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Las energías renovables, con el viento a favor

Las energías renovables: un enfoque político-ecológico

EMILIO MENÉNDEZ PÉREZ

Los libros de la Catarata, Madrid, 1997

237 págs.

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En los últimos dos o tres años, sin grandes alharacas ni excesiva resonancia mediática, se ha puesto en marcha en nuestro país uno de los desarrollos económico-ecológicos más esperanzadores del final de siglo: unrapidísimo despegue de la energía eólica. En mayo de 1997 la potencia instalada en los parques eólicos españoles era de 257 megavatios (MW), mientras que ahora se están ejecutando proyectos –sobre todo en Navarra, Aragón, Canarias, Andalucía y Galicia-que en breve permitirán disponer de 580 MW más: esto es, en menos de dosaños se triplicará la generación deelectricidad procedente del viento, alcanzándose casi los 900 MW (el equivalente a un gran reactor nuclear). Para calibrar el alcance de esta evolución, téngase presente que el cicatero Plan Energético Nacional sólo preveía la instalación de 167 MW de eólica en todo el Estado español durante el decenio de 1991-2000. Lo que está pasando, nada más y nada menos, es que serompen en mil pedazos los interesadosmitos del «carácter necesariamentemarginal» y la «falta de competitividad» de las energías renovables.

Navarra, que tiene instalada actualmente un tercio de la potencia eólica española, produce ya en parques eólicos un 10% de su consumo eléctrico y su objetivo es llegar al 45% en el año 2010 con la instalación de unos 575 MW. Además, la Comunidad Foral,por decisión de su Parlamento, llegará a producir en esa fecha el 100% desu demanda eléctrica mediante energías renovables (añadiendo a la eólica la biomasa, la solar y la minihidráulica). Lo que el establishment energético ha repetido tantas veces que era imposible está sucediendo ante nuestros ojos.

Resulta instructivo recordar que, en nuestro país, Navarra no se incluía entre las zonas que tradicionalmente se consideraban más favorecidas en cuanto a la fuerza de sus vientos. Pero en cuanto se decidió investigar el asunto apareció la sorpresa: los estudios de medición emprendidos a partir de 1990 descubrieron un «yacimiento eólico» muy importante, con un potencial teórico de hasta 2.400 MW. La infraestimación sistemática de las posibilidadesde las energías renovables se debe aque en la mayoría de los casos no sehabían dado ni los primeros pasos para calcular de forma realista su potencial de abastecimiento. En la fase de estudios previos, se identifican en Navarra 72 posibles emplazamientos para parques eólicos; de ellos se desestiman 50, en su mayoría por razones ambientales. Al final, previsiblemente sólo hará falta construir una docena deparques para generar casi el 50% dela electricidad que consumirá Navarraen el 2010.

En este contexto, resulta especialmente oportuna la publicación del documentado estudio de Emilio Menéndez sobre las energías renovables. Y adquiere un carácter casi simbólico que siendo su autor un directivo de ENDESA –ingeniero de minas y jefe de división de I+D en la compañía eléctrica–, nada sospechoso de radicalismo ecologista, el libro venga avalado por un prólogo de Ladislao Martínez, experto de AEDENAT en cuestiones energéticas y dirigente histórico del movimiento antinuclear.

Las virtudes del libro son su claridad expositiva, con una buena organización del material que aborda; la habilidad didáctica para conseguir transmitir al profano contenidos no pocas veces complejos de forma accesible; el excelente nivel técnico y la actualidad de todos los datos e informaciones; la atención que se presta a los específicos problemas energéticos de los países del Sur; y la honestidad intelectual con que se reconoce que el desarrollo de las energías renovables –y los obstáculos puestos a este desarrollo– son cuestiones políticas y no primordialmente económicas. Sólo empañan estas calidades una prosa castellana en ocasiones un punto desmañada, y cierto exceso de conservadurismo que se evidencia en la aceptación incuestionada de determinados supuestos (como cuando se dice, por ejemplo, que «hemos de asumir que las altas temperaturas que sufrimos en los veranos nos llevarán a una mayor demanda de energía para refrigeración y aire acondicionado» en la página 51: ¿por qué no apostar más bien por la generalización de la construcción bioclimática, que proporciona confort térmico reduciendo radicalmente el consumo de energía?). Una cosa es el realismo que toma lo dado como punto de partida, otra el fatalismo que se somete a lo dado como un horizonte irrebasable.

