Buscar

Cristianos y musulmanes

THE VICTORS AND THE VANQUISHED: CHRISTIANS AND MUSLIMS OF CATALONIA AND ARAGON, 1050-1300

Brian A. Catlos

Cambridge University Press, Cambridge

image_pdfCrear PDF de este artículo.

Estamos ante un estudio de la población musulmana del valle del Ebro que examina cómo vivió antes y después de la conquista cristiana de finales del siglo XI y comienzos del XII. Antes del derrumbamiento de los brillantes pero completamente divididos reinos de taifa de la España musulmana, esta región en concreto era conocida como la Thaghr al-Aqs-a, la «Marcha más lejana» en la frontera nororiental con la cristiandad. Gobernada por AragónCataluña, la población mudéjar de la Thaghr se vio subordinada, pero no sometida o empujada, a un lugar marginal o irrelevante con el rápido avance de la reconquista. Catlos se opone a esos historiadores que han dado una visión de la sociedad islámica bajo dominio cristiano asediada y con carencias culturales, y ofrece en su lugar una visión optimista de la posición de los mudéjares en esta parte de la Corona de Aragón. La población de la Thaghr obtuvo un tratamiento favorable tras rendirse a los gobernantes cristianos y estos acuerdos se cumplieron hasta el punto de que hubo poca migración exterior de la población antes del siglo XIV. Catlos pone el énfasis en la resistencia indirecta, la adaptación y la supervivencia, de la sociedad musulmana bajo la ocupación cristiana, que conoció incluso un período de florecimiento.

Catlos utiliza una impresionante variedad de fuentes en gran medida inéditas para resaltar la continuidad entre los modelos de vida establecidos antes de la conquista y cómo los habitantes islámicos de la Thaghr vivían como una comunidad subordinada pero razonablemente autónoma bajo el dominio cristiano. Ciertos indicios supuestos de declive, como un menor uso del árabe o una disminución del comercio, no tuvieron lugar en absoluto en la Thaghr. Incluso rasgos aparentemente negativos se interpretan favorablemente, de modo que, por ejemplo, la práctica de los cristianos de importar esclavos musulmanes se considera «renovadora» y «alentadora» de la cultura lingüística y religiosa de la región (pp. 236-238). Del mismo modo, la exitosa carrera de un funcionario local corrupto nombrado por el rey se utiliza para mostrar qué bien conectados estaban al menos algunos musulmanes con los círculos del poder (pp. 357-365).

Por encima de todo, los mudéjares se examinan aquí partiendo de preocupaciones típicamente norteafricanas por lo que en el lenguaje académico recibe los nombres de «voz» y «acción». Catlos es compasivamente renuente a utilizar términos de la jerga académica pero, sin embargo, existe un trasfondo intelectual en su optimista interpretación. Los historiadores de todas las épocas en Estados Unidos y Canadá se han sentido fascinados por la capacidad de los pueblos oprimidos para comprender, describir y protestar por su condición (voz), y para lograr algún tipo de control sobre sus vidas a pesar de su inferioridad legal (acción). Entre las razones de prestar esta atención a la autonomía cultural y social figuran el declive de las expectativas revolucionarias y la importancia del feminismo como una herramienta de análisis (las mujeres a lo largo de la historia han estado en una posición de inferioridad oficial, pero no se han visto privadas, sin embargo, de todas las formas de poder o de conciencia de su identidad). En la perspectiva de Catlos, los musulmanes de la Thaghr fueron diferentes y mantuvieron su diferencia frente a las atracciones de conversión o el recurso a la huida. Pudieron expresar su identidad religiosa y cultural y preservar suficientemente vínculos de parentesco y estructuras administrativas locales como para protegerse (voz). Al mismo tiempo, no quedaron aislados de la sociedad cristiana como una minoría con rasgos de ser un mero vestigio, sino que fueron capaces de tratar con, e incluso beneficiarse de, la administración real y local (acción).

