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Sobre el azar

Ladrón de árboles

PEDRO SOROLLA

Ediciones del Bronce, Barcelona, 1998

127 págs.

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Durante casi dos siglos se ha prolongado una inagotable tradición cuentística a uno y otro lado del Atlántico. Este fluir narrativo ha conseguido, a través de la forma concisa y el chispazo del cuento, mostrar el constante desajuste de la realidad y la apariencia, romper la normalidad mediante la sorpresa o la casualidad y resumir en una anécdota escasa la totalidad de una vida.

Ladrón de árboles, primer libro de cuentos de Pedro Sorela, recoge estos rasgos existenciales, estructurales y formales. Son cuentos, por otra parte, que se diferencian notablemente de las novelas publicadas hasta ahora por el autor. Las novelas de Sorela se han caracterizado en general por las densas atmósferas creadas en torno a los personajes, por la complejidad de los mundos interiores y por la morosidad de la escritura. Los cuentos de este libro, sin embargo, aunque en ocasiones sigan indagando en el interior de los personajes o remansen el ritmo de la escritura, se inclinan casi en su totalidad por restringir la visión existencial a un contexto mínimo, a una anécdota en la que, como destellos fugaces y cegadores, las circunstancias se transforman en sorpresas e imprevistos, casualidades y giros insólitos de la realidad, que cambian de golpe el desarrollo sucesivo y lógico de la existencia humana.

Nada transcurre de igual modo ni los personajes son los mismos cuando en la realidad cotidiana surgen estos mecanismos repentinos e inesperados del destino o del azar. El destino transforma los caracteres más banales y habituales de una biografía en sus reversos y los mundos posibles en sus correspondientes imaginarios, de manera que no parecen responder al orden lógico, sino a caprichos de la contingencia o a resortes impensados que proporciona la misma vida, para suplantar de modo arbitrario el haz de las cosas por su envés desconocido o apenas insospechado.

De esta manera, Ladrón de árboles presenta, con la excepción de algún cuento que cede a la frivolidad gratuita, un conjunto de personajes, de muy variada condición personal y social, siempre sujetos a los vaivenes caprichosos de un destino, accidental e insignificante en apariencia, que rompe el orden correlativo de su decurso vital; unos personajes cuyo interior torturado se sitúa entre la obsesión y el determinismo y favorece la presencia de temas y asuntos recurrentes.

Por ejemplo, un despiste de la memoria o una avería en el coche pueden echar a perder una posible relación prevista o un encuentro planificado, un abrupto despertar en medio de la noche por el ruido de un avión o por otros ruidos incómodos puede ser el comienzo de una nueva vida o el de una buena amistad, una confusión o una sospecha puede poner un final trágico al viaje turístico de unos amantes, un encuentro fortuito puede convertirse en una experiencia inolvidable, un nombre desconocido en una agenda puede dar paso a una obsesión enajenada, la salida de un concierto antes de su conclusión a causa de un ruido molesto puede ajustar las piezas del azar para un accidente mortal en la autopista, o, en fin, el robo casual de una cámara fotográfica puede augurar el comienzo de una historia.

Sin descuidar su actitud de búsqueda formal o su intención renovadora en los puntos de vista narrativos o en las estructuras, Pedro Sorela ha escrito, no obstante, unos cuentos de mucha más fácil lectura que la de sus novelas. No sólo es más concisa y transparente su escritura, semejante a la del reportaje, sino también más restrictiva la composición de la trama en la que no tienen cabida los elementos superfluos. Sólo se echa de menos, a veces, una mayor intensificación dramática en el lenguaje o en el carácter de los escenarios y los personajes, los cuales, por concesión a la ligereza de la modernidad actual, ceden su terreno ante las anécdotas y los espacios cosmopolitas.

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Ficha técnica

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