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Propiedad: historia e ideas

LOS ENEMIGOS DEL COMERCIO. HISTORIA DE LAS IDEAS SOBRE LA PROPIEDAD PRIVADA (I)

Antonio Escohotado

Espasa-Calpe, Madrid

616 pp.

24,90 €

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Dentro de las ciencias sociales hay campos que en principio parecen afines, cuyos apelativos pueden confundir, pero que en realidad denominan cosas muy diferentes. La Historia económica, por ejemplo, poco tiene que ver con la Historia de las ideas económicas. Grosso modo, la primera describe el crecimiento económico de las naciones a lo largo del tiempo, mientras la segunda indaga en los escritos de los autores del pasado para extraer de ellos sus ideas económicas. Ambas disciplinas son bien distintas y evolucionan de manera dispar.

El autor apunta en el libro que reseñamos, por ejemplo, que en el Código de Hammurabi –en el siglo XX a.C.– se fijaba una tasa de interés del 33% para los cereales (p. 49). Sin embargo, ningún pensador defiende tan altas tasas de interés hasta posiblemente mediados del siglo XVII, cuando Richard Cantillon afirma que tan altos tipos de interés «no son sólo tolerados, sino, en cierto modo, útiles y necesarios para un Estado».

Esta aclaración es oportuna porque el libro intenta construir una «historia del comunismo» de una manera extensiva. Su objetivo es compaginar historia económica e historia del pensamiento para narrar, por un lado, cómo algunas civilizaciones o simplemente sectas de la historia rechazaron el comercio y la propiedad privada y, por otro lado, las doctrinas de quienes defendieron el pobrismo y la comunidad de bienes. Pero con frecuencia hechos e ideas no caminan de la mano. El autor realiza un recorrido desde la antigua Grecia hasta la Revolución Francesa, dejando pendiente una segunda parte que llegue a nuestros días.

¿Qué balance podemos hacer de la obra de Escohotado? Si pudiéramos fundir algunos de los principales manuales de Historia económica y de Historia del pensamiento económico en un único volumen, de modo que a cada período histórico hiciéramos corresponder hechos con ideas, tendríamos posiblemente la mitad del libro. Aquí está casi todo por el lado de la historia de los hechos: el apogeo y declive del Imperio Romano, la feudalización de la economía medieval, el surgimiento económico en la Baja Edad Media, la crisis del siglo XIV, etc. Por el lado de la historia de las ideas también están el pensamiento económico de Platón, de Aristóteles, de la Escolástica, de la Escuela de Salamanca, el credo económico del mercantilismo, de la Fisiocracia… Un trabajo encomiable, aunque se echa en falta una mayor conexión entre las dos disciplinas, especialmente en lo relativo a la propiedad privada. De la misma forma, sería necesario hacer alusión a algunos de los desfases entre los hechos económicos y las ideas, porque el contexto histórico, siendo importante, no determina totalmente el avance o retroceso en el mundo de las ideas. Los juicios morales desempeñan un importante papel en el cambio de las mentalidades, y el ejemplo citado sobre el cobro de interés es sólo uno de ellos.

Abunda también la historia política y de los movimientos sociales, principalmente en los últimos capítulos, en los que el autor describe con detalle el período revolucionario francés. Si esto es así, cabe preguntarse dónde se encuentra la historia del comunismo. Porque sí, también este libro alberga una historia del comunismo, pero ocupa una parte menor. Y es una lástima, porque resulta ser lo más interesante. La descripción del credo de los «esenios» –una rama del judaísmo en los albores de la era cristiana–, la recopilación de numerosas sectas como la de los «maniqueos» en el siglo III, o los grupos heréticos que proliferaron entre los siglos X y XII, como los «patarinos lombardos», los «enricianos» o los «valdenses», o el origen y evolución del movimiento «taborita» en la Baja Edad Media, constituye la parte más atractiva del libro, como lo es la breve pero interesantísima descripción de las utopías en la literatura francesa del siglo XVIII. El autor describe cómo estos individuos pensaron que, bien en este mundo o en uno hipotético, era posible construir una sociedad sin mercado y en la que la propiedad privada fuese suprimida. El valor añadido de este libro es precisamente éste: saber incorporar a la historia económica y a la historia de las ideas tradicional la descripción de estos movimientos contracapitalistas.

No obstante, Escohotado, en su historia del comunismo, olvida una importante grieta colectivista en la historia de las ideas de la propiedad privada. Tal grieta no estaba presente en la mente de quienes abogaban por la comunidad de bienes, sino en los autores que defendían, al menos como mal menor, la propiedad privada. Porque una cosa era admitir esta propiedad y otra mantenerla cuando está en peligro de muerte una persona por no tener el mínimo vital. Este supuesto de «extrema necesidad», presente en toda discusión sobre la propiedad privada hasta David Hume, daba cabida teórica a que un individuo sin autoridad civil pudiera tomar los bienes ajenos sin el consentimiento del propietario siempre que alegara haber caído en esa grave penuria. Este peligroso supuesto fue muy difícil de rechazar en las ideas sobre la propiedad y, sin embargo, constituye un reducto de comunismo en las teorías a favor del mercado. El autor olvida por completo este argumento quizá debido a que el centro de su atención está en las teorías adversas, algo que nos lleva a reflexionar sobre la necesidad de conocer mejor al enemigo para afrontar con éxito la batalla.

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