Catlos se cuida de reconocer la especificidad de la Thaghr como una región privilegiada en comparación con la situación típicamente colonial del Reino de Valencia (donde los musulmanes siguieron siendo una mayoría), o las numerosas partes de la península Ibérica donde los musulmanes fueron pronto expropiados y expulsados. A pesar de estas limitaciones geográficas,The Victors and the Vanquished invita al lector a replantearse el muy debatido tema de la condición de los judíos y los musulmanes en la España medieval bajo dominación cristiana, no simplemente cómo eran tratados, sino también su supervivencia a pesar de las amenazas a su integridad cultural y su autonomía comunitaria. Catlos comienza invocando el debate Sánchez Albornoz/Castro sobre la convivencia y la naturaleza de España con objeto de despachar tanto este como otros modos de observar a los musulmanes y los judíos exclusivamente en términos de algún tipo de enigma o problema fundamental y perdurable del destino español. Propone «desorientalizar» el mudejarismo viéndolo como uno de entre un gran número de modos cambiantes y contingentes de identidad social. Esta interpretación pluralista afirma que no hay una sola experiencia mudéjar, sino una variedad de posibilidades, una interpretación apoyada por nueve «estudios concretos» de interacción musulmana/cristiana que muestra los papeles variados y flexibles a que podía acceder la población musulmana. A pesar de esta cuidadosa especificidad, Catlos asegura que aporta elementos para construir una teoría global de la sociedad mudéjar y su autoconcepción («etnogénesis»). Sus afirmaciones de mayor enjundia necesitan entenderse en términos de ciertas tendencias persistentes de los historiadores norteamericanos que han abordado el estudio de la España medieval.

Aunque los historiadores norteamericanos se han preocupado generalmente por la voz y la acción, el contexto social concreto de la historia medieval española se ha comprendido en términos de la frontera y el problema de una sociedad multicultural. Estos últimos son, por supuesto, elementos que cualquier historiador de la España medieval va a tener que abordar y, de hecho, una buena parte del modo de abordar en América la historia española en el siglo XX se vio influido por Claudio Sánchez Albornoz y su énfasis en la frontera y sus valores militares. Parte del atractivo de la frontera ibérica para los historiadores estadounidenses fue el paralelismo con la historia del oeste americano. Un congreso de historiadores mexicanos y estadounidenses en 1958 titulado «El Nuevo Mundo contempla su historia» estudió la influencia de la colonización española en el suroeste de Estados Unidos, pero también las experiencias similares de sociedades fronterizas en la península Ibérica en que la expansión creó oportunidades, movilidad social y una cierta sensación de destino y fortuna.

Uno de los historiadores estadounidenses más influyentes de comienzos del siglo XX fue Frederick Jackson Turner, autor de lo que pasó a conocerse como la «tesis de Turner», que afirmaba que el carácter y las prácticas democráticas americanas surgieron de las oportunidades económicas de la frontera. Con el cierre oficial de esa frontera en la década de 1890, los Estados Unidos iban a dejar de ser una sociedad vigorosa de horizontes ilimitados, sino que ésta habría de encontrar por sí misma otras ambiciones, o correr el riesgo de un estancamiento europeo. Este tipo de razonamiento ha atraído a los americanos, aun a aquellos que evitaban ambiciones coloniales explícitas: el programa de John F. Kennedy en la campaña presidencial de 1960 quedó resumido en el eslogan «The New Frontier» (La Nueva Frontera) y su viril optimismo quedó simbolizado por detalles como su negativa a utilizar un abrigo en invierno. Un cariño por las armas de fuego que viene de antiguo y una disposición a tener a su ejército ocupado puede que sean también rasgos estadounidenses relacionados con las preocupaciones posfronterizas.

El historiador Charles Julian Bishko, que formó a muchos estudiantes en la Universidad de Virginia en los años cincuenta y sesenta, resaltó el papel de la frontera en la formación de Castilla, no sólo desde el punto de vista convencional de los valores de la Reconquista, sino como una economía pastoril, esencialmente de «vaqueros» (uno de sus artículos se titula «The Castilian as Plainsman» [El castellano como llanero]). Su alumno James Powers escribió sobre las instituciones flexibles, «creativas» de la frontera que favorecían las innovaciones como fuerzas militares municipales adaptadas a las condiciones de una sociedad organizada para la guerra. Otros historiadores estadounidenses, como Lawrence McCrank (que también estudió con Bishko), o Robert I. Burns (para Valencia), observaron la frontera cristianoislámica desde la óptica de una expansión colonial más oportunista, incluso despiadada. El padre Burns, uno de los más eminentes estudiosos americanos de la España medieval, comenzó su carrera como un historiador de los jesuitas y los indios en el oeste americano.

