobre todo, la increíble vida y muerte de Joseph Meister, el primer hombre salvado de la rabia, gracias a Pasteur, y convertido tras ello en el portero-vigilante de la fundación de su salvador. Como una especie de Meister, Yersin será el último superviviente de la banda de Pasteur y ésa es la función que muchos querrán que asuma hacia el final de su vida: una suerte de guardián de mausoleo. Pero no es su temperamento.

«Escribir una biografía es tocar el violín con una partitura», sostiene Deville. Y también: «Podría escribirse una Vida de Yersin como una vida de santo». Lo primero es cierto, si bien no hay dos violinistas ni dos partituras iguales y Deville no sólo opta por una partitura osada, sino que asume la actitud de un intérprete-arreglador, yendo más allá de lo obvio. Lo segundo es el genuino antimodelo de este libro opuesto a una hagiografía, en el que se narra, entre otras cosas, cómo un genio sui generis no se llevó el premio Nobel que sí se llevaron otros de la banda «pasteuriana» como Jules Bordet, André Lwoff o Charles Nicolle, y cómo un notable inventor, acusado por sus colegas de «dispersión», deja de hacerse ilusiones en cuanto a su notoriedad.

Una expresión de la lengua francesa dice que se está «entre la peste y el cólera» cuando debe elegirse entre dos opciones poco y nada halagüeñas o igualmente peligrosas. Entre la espada y la pared. Entre Escila y Caribdis. El libro de Deville parece construirse a partir de opciones que, en muchos casos, son falsos opuestos.

El modelo de educación alemana versus el modelo de educación francesa es uno de los primeros dilemas a los que se enfrenta el bilingüe y huérfano Yersin, cuando muy joven, y aún en Suiza, tiene la opción de elegir, podría decirse, entre ser el futuro «hijo» de Koch o de Pasteur. El modelo alemán, apunta Deville,  es «el curso magistral y teórico», mientras que en París se pregona «la enseñanza clínica a la cabeza del enfermo».

Se trata, apenas, de la primera de varias disyuntivas. La existencia de Yersin podría verse, a grandes rasgos, como una compleja tensión entre el impulso aventurero y el tesón científico. Claro que uno y otro se condensan, se resumen poéticamente cuando vemos, por citar un ejemplo, la emoción de Yersin al tener claro que «nunca volverá a presentarse en la historia de la Humanidad la ocasión de haber sido el vencedor de la peste». Ocasión que Yersin aprovecha, como bien relata Deville, con una apreciable mezcla de azar y de buena suerte.

En cuanto a Peste & Cólera en su conjunto, ¿no podría verse, entre otras cosas, como un libro que impugna las fronteras tradicionales entre ciencia y arte? Durante esos mismos años en que la banda de jóvenes científicos se congrega a la sombra del maestro «de apellido bíblico» (pasteur / pastor), se reúnen también otros grupos como los «parnasianos» y los «saharianos». Son tiempos «absolutamente modernos, de microscopios y jeringas», en los que en simultáneo «se extingue el alejandrino». A este respecto, Deville parafrasea a Leonardo Sciascia: «Sabido es que la ciencia, como la poesía, está a un paso de la locura». Y un capítulo entero establece paralelismos entre Yersin y Rimbaud: «Uno reúne la mayor biblioteca científica de Annam; el otro, la mayor biblioteca científica de Abisinia». Tienen en común –leemos– la soledad y el deseo de «ir más lejos».

La historia de las ciencias, apunta más tarde Deville, se interpreta a menudo «como un bulevar que conduce directamente de la ignorancia a la verdad, pero eso es falso». Como el camino de las artes, es «una red de vías sin salida en las que el pensamiento se extravía y se enreda», una «compilación de fracasos lamentables y a veces divertidos». Algo comparable a los inicios de la aviación, que fueron contemporáneos a su vez de los inicios del cine.

La longevidad de Yersin permite mostrar el paso del siglo XIX y al XX. El siglo XX ha comenzado con «la fanfarria de la Belle Époque», por lo tanto «todavía hay el optimismo de la ciencia y de la técnica». Se trata, acaso, de una de las tareas predilectas de Deville: tender puentes entre esos tiempos en que la naturaleza era «un temible enemigo al que vencer» y estos otros en que es  «una vieja frágil que hay que proteger». Pero la lisa y llana oposición entre pasado y presente, otra falsa dicotomía, es reemplazada aquí por una óptica según la cual el siglo XIX sirve para entender la actualidad.

«Mis libros no son novelas históricas –ha dicho Deville en más de una entrevista– porque lo que más me importa es el hoy». Si Kampuchéa, pese a su larguísimo viaje, terminaba con el juicio a los jemeres rojos en Camboya, no extraña que en Peste & Cólera se llegue hasta el Vietnam contemporáneo, en plena reconstrucción.

Peste & Cólera obtuvo en Francia numerosos galardones, sobre todo el Prix Femina en 2012, y estuvo a un voto de obtener también el histórico premio Goncourt, que fue para Jérôme Ferrari con El sermón sobre la caída de Roma. Resta esperar que Anagrama, tras la excelente decisión de traducir este título aquí reseñado, se ocupe también de los libros anteriores de Patrick Deville, sobre todo de Kampuchéa.

Eduardo Berti es escritor, periodista y traductor. Sus últimos libros son La sombra del púgil (Barcelona, La Otra Orilla, 2008), Lo inolvidable (Madrid, Páginas de Espuma, 2010) y El país imaginado (Madrid, Impedimenta, 2012).

image_pdfCrear PDF de este artículo.
Maquetación 1

Ficha técnica

6 '
0

Compartir

También de interés.

Nueva York, años 30 y 40

Un reino junto al mar

No es casual que el protagonista de La isla de Arturo tenga nombre de rey. Prócida,…