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Os negriadas

El negrero

LINO NOVÁS CANO

Tusquets, Barcelona, 294 págs.

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Se está produciendo en Portugal un revival de la polémica suscitada en nuestro país por los fastos del Quinto Centenario. Aquellas apasionadas discusiones sobre la nomenclatura misma del descubrimiento, aquella algarabía semántica en torno a una «denominación de origen» (¿conquista?, ¿genocidio? ¿o simplemente «encuentro entre dos pueblos»?) revive ahora en Portugal, incapaz de decidirse entre la conmemoración de la mayor gesta de su historia y la denuncia de sus consecuencias, la barbarie de la esclavitud que azotó el continente africano durante siglos…

La llegada de Vasco de Gama a la India en 1499, poniendo el broche de oro a un siglo de navegaciones y descubrimientos sin precedentes en la historia de la humanidad, sitúa al pueblo portugués en una disyuntiva: ¿echar mano de la magistral obra de Camoens y entonar de nuevo las alabanzas de este pueblo singular o, por el contrario, denunciar el mayor acto de barbarie cometido por la humanidad en su historia más reciente?

Basta con pasearse por la recién inaugurada exposición sobre la esclavitud, nada menos que en los Jerónimos de Belem, para apreciar los titubeos y contradicciones de los portugueses sobre este tema. Allí se pretende informar al público sobre las tribus africanas que fueron afectadas, sobre la demografía negra en Portugal, sobre la pervivencia de ciertos genes en la población actual… Como si los portugueses hubieran ido a África a hacer turismo o los africanos hubieran acudido a la metrópolis a buscar trabajo…

En este contexto, la reciente reedición en nuestro país de la obra de Lino Novás Calvo, El negrero, adquiere todo su valor y toda su importancia. La novela de Novás Calvo describe las aventuras de un marinero español a principios del siglo XIX, es decir, en los últimos años de la trata de negros, cuando la mayor parte de los países europeos han abolido la esclavitud o están a punto de hacerlo. La obra podría muy bien titularse (corrigiendo a Barea) «La forja de un negrero»: «Pedro no tenía nada que quemar, a no ser su alma», nos dice el autor, y nos recuerda a cada paso que para ser negrero era condición indispensable tener el alma (y no el cuerpo) negra: incesto, robo, torturas y asesinatos forman parte indispensable de esta forja del negrero, tan indispensables como lo eran su aprendizaje en el mar, su ascenso en la graduación desde marino a capitán de barco, las durísimas pruebas a las que somete su cuerpo que acaban haciendo de él un témpano de hielo en perfecta consonancia con su alma…

Sólo al alcanzarse este punto cero del sometimiento corporal y de la más absoluta degradación moral, es decir, sólo cuando el hombre deja de ser hombre para convertirse simplemente en otra especie, más cercana al reino animal, sólo en esta forja tan absolutamente opuesta a la que proponía Arturo Barea, se siente el protagonista de la obra de Novás preparado para convertirse en un negrero.

La mayor virtud de esta obra es que nos describe con todo lujo de detalles (fruto de un intensa investigación) el tráfico de esclavos con destino a Cuba, desde su captura en las selvas africanas, su paso por las factorías que los portugueses habían construido en las costas occidentales de África, su embarque en las naves de distintos países que los transportaban al continente americano, las dantescas condiciones de la travesía, la recepción de los supervivientes en Cuba, la descripción de los «ingenios» cubanos donde los esclavos trabajaban en el campo y en la zafra, etc.

Por medio de los viajes de Pedro Blanco (¡insigne apellido!) el lector puede seguir paso a paso todo el proceso de la trata en un momento clave de su historia, cuando por un lado alcanzaba su mayor volumen pero por otro comenzaba a ser contestada por algunas naciones europeas cuya conciencia moral, adormecida durante siglos comenzaba a despertar…

Acabo por donde quizás debería haber empezado… La publicación en 1933 de El negrero constituyó un hecho singular en el panorama literario de aquellos tiempos. La obra está emparentada con la novela de aventuras y la influencia de Baroja y la tradición que él representaba es evidente. En este sentido cabría relacionar El negrero con la obra de Carranque de Ríos, que había «actualizado» la tradición barojiana en los años de la República…

Pero es evidente que la obra tiene un fuerte contenido social, emparentándose así con la obra de Sender, Zugazagoitia, Díaz-Fernández y los demás inauguradores de la novela social en la República. La lucha de razas no era sino el espejo de la lucha de clases que en aquellos momentos se estaba viviendo en España, el trasunto de lo que fue no era sino la atalaya desde la cual el autor contemplaba la dramática realidad española de los años treinta.

El negrero sería, pues, por encima de cualquier otra denominación, una novela histórica, en el mejor sentido de la palabra, es decir, en el sentido de recoger una historia del pasado para proyectarla no ya en el presente (los años de la República) sino incluso en el futuro… Y es ahora, en ese «futuro», cuando el libro aflora de nuevo en nuestras librerías, y el lector actual «recrea» la antigua historia de Novás Calvo en esta España de fin de siglo, cuando la antigua «trata de negros» se convierte en su versión moderna, en la historia de negros maltratados, pasando de los galeones y cutters de antaño a las humildes pateras de hoy.

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Ficha técnica

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