La preocupación por las interacciones culturales entre cristianos, musulmanes y judíos es también consecuencia de la experiencia histórica de Norteamérica. La fertilización cruzada de pueblos ha sido una parte aceptada de la imagen que los Estados Unidos tienen de sí mismos desde el declive del poder cultural y político protestante inglés a finales del siglo XIX. La conciencia de los problemas de injusticia racial, unida a los extraordinarios logros de numerosos grupos de inmigrantes, ha animado a los estadounidenses a explorar tanto las dificultades afrontadas por las minorías étnicas (de ahí el interés por los judíos y los musulmanes españoles) como la naturaleza de la convivencia. Los estudios de la situación de los judíos en España ocupan un amplio espectro de opinión sobre lo que podría considerarse en términos ligeramente simplificados como juicios optimistas o pesimistas. La escuela de los historiadores que prosiguieron la obra de Yitzhak Baer, seriamente influida por la catástrofe del exterminio judío ordenado por Hitler, se sintió inclinada a negar que cualquier período de la historia ibérica de los judíos fuera particularmente feliz. Cualquier aparente tolerancia o entremezclamiento cultural resultaba esencialmente tan engañoso como la frágil atmósfera cosmopolita de Berlín antes de 1933. Norman Roth, por otro lado, mantuvo que la situación de los judíos bajo dominio cristiano en España fue muy superior a cualquier otra experiencia en el norte de Europa, y que constituyó una auténtica edad dorada en la historia del pueblo judío que se prolongó hasta el momento de la expulsión en 1492.

Aunque la cuestión de la fortuna de los mudéjares no evoca una reacción emocional similar a la de la historia de los judíos en España, existe parte del mismo contraste entre las versiones pesimistas de la marginalización y la debilidad cultural de los musulmanes bajo dominio cristiano y un juicio más favorable de supervivencia cultural o interacciones culturales (este libro de Brian Catlos se encuadraría en esta categoría). En los últimos años se han realizado algunos esfuerzos para huir de la oscilación entre versiones favorables/desfavorables u optimistas/pesimistas. Comunidades de violencia de David Nirenberg estudia a los judíos, los musulmanes y los cristianos en la Corona de Aragón y, como implica el paradójico título, ve tanto lazos comunes como una cultura de violencia y explotación que se prolongó durante siglos tras las conquistas de la década de 1140 sin que se produjera un claro movimiento en la dirección de la intolerancia, la represión o el declive cultural. Jonathan Ray, en una reciente tesis doctoral (que se publicará en forma de libro), defiende que la historia de los judíos españoles necesita también divorciarse de la cuestión de tolerancia frente a intolerancia: que los judíos no fueron una comunidad inmutable que sólo actuaba sobre la base de poderes exteriores, sino una serie de grupos que se trasladaban y que aprovechaban las diversas oportunidades, incluida la expansión de las fuerzas cristianas.

En estos libros más recientes vemos los diferentes modos en que las cuestiones de acción y voz (quién se decide a escribir sobre su situación social) interactúan con la expansión de la frontera cristiana y las diversas formas de interacción entre comunidades religiosas. Pero sería un error pensar que los historiadores estadounidenses han abandonado el esfuerzo de entender su propia situación valiéndose de la lente de la historia española. El muy comentado libro de María Rosa Menocal,The Ornament of the World: How Muslims, Jews and Christians Created a Culture of Tolerance in Medieval Spain, fue importante no sólo como una reevaluación optimista de la convivencia bajo el dominio musulmán, sino una respuesta significativa al énfasis dominante en los Estados Unidos tras el 11 de septiembre de 2001 en el «choque de civilizaciones» y el supuesto fanatismo islámico eterno y el desprecio de la modernidad. El propio Osama bin' Laden se refirió a esta conexión entre América y la España medieval cuando aludió en su primera declaración grabada tras el 11 de septiembre a la necesidad de impedir otro doloroso revés para el islam del calibre de la pérdida de al-Andalus. Menocal nos brinda un recordatorio de que la historia del islam es más interesante y compleja de lo que piensan bin' Laden o algunos de sus adversarios culturales en el mundo cristiano.

