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La cultura de la banalización

Respóndeme

SUSANA TAMARO

Seix Barral, Barcelona, 224 págs.

Trad. de Justo Navarro

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El último libro de Susanna Tamaro se presenta como una vuelta a la novela. Una vuelta después de varios años dedicada exclusivamente a escribir textos de compromiso en la prensa católica. Este retorno se presenta, por tanto, como un incentivo para el lector que la encumbró recientemente y que, con toda probabilidad conoce menos a la buena Tamaro, que es la de sus primeros libros: La cabeza en las nubes o Para una voz sola (Seix Barral). Una buena Tamaro que no ha vuelto a escribir y nos deja con una Tamaro «entregada a la causa» a través de un mecanismo que se repite en Respóndeme, que cuenta tres casos de desamparo y violencia en el mundo contemporáneo a través de un lenguaje no tan contemporáneo, un lenguaje «simplemente premoderno», como propone Giuseppe Antonelli analizando el proceso como una «reducción de la realidad a un núcleo de antinomias primarias» en la que se vale de una simplificación de arquetipos («Semplicemente premoderna», L'indice, 6 (2001), pág. 9).

Lo que es cierto es que a Tamaro poco le importa dónde la coloque la crítica y desde que salió el libro en Italia se han suscitado más polémicas ideológicas que reseñas en los periódicos, y se han publicado más entrevistas atendiendo a sus propósitos de autora creyente que a sus intenciones literarias. Fenómenos que se asimilan a otra consecuencia desde el éxito de Donde el corazón te lleve: la tendencia de los críticos a analizar su obra en relación con los datos de ventas o a otros términos vinculados a la caracterización de sus lectores, por los que resultaría que su recepción es, por ejemplo, en Italia, eminentemente femenina, o perteneciente a un entorno católico a pesar de mantener públicamente ciertas posiciones algo inquietantes sobre la maldad y la peligrosa debilidad de los hombres, posiciones, más que feministas, tendencialmente antimasculinas y fuertemente marcadas por lo que Antonelli llama «misoviria».

Tamaro hace que hablemos del mal y no de literatura, que hablemos de la crónica y no de las estrategias de un escritor, que afrontemos el problema en su dimensión social porque no podemos hacerlo como un problema de escritura. Sólo nos queda, en consecuencia, hablar de mecanismos, y no de la esencia de la escritura, del poder de una voz, pues Respóndeme sólo permite hablar de los instrumentos que se evidencian en los recorridos de esta «astuta escritora sin estilo» –como la define Cesare Segre– para contarnos esa lucha entre el bien y el mal que son sus tres historias de crueldad y desamparo: la tragedia de una joven adolescente que reclama la respuesta de Dios («Respóndeme») ante el cúmulo de desgracias y autodestrucción que es su vida; el monólogo de una mujer cuyo matrimonio fue un infierno («El infierno no existe»); la crueldad de un marido cuya obsesión destructiva destroza toda posibilidad de salvación espiritual de su mujer («El bosque en llamas»).

El sistema narrativo de Tamaro retoma de la parábola evangélica los sistemas constructivos más eficaces para convertir las imágenes de la vida cotidiana en símbolos. Estos símbolos tendrán la función de facilitar –y no olvidemos que estamos en términos narrativos «premodernos»– la comprensión, por no decir la aprehensión, de la espiritualidad que pretendidamente se alberga en ellos. El perro blanco que aparece en las tres historias es un ángel, explica la autora, «es la oportunidad de actuar de foma diferente. Sin embargo, sólo en uno de los tres casos consigue su propósito de poner en contacto lo humano con lo divino» (entrevista en La Nazione, 25 de enero de 2001), es decir, un símbolo elemental tomado de la tradición dantesca tan presente entre los referentes literarios que Tamaro maneja en Respóndeme. De hecho, se remite a la imagen del «Lebrel» (il Veltro) que en boca de Virgilio salvará a la humanidad de la violencia destructora representada por la loba, una de las tres fieras emblemáticas del pecado y la maldad, que habían obligado a Dante a detenerse Nel mezzodel cammin aterrorizado en la selva oscura cuando repentinamente se encuentra con el poeta latino, su maestro y autore. La numerología dantesca también quiere estar presente en la compleja relación entre lo uno y lo trino de la Divina Comedia, pero Tamaro, en su reutilización, limita y simplifica la complejidad de sus significados reduciéndolos a hechos anecdóticos: tres son los relatos, el tres aparece como fecha y hora de nacimiento, los núcleos de personajes familiares también se agrupan en tres, así como «el tres es uno» en la intención de crear una única figura emblemática del sufrimiento construida con los perfiles de cada uno de los tres personajes protagonistas.

Tamaro opera un proceso de aplanamiento lingüístico intencionadamente dirigido a ser el vehículo más eficaz para lanzar sus instrucciones. Procedimiento que se formaliza con la diseminación de refranes, sentencias, proverbios, dichos de la sabiduría popular que todo lector conoce o son fácilmente traducibles por simplificatorios y acríticos. A este propósito las tres historias parecen el discurso utilizado en los testimonios de una ronda de personas desgraciadas invitadas a un programa televisivo de media tarde para contar sus miserias en directo, y no voces que deberían alcanzar el valor de «personaje» en literatura. Por todo esto, Tamaro banaliza la literatura, no escribe narrativa sino crónica de sucesos, que es una opción de escritura: «Considero la simplicidad una virtud, una conquista que se consigue sólo con un trabajo duro, el excentricismo y el barroquismo tienen graves límites. Como promedio, para hacer ciento cincuenta páginas, tiro cuatrocientas o quinientas. Creo que el deber del escritor es comunicar, hacerse entender. No considero que sea ningún límite que Donde elcorazón te lleve también haya ido a parar a las manos de gente que nunca había leído un libro. Cada obra tiene múltiples niveles de lectura: bajo el hecho exterior hay a menudo algo más. Donde el corazón te lleve es, por ejemplo, la historia de una mujer que busca la fe y la última página es una invitación a la mística. Pero no todos, ni siquiera entre los cultos, tienen instrumentos para entenderlo», dice desde su página web (www.susannatamaro.it) a sus lectores, divulgando entre ellos la idea de que son privilegiados intérpretes de una verdad que sobrevive por encima de las palabras de los críticos.

Se identifica así con toda una cultura muy del momento, con la cultura de la banalización y de los parques temáticos –la web de Tamaro muestra la fotografía de su último cumpleaños celebrado en uno de ellos–, la cultura de los talk y reality-shows, la cultura de los sucesos y de la muerte en directo. Los lectores participan de ese mismo aplanamiento y de esa triste presencia de la crónica negra a la hora del desayuno; por eso es fácil contactar con ellos, basta usar el mismo lenguaje, transmitiéndoles con complaciente apariencia de novela nuevas historias reales en las que combinar los elementos de esta nueva ola que nos atraviesa: nada de ideologías, nada de esperanzas fuera de un mundo sobrenatural que al final responde, nada de retos fuera de los códigos conocidos, nada de formulaciones que estimulen la imaginación y la inteligencia. Todo está dado, explicado y metabolizado por un sistema en que el entorno mediático fagocita la realidad, la traduce y la devuelve a sus usuarios reducida, empequeñecida, estereotipada, repetitiva, y hasta en sus vertientes más aterradoras, aburrida. En esa misma dimensión se encuentra la última Tamaro que, tratando los mismos materiales que otros escritores del horror, se aleja cada vez más de los grandes como Primo Levi o Ernesto Sábato.

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Ficha técnica

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