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Canónicos y apócrifos

TODOS LOS EVANGELIOS. TRADUCCIÓN ÍNTEGRA DE LAS LENGUAS ORIGINALES DE TODOS LOS TEXTOS EVANGÉLICOS CONOCIDOS

Antonio Piñero (ed.)

Edaf, Madrid

668 pp. 25 €

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Todos los evangelios es un libro necesario, porque pone al alcance de sus lectores la información imprescindible para un conocimiento verdaderamente cabal de las circunstancias y el contexto en que nacieron (y, en consecuencia, del valor real que debemos atribuirles) algunos de los textos más influyentes de nuestra historia. El libro muestra a la perfección la variedad del cristianismo primitivo, que históricamente ha quedado enmascarada por la falsa uniformidad que ha pretendido dársele, a partir precisamente de la fijación de un canon de escritos que ha conducido a la marginación, cuando no a la desaparición, de otros muchísimos que, por una u otra razón, se alejaban de las pautas establecidas como canónicas, pero que no han dejado de tener su importante influjo sobre la tradición cristiana y sus doctrinas.

Como indica el título, el volumen recoge, en traducción española realizada a partir de las lenguas en que se han conservado en su versión única o más antigua (griego, latín, copto y árabe), todos los «evangelios» que han llegado hasta nosotros, abarcando un espectro cronológico que ocupa desde la segunda mitad del siglo I d.C. hasta bien entrado el Medievo. Se traducen tanto los evangelios canónicos como los apócrifos, estos últimos cualquiera que sea el estado de conservación en que nos han llegado, sea completos, fragmentarios o a través de citas en otros escritos. En total, el libro ofrece la traducción de más de cincuenta «evangelios», entendiendo por tales «los libros que recogen los hechos y palabras de la vida de Jesús de Nazaret como buena noticia de salvación para todos los seres humanos» (salvo en el caso de uno de los grupos de escritos que más peso cuantitativo tiene en el volumen, los evangelios gnósticos, en cuyo caso el término define «los libros que contienen la revelación del Jesús espiritual, normalmente tras su resurrección, acerca del Dios trascendente, de la esencia espiritual de los elegidos y de su salvación»).

Un acierto del editor, Antonio Piñero, ha sido la ordenación de las obras recopiladas en el volumen. Evidentemente, un orden cronológico estricto hubiera facilitado al lector la percepción de la evolución de las ideas, pero, por el contrario, hubiera supuesto quizá la mezcla de aspectos heterogéneos y, además, hubiera comportado en muchos casos grandes dosis de inseguridad, ya que generalmente conservamos los escritos en versiones bastante posteriores al momento en que fueron compuestos originalmente y con frecuencia no es tarea sencilla determinar con una cierta exactitud la datación de la redacción original. Se ha optado, entonces, por combinar los criterios temático y cronológico, de manera que los textos aparecen agrupados por temas y, dentro de cada apartado, se ordenan siguiendo un criterio cronológico, en la medida en que es posible establecerlo con ciertas garantías. Así, los textos se distribuyen en el volumen de la siguiente manera (la simple enumeración de los apartados generales constituye una buena muestra de la pluralidad de una tradición que ha querido presentarse como uniforme y monolítica):

1. Evangelios canónicos.
2. Evangelios apócrifos: a) Evangelios de la Natividad de Jesús. b) Evangelios de la infancia de Jesús (con Apéndice «Cartas de Jesús»). c) Evangelios de la Pasión y la Resurrección. d) Evangelios asuncionistas (cuyo tema nuclear es la ascensión de la Virgen en cuerpo y alma al cielo, que ha pasado a ser un dogma de la Iglesia). e) Evangelios gnósticos. f) Textos fragmentarios (citas conservadas en textos literarios o eruditos antiguos, pertenecientes a escritos que se han perdido). g) Evangelios de título desconocido (fragmentos conservados en papiros). h) Palabras de Jesús no recogidas en los Evangelios canónicos.