Brian Catlos se distancia de muchos patrones dominantes.Anuncia su intención de «desreificar» el islam español (p. 8), esto es, hacerlo más contingente, diverso, local y circunstancial históricamente en vez de ver a todos los mudéjares como imbuidos de una única serie de objetivos y experiencias.También le preocupa mostrar que la identidad étnica y religiosa afecta sólo parcialmente a las fortunas individuales; no se trata del único factor.Así, para Catlos las cosas no son siempre exactamente lo que parecen: los musulmanes no están siempre oprimidos o se sienten impotentes, no se alían siempre entre ellos, y saben cómo manipular las toscas estructuras administrativas de sus gobernantes nominales. En uno de sus ensayos, «La mirada distante: la historiografía en lengua inglesa de la Corona de Aragón», Catlos divide a los historiadores anglófonos en generaciones (vieja, media, joven) y distingue su agilidad metodológica (conservadores, innovadores). Él mismo se alía con el enfoque multidisciplinar (especialmente antropológico) de estudiosos como Thomas Glick que han resaltado los intercambios culturales y materiales transfronterizos que se produjeron al margen de las estructuras administrativas o las ideologías oficiales. Él mismo se considera un innovador metodológico, pero no especialmente proclive a la teorización posmoderna.

Catlos no es tan pionero como él pretende. Encaja en una tradición historiográfica que pone el énfasis en la resistencia cultural, la supervivencia y la acción.Adopta una perspectiva optimista sobre la integridad de la cultura musulmana y disiente del juicio más desfavorable de su situación defendido por historiadores de Aragón como Carlos Laliena. Su contemporánea estadounidense Kathryn Miller comparte el énfasis de Catlos en la supervivencia cultural, pero incorpora en su obra la respuesta a las críticas realizadas contra los mudéjares dentro del mundo islámico por transigir con un poder ocupante infiel. Catlos se alía con Guichard contra Burns al valorar la influencia a largo plazo de los modelos islámicos de asentamiento y prácticas agrícolas.A este respecto describe también las condiciones de colonización, que han sido estudiadas por historiadores de la nueva Cataluña como Miquel Barceló (a quien cita) y Jodi Bolòs (a quien no cita).

Uno de los aspectos más interesantes de The Victors and the Vanquished es su argumentación a favor de restar énfasis al papel de la frontera en la historia de las relaciones cristianoislámicas en España. Catlos reconoce (pp. 282284) que la frontera diferenció a menudo reinos hostiles cristianos y musulmanes, pero se ha exagerado el grado y la regularidad de esta hostilidad. La frontera es una zona más permeable de contacto económico y cultural de lo que permite la imagen de la confrontación militar.Además, las fronteras entre Estados cristianos (la Corona de Aragón y Castilla, Aragón-Cataluña y Francia) mantuvieron igual relevancia y estratagemas militares. Las fronteras locales entre ciudades rivales, por ejemplo, o entre comunidades confesionales, crearon más ansiedad en el día a día que las fronteras políticas de los Estados (pp. 294-300). Este es un correctivo útil a una tendencia que se encuentra no sólo entre los especialistas anglófonos de la historia medieval española, sino entre medievalistas generalmente procedentes del mundo anglosajón, para quienes las cruzadas, la expansión normanda en Italia, el avance alemán hacia el este eslavo y la colonización inglesa de territorios celtas, además de la Reconquista, son ejemplos equivalentes de un ímpetu europeo esencial hacia la conquista y la reorganización violentas.

Al resistirse a las cómodas generalizaciones como la frontera o la colonización, Catlos ofrece en su lugar continuidad, complejidad y paradojas de poder y falta de poder. Se examina la sociedad con un detalle fascinante y en función de diversos momentos e interacciones, especialmente en los diez estudios concretos que integran la parte conclusiva. Este enfoque dificulta hasta cierto punto identificar una narración histórica. Catlos identifica tres períodos tras la conquista cristiana inicial (p. 119): 1) un período de ocupación que se extendió hasta la década de 1180; 2) una época de asentamiento y consolidación en que se regularizaron temas como la propiedad de la tierra y los privilegios locales (que se prolongó hasta aproximadamente 1270 con la conquista de Valencia), y 3) un tiempo de una población cristiana cada vez mayor, prosperidad generalizada y una adaptación islámica que duró hasta los levantamientos económicos y sociales del siglo XIV que quedan fuera del alcance cronológico de este libro. Es un paso adelante para poder examinar la historia medieval española con un cierto detalle e intimidad, separada de conceptos radicales como la convivencia o la intolerancia impulsada por el conocimiento de lo que habría de venir después. La «desreificación» del islam español significa al menos una disminución en la importancia atribuida a la Reconquista como el motor del desarrollo político de España y la formación de algún tipo de carácter español supuestamente inmutable.