En total, en 1997 la energía eólica empleaba en España a unas tres mil personas (incluyendo empleos directos e indirectos). En el contexto expansivo actual, es factible proponerse instalar 9.000 MW para el año 2010 (el equivalente a nueve grandes reactores nucleares): ello permitiría producir 20.515 GWh al año, más del 10% del consumo eléctrico, creándose 9.000 empleos fijos en la producción de aerogeneradores y 3.600 en la explotación. El prejuicio de que las fuentes renovables nopodrían nunca hacer más que unaaportación marginal al consumo energético ha saltado en España por losaires (como ha ocurrido en otros países como Dinamarca, Alemania u Holanda).

A mi entender, cualquier persona con sensibilidad ecológica debería felicitarse por este desarrollo. No obstante, el rápido despegue de la energía eólica se encuentra hoy bajo ataques cruzados que provienen de extremos opuestos del espectro político: por un lado, quienes representan los intereses del statu quo energético, donde sobresalen las grandes multinacionales petroleras –las «Siete Hermanas», dos compañías europeas y cinco estadounidenses–; por otro lado, sectores miopemente conservacionistas o antiindustriales a ultranza del movimiento ecologista, para quienes el pequeño número de aves muertas al chocar contra las palas de los aerogeneradores, o el impacto visual de los parques eólicos en el paisaje, llegan a constituir razones para boicotear esta alternativa energética. Otra vez se tocan los extremos. Resulta curioso, en este sentido, comparar textos representativos de estas dos corrientes de opinión antagónicas. Uno toma por un lado –por ejemplo– el extenso artículo «Nutzung der Windenergie – ein wirtschaftlicher und ökologischer Irrweg» («Aprovechamiento de la energía eólica: un error económico y ecológico») de Otfried Wolfrum, profesor de la Universidad Técnica de Damstadt en Alemania y portavoz de los intereses de las petroleras, texto publicado el 23 de septiembre de 1997 en el FrankfurterAllgemeine Zeitung (el diario del gran capital); y toma por el otro lado –por ejemplo– el artículo «Navarra: tratado de eolomanía aplicada» publicado por las mismas fechas –noviembrediciembre de 1997– en una pequeña revista libertaria española, La lletra, por Julio, que firma sólo con su nombre de pila y la indicación «Asamblea anti-Tren de Alta Velocidad de Iruñea». Pues bien: la argumentación de amboscoincide llamativamente, casi puntopor punto. Ello no desvaloriza los argumentos, claro está, pero sí que debiera darnos qué pensar. La oposición a una sociedad industrial sustentable puede provenir tanto de quienes defienden el actual statu quo –un tipo de sociedad industrial ecológicamente insostenible– como de quienes se oponen a la sociedad industrial tout court.

Un rápido desarrollo de las energías renovables reducirá nuestra dependencia extrema (hoy, las dos terceras partes del suministro de nuestra energía primaria proceden del exterior), disminuirá el impacto ambiental de las actividades de aprovisionamiento de energía, permitirá hacer frente al posible cambio climático originado por el «efecto invernadero», renovará la industria española y le abrirá nuevos mercados, y sentará las bases para cambiar de modelo energético (reduciendo drásticamente el consumo de combustibles fósiles y cerrando las centrales nucleares). Las energías renovables, de Emilio Menéndez, es una buena lectura para acompañar ese cambio necesario y contribuir a fomentarlo.

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Ficha técnica

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