Cierra el volumen el apéndice «La fuente “Q”», en el cual se reconstruye, a partir de la comparación de los evangelios atribuidos a Mateo y Lucas en aquellos lugares en que coinciden muy estrechamente y a la vez no se encuentran en el evangelio atribuido a Marcos, un texto compuesto en griego (quizá traducción temprana de un original arameo) hacia el año 50, obra probablemente de un discípulo de Jesús que se estableció en Galilea tras la muerte de su maestro, y que habría constituido la primera colección escrita de hechos y dichos de Jesús.

Todos los textos van anotados y precedidos de sus correspondientes introducciones. Dado el volumen de textos que se recogen, los autores han llevado a cabo en las introducciones y en las notas un considerable esfuerzo de síntesis para tratar de ofrecer al lector los datos necesarios para una buena comprensión de los textos, su significado y las circunstancias en que fueron escritos, sin que ello supusiera aumentar el tamaño del volumen hasta límites que lo hubieran hecho incompatible con la función divulgativa que pretende. Para ello se ha optado, con muy buen criterio, por encabezar la introducción a cada texto con una ficha sinóptica que proporciona los datos imprescindibles (autor –casi siempre desconocido–, fecha y lugar de composición, lengua original y fuentes que nos han transmitido el texto en cuestión), seguida de una exposición, breve pero rigurosa y completa, del contenido, significado y problemas del texto, que permite situarlo muy adecuadamente dentro de las «corrientes de pensamiento» del cristianismo primitivo. Por su parte, las notas se han reducido necesariamente al mínimo imprescindible y ofrecen al lector información sobre cuestiones históricas, geográficas y de realia, sobre el sentido de términos que no admiten una traducción exacta, sobre pasajes paralelos, sobre problemas de texto y traducción, etc.

Ni que decir tiene que la elaboración de un libro como el que comentamos es una labor erizada de dificultades, que comienzan en los numerosos problemas de establecimiento del texto, comprensión e interpretación de multitud de pasajes (particularmente en los textos gnósticos), y se agravan por los avatares que han conocido estos escritos hasta llegar a nosotros. Se trata, pues, de un trabajo que únicamente puede llevar a buen puerto un bien coordinado grupo de especialistas en los diversos ámbitos del saber que se entrecruzan en estos textos, y que en este caso en concreto han llevado a cabo una labor verdaderamente encomiable. Sus nombres son Gonzalo del Cerro Calderón (textos griegos y latinos), Eugenio Gómez Segura (textos griegos), Fernando Bermejo (textos coptos y griegos), Antonio Piñero Sáenz (coordinador del volumen y traductor de textos coptos y griegos), Francisco García Bazán (textos coptos), José Montserrat Torrens (textos coptos) y Antonio Martínez Castro (textos árabes).
 

Todos los evangelios es, sin duda, un libro importante, porque pone a disposición de un público amplio, de manera rigurosa, objetiva y completa, unos textos que han tenido y tienen una inconmensurable influencia religiosa, cultural y social y que, en el caso concreto de los textos no canónicos, han vivido en la marginalidad y durante mucho tiempo despreciados, cuando no ignorados, por los estudiosos y los cristianos de a pie, bajo la etiqueta de que, por oposición a los evangelios canónicos, los apócrifos son «los que refieren leyendas y mitos frente a los que hablan de hechos». Y divulgar sin rebajar el rigor crítico e intentando mantener la objetividad científica es sumamente difícil, especialmente si se trata de textos y temas como los que recoge y aborda el volumen. Y no tenemos más que recordar, como contraste, el revuelo que provocó entre los medios informativos de masas la publicación en 2006 del Evangelio de Judas, o el tratamiento que la «relación especial» entre Jesús y María Magdalena –presente, por ejemplo, en el gnóstico Evangelio según María– ha recibido en numerosas novelas y películas, desde Jesucristo Superstar hasta El código Da Vinci.

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Ficha técnica

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