Traducción de Luis Gago

BIBLIOGRAFÍA CITADA

Miquel Barceló i Perelló: «El diseño de espacios irrigados en al-Andalus: un enunciado de principios generales», en El agua en zonas áridas: Arqueología e historia, Almería, Instituto de Estudios Almerienses, 1989, pp. 15-46.
Miquel Barceló i Perelló: Conquesta i organització feudal en Mallorca, Catarroja,Afers, 1994.
Charles Julian Bishko: Studies in MedievalSpanish Frontier History, Londres,Variorum, 1980.
Jordi Bolòs: Paisatge i història en l'època medieval a la Catalunya Nova, Lleida, Universitat de Lleida, 2002.
Robert Ignatius Burns: The CrusaderKingdom of Valencia: Reconstruction on a Thirteenth-Century Frontier, Cambridge, Harvard University Press, 1967.
Robert Ignatius Burns: Islam under the Crusaders: Colonial Survival in the Thirteenth-Century Kingdom of Valencia, Princeton, Princeton University Press, 1973.
Robert Ignatius Burns: Medieval Colonialism: Postcrusade Exploitation of Islamic Valencia, Princeton, Princeton University Press, 1975.
Brian A. Catlos: «La mirada distante: la historiografía en lengua inglesa de la Corona de Aragón», en Catalunya i Europa a través de l'edatmitjana, Lleida, Pagès Editors, 2002, pp. 89-112.
Thomas F. Glick: Islamic and ChristianSpain in the Early Middle Ages, Princeton, Princeton University Press, 1979 (edición española: Cristianos y musulmanes en la España medieval,711-1250, Madrid,Alianza, 2000).
Thomas F. Glick:Irrigation and Society in Medieval Valencia, Cambridge, Belknap Press, 1970 (edición española: Regadío y sociedad en la Valencia medieval, Valencia, Generalitat, 1988, 2003).
Pierre Guichard: Les Musulmans de Valenceet la Reconquête, Damasco, Institut Français, 1990.
Lawrence McCrank: Medieval Frontier History in New Catalonia, Aldershot,Variorum, 1996.
María Rosa Menocal: Ornament of theWorld: How Muslims, Jews and Christians Createda Culture of Tolerance in Medieval Spain, Boston, Little Brown, 2002 (edición española: La joyadel mundo, Barcelona, Plaza y Janés, 2003).
Kathryn Miller: «Guardians of Islam: Muslim Communities in Medieval Aragon», tesis doctoral, Universidad de Yale, 1998.
Archibald R. Lewis y Thomas F. McGann (eds.): The New World Looks at its History: Proceedings of the Second International Congress of Historians of the United States and Mexico, Austin, University of Texas Press, 1963.
David Nirenberg: Communities of Violence:Persecution of Minorities in the Middle Ages, Princeton, Princeton University Press, 1996 (edición española: Comunidades de violencia. La persecución de las minorías en la Edad Media, Barcelona, Península, 2001).
James F. Powers: «Frontier Competition and Legal Creativity: A Castilian-Aragonese Case Study Based on Twelfth-Century Municipal Military Law», Speculum, núm. 52 (1977), pp. 465-487.
Jonathan Ray: «The Medieval Sephardic Frontier:The Jewish Experience in Reconquest Iberia», tesis doctoral, Cornell University, 2002. Norman Roth: Jews,Visigoths and Muslimsin Medieval Spain: Cooperation and Conflict, Leiden, Brill, 1994.
Norman Roth: Jews, Visigoths and Muslims in Medieval Spain: Cooperation and Conflict, Leiden Brill, 1994.
Norman Roth: Conversos, Inquisition andthe Expulsion of the Jews from Spain, Madison, University of Wisconsin Press, 1995.

 

image_pdfCrear PDF de este artículo.

Ficha técnica

11 '
0

Compartir

También de interés.

Confidencias