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La verdad más íntima

Historia del erotismo

Georges Bataille

Madrid, Errata Naturae, 2015

Trad. de Javier Palacio Tauste

208 pp. 18 €

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Este libro «va más allá del deseo de compensar un hecho humillante, como es que los hombres se aparten de su verdad más íntima, que quieran ocultarla”, y la proposición así expresada por Georges Bataille en el prólogo sigue dos estrategias: en la primera, que ocupa cien páginas de relectura y cita de autoridades como Marcel Mauss, Jean-Paul Sartre y Claude Lévi-Strauss, el autor sienta las bases históricas, míticas y antropológicas de la ocultación y el tabú sexual, dejando para la segunda, que corresponde a la quinta y sexta parte de la obra, el revelado de las infracciones y formas más extremas del erotismo. De Lévi-Strauss, Bataille toma el concepto de «don» como fundamento de una economía básica del vínculo carnal; cuando un padre o un hermano, en las sociedades patriarcales, dan en matrimonio a una hija o hermana, lo hacen siguiendo la ancestral ley del reparto de las mujeres entre los hombres. De ahí que el tabú del incesto fuese menos un principio de rectitud moral que prohíbe al varón casarse con la hermana, la madre o la hija, que una operación comercial de entrega a un hombre ajeno al núcleo familiar, si bien esa «regla de la donación» es, en realidad, un intercambio o potlatch, pues «sirve a los intereses de aquél que dona, o que sólo dona a cambio de contraprestación».

Sigue después nuestro autor explorando por sí solo el repertorio de los actos y objetos sometidos a prohibición, y así se adentra en el salto de lo bestial a lo humano, desde el momento civil en que la conciencia se siente impelida a excluir la animalidad del campo de lo visible, confinando lo inmundo a la oscuridad y haciendo de la ocultación «la condición de la actividad sexual». Ya que, argumenta Bataille, si bien la existencia humana impuso el horror a toda sexualidad «natural», ese mismo horror impone el valor de atracción del erotismo, que es un subterfugio o una construcción de la fantasía. Relegado a zonas sin luz, el goce erótico se explaya en la desnudez total, aborda extremos de lubricidad y no se arredra ante los excrementos, recordando Bataille el carácter escatológico de la carnalidad latente en las palabras de san Agustín: «inter faeces et urinam nascimur». Ahora bien, el deleite sensual no sólo se experimenta copulando en los oscuros lechos de la lujuria: «Al hablar de sus estados extáticos, los místicos construyeron la imagen de un placer tan grande como incomparable con el simple amor humano», y es ésta una primera formulación de lo que el autor desarrollaría en los Estudios V y VI, «Mística y sensualidad» y «La santidad, el erotismo y la soledad», de su libro capital El erotismo.

A la verdad más íntima y a sus manifestaciones excesivas o patológicas se llega en la sexta parte de Historia del erotismo, donde leemos un esbozo sucinto de asuntos que Bataille trató con más aparato y mayor extensión en libros posteriores (por ejemplo, el sadismo). De hecho, el interés del que ahora publica Errata Naturae, escrito entre el invierno de 1950 y el verano de 1951, es la posibilidad de ver in nuce lo que seis años después cristalizaría, en un año de gran industria y plenitud, con la publicación de sus tres obras maestras, el relato El azul del cielo y sus ensayos La literatura y el mal y el ya citado El erotismo, que estudia con menos palabrería y sin ningún romanticismo los «estados teopáticos» de los santos visionarios, de modo especial santa Teresa, y del propio Jesucristo, en el controvertido fragmento final sobre su sacrificio en la cruz entendido como goce redentor que podría ser susceptible de una «feliz culpa» o pecado de disfrute solitario.

Los puntos más destacables del presente libro son los que enuncian, sin duda con mordiente ironía, el carácter sospechoso del matrimonio, en el que «el valor económico de la mujer transferida contribuye a minimizar el aspecto erótico del pasaje, y en este plano el matrimonio adquiere su sentido habitual de debilitador del deseo y reductor del placer a la nada». Bataille, sin embargo, abre un portillo de salvación gozosa a la institución matrimonial, recordando que la vida sexual dentro de ella «se habría mantenido en los límites del hábito, cercanos al nivel animal», de no haber podido contar el ser humano con las «explosiones desordenadas» impulsadas por el erotismo, concebido así, en páginas muy estimulantes, como recurso imaginario o paralelo que trasciende y alivia nuestra vida sujeta al tedio y la repetición.

En algún capítulo, Historia del erotismo denota su época, resultando así superado no sólo por el curso de los tiempos, sino por el propio pensamiento de Bataille, muy productivo hasta su muerte en 1962, y muy ampliados sus registros con el ingente material póstumo que ha ido publicándose desde entonces. Las páginas sobre la mujer, si bien la sitúan en igualdad de disposición libidinal que el hombre, pecan de un cierto antropologismo decimonónico, del mismo modo que resultan desfasadas sus consideraciones sobre el ocio femenino y la cosmética de la seducción. Las mujeres del tiempo en que escribía el autor eran mucho más susceptibles que hoy, al menos en la sociedad occidental, de ser consideradas objetos de posesión y de deseo en virtud de su condición ociosa; por otro lado, sin embargo, quizás haya cobrado más actualidad su sugerencia de que la «rudeza» de las trabajadoras, actualmente tan explotadas como los hombres, y «la franqueza de las mujeres de negocios» inhiban el deseo viril a favor de las prostitutas, que al menos icónicamente no han variado desde tiempos remotos. Y añade Bataille: «El atractivo de la feminidad para los hombres –y el de la masculinidad para las mujeres– apunta en el erotismo a una forma esencial de sexualidad animal, pero sometida a una profunda modificación». De esa modificación, operada con figuras simbólicas, trata esta obra, una historia de las conquistas públicas de los espacios íntimos, y un alegato en pro de un reino amoroso fuera y dentro del cauce de lo real.

Vicente Molina Foix es escritor, traductor y cineasta. Sus últimos libros son El abrecartas (Barcelona, Anagrama, 2010), El hombre que vendió su propia cama (Barcelona, Anagrama, 2011), La musa furtiva. Poesía, 1967-2012 (Sevilla, Fundación José Manuel Lara, 2013) y, con Luis Cremades, El invitado amargo (Barcelona, Anagrama, 2014).

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