Buscar

Una historia asequible

Tal como éramos. España hace un siglo

RAFAEL NÚÑEZ FLORENCIO

Espasa-Calpe, Madrid, 1998

image_pdfCrear PDF de este artículo.

Son muchas las obras que han ido llegando a nuestras librerías a propósito de los aniversarios del asesinato de Antonio Cánovas y del «Desastre» del 98, en su mayoría reseñadas ya en esta revista. El análisis de estas publicaciones nos proporciona una visión muy interesante de cómo los españoles de fines del siglo XX vemos, si es que miramos, aquellos acontecimientos. Los periodistas con intereses en el pasado han editado crónicas centradas en los sucesos militares. Por el contrario, los historiadores profesionales han dado la espalda al suceso principal del aniversario para reflexionar sobre lo que parece consideran más relevante: el sistema político de la Restauración, que incluye el debate sobre la figura de Cánovas, y el «proceso de modernización» de España. En general, sus trabajos son muy especializados y, por lo tanto, requieren de un conocimiento previo sobre la materia. La mayor parte de los textos tiene una extensión breve y se encuentran en revistas especializadas, catálogos de exposiciones o libros de varios autores. Son, desde luego, estudios monográficos. Esta actitud del mundo académico refleja su consideración del 98 como un hecho de política interior y de mentalidades sociales más que un acontecimiento relevante de nuestra política exterior: el 98 es, por encima de todo, la primera crisis del sistema político de la Restauración.

En segundo lugar, pone de relieve la visión que los historiadores tienen de su propia función: mucho más dirigida a la investigación y formación de futuros profesionales que a la difusión de sus conocimientos en la sociedad. Ese prurito cientifista, patente desde la década de los setenta, es una característica española que no tiene equivalencia en países vecinos como Francia o el Reino Unido, donde es normal encontrar trabajos históricos entre los libros de mayor tirada.

Este problema se une a otro de origen muy distinto pero de consecuencias semejantes. Las reformas de la enseñanza media que los españoles hemos sufrido en las últimas décadas han ido rebajando el umbral del conocimiento hasta llegar a una situación que, como poco, habría que calificar de alarmante. Si el ciudadano no tiene los fundamentos mínimos para poder leer un libro de historia y los historiadores se refugian tras los muros de la Academia enzarzados en un debate gremial, ¿cómo formaremos nuestra conciencia histórica? Si cedemos el terreno a la publicística nacionalista, da igual cuál, ¿quién aportará las interpretaciones rigurosas necesarias para construir nuestra propia identidad nacional?

Libros como España: 1808-1996. El desafío de la modernidad de Fusi y Palafox, el Cánovas de Comellas o el Tal como éramos de Núñez Florencio, con todos los peros interpretativos que se quiera, son estudios serios, profesionales, y perfectamente asequibles para el ciudadano medio, que palian el páramo desierto de la alta divulgación histórica en lengua castellana, de la que tanto se han beneficiado nuestros colegas británicos.

De entre los citados quizás sea el de Núñez el de mayor vocación divulgadora. El profesional disfrutará con su lectura, estará de acuerdo o no con alguna de sus interpretaciones, pero será poco lo que aprenda. Sin embargo, de entre lo mucho publicado en torno a los aniversarios antes mencionados, posiblemente el ciudadano no encuentre otro que sintetice mejor lo que fue la España de la Restauración. Con una prosa cuidada, salvo algún desfallecimiento populista, el libro es una obra histórica dirigida a un público amplio, pero con el rigor y el esfuerzo de objetividad propio de un historiador de oficio, con momentos de arrebato ensayístico, precisamente cuando critica los excesos retóricos del regeneracionismo.

Para quien esto escribe, que es juez y parte, hay acaso una minusvaloración de la amenaza militar y del riesgo de hundimiento de la Monarquía si no se hubiera ido a la guerra. Tampoco comparto la consideración del 98 como crisis menor del sistema. En realidad nada fue igual a partir de entonces: crisis de legitimidad, exigencia de regeneracionismo, problema militar en auge, nacionalismo catalán, emergencia de alternativas antisistema… Pero sobre todo Tal como éramos representa un extraordinario esfuerzo de síntesis, de «historia total» escribe el autor, en la que, sin perder de vista al ciudadano español que tuvo que vivir aquellos años, se va construyendo una visión rica y densa de la España finisecular. Es la suya una perspectiva bastante representativa de lo que los historiadores de hoy piensan sobre aquel período. Quedan atrás las críticas feroces al caciquismo canovista, que olvidaban de dónde se partía –tras la Guerra de la Independencia y las guerras de emancipación de las colonias americanas llegarían tres guerras carlistas, una guerra en Cuba y las revueltas cantonales, en el marco de un cambio de dinastía, una experiencia republicana y la restauración de la casa de Borbón– y tenían demasiado presente hacia dónde se iba: el reinado de Alfonso XIII. Pero no por ello cae en una visión complaciente de Cánovas y de aquel sistema político, ahora reivindicado como paradigma de la modernización de España frente a sus críticos finiseculares. La realidad es compleja y difícilmente tiene cabida en visiones reduccionistas afectadas por el interés del momento.

image_pdfCrear PDF de este artículo.

Ficha técnica

3 '
0

Compartir

También de interés.

La normalidad desquiciada