Buscar

Recuperación

OÍDO ATENTO A LOS PÁJAROS

Luis Goytisolo

Alfaguara, Madrid

216 pp.

16 euros

image_pdfCrear PDF de este artículo.

Con la contundencia con que siempre hablaba y escribía sobre aspectos críticos, concluía Ricardo Gullón que Antagonía de Luis Goytisolo era uno de los monumentos literarios españoles del siglo XX . Opinión discutible o no, el tiempo puede haberle dado la razón, pues la tetralogía de Goytisolo (sin olvidar Estela del fuego que se aleja o La paradoja del ave migratoria, entre otras) no deja de ser una empresa narrativa ambiciosa y arriesgada que colma las expectativas del lector. En los últimos años, sin embargo, el autor ha publicado obras más ligeras, de fácil y previsible lectura (véanse Pasión licuante o Escalera hacia el cielo), que en gran medida suponen, con relación a las anteriores, una defraudación.

Y, de repente, el novelista ha regresado con la novela que comentamos a sus buenos pasos perdidos, a ese tipo de narrativa nada complaciente con la transparencia o con la facilidad, que se caracteriza por las tramas imprevisibles, por las estructuras innovadoras o por la escritura basada en las elipsis y los silencios, y no en los significados patentes. Es decir, a unas formas literarias que, lejos de fomentar la simple recepción pasiva del lector, le invitan, e incluso le obligan, a implicarse en la interpretación o en la búsqueda de los posibles sentidos de la obra. De modo que en Oído atento a los pájaros nada está establecido de antemano, y siempre hay un más allá que explorar.

Tanto en los contenidos como en sus aspectos técnicos o formales podría decirse, en términos ya repetidos, que la novela presenta una organización caleidoscópica, un montaje de secuencias que van encajando con precisión y rigor, como si fuera un organismo vivo. Pero creemos que su estructura es mucho más rica, que este organismo vivo cobra su sentido completo cuando entran en conflicto las contraposiciones y enfrentamientos dialécticos hasta afianzar todo el texto en un impresionante contrapunto temático y formal.

El contrapunto arranca ya en la configuración de la trama y del espacio y el tiempo narrativos, pues se toman como referencias la España rural del pasado, en el momento de proclamarse la Segunda República, y la España urbana del presente.Ambas referencias, que están relacionadas entre sí por nexos argumentales, son, no obstante, antagónicas en sus coordenadas ideológicas, sociales y políticas: por un lado, se recrean los momentos convulsos de la revolución popular en un pueblo que vivió la dialéctica de su rostro más feo y el efecto de unos hechos y arbitrariedades que le llevaron a su posterior ocultamiento y deterioro; por otro, se analiza el presente de la sociedad del bienestar en la ciudad y en unos personajes (entre ellos, el protagonista) que aportan las claves existenciales de su desorientación.

Goytisolo consigue elevar a categoría de arte, de arte sistemático que enfrenta y armoniza los contrarios, este universo de relaciones humanas. No todo en la República, y el autor lo expresa con valentía, estuvo dirigido por las ideas sociales renovadoras; antes al contrario, muchos de sus episodios (entre ellos, los que relata la novela) surgieron de una tierra abonada por los peores instintos y sentimientos de las personas.

Con igual valentía, echa su mirada al presente para confirmar, no ya los desajustes ideológicos o políticos, sino los fracasos íntimos y personales, que conducen a los seres humanos a llevar una vida inauténtica en sus relaciones cotidianas. El ejemplo lo da el protagonista Ramón Rada, un pintor conocido: ante la falta de sentido en su existencia, la tibieza de sus convicciones y la insatisfacción de su bienestar material, se ve abocado a la reflexión teórica e intelectual, a veces en forma de metaliteratura, y a hurgar en la memoria para descubrir los antecedentes y las claves de su peripecia, tanto vital como estética.

Para establecer este sistema de contraposiciones, el novelista, y ahí se encuentra tal vez lo más sobresaliente del libro, diseña el relato, en primer lugar, mediante una estructura fragmentaria, mediante secuencias narrativas que van superponiéndose con fluidez y sin estridencias en pequeños capítulos de configuración textual muy distinta entre sí. Las secuencias asumen una variada gama de tipos de discursos narrativos, desde la simple narración de hechos a la reflexión teórica y metaliteraria (como había hecho en obras anteriores), desde el testimonio directo de un personaje al fragmento discursivo extraído de un diario o de otro documento escrito, de modo que el conjunto en todas sus partes, con sus elipsis y silencios, como decía al principio, va poniendo a prueba no sólo la percepción del lector, sino también su capacidad de interpretación.

Y, en segundo lugar, como consecuencia de lo anterior, utiliza una enunciación coral, polifónica, con diferentes puntos de vista narrativos según sea la caracterización y la naturaleza de las secuencias. Si bien hay un narrador en tercera persona que sigue la peripecia del protagonista y otro que relata los episodios de la República, no quita para que esos narradores se oculten continuamente y dejen que también los personajes se conviertan en narradores por delegación (el propio Ramón Rada, el Indiano, El Millán, Teresa, etc.), unos para testimoniar el pasado y otros el presente. La consecuencia inmediata es evidente: en esta novela, el lector parece encontrarse como en tierra de nadie, en un terreno inestable y discontinuo que le exige una participación activa en el texto y una atención firme para suplir con su implicación lo que en ella se calla.

 

image_pdfCrear PDF de este artículo.

Ficha técnica

3 '
0

Compartir

También de interés.

Sobre el aprendizaje de la ciudadanía