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Del legado de Sabino Ordás

La narrativa de Juan Pedro Aparicio

ASUNCIÓN CASTRO DÍEZ

Universidad de Castilla-La Mancha, Cuenca

288 págs.

21,12 €

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A finales de los años setenta, cuando el experimentalismo aún campeaba su hegemonía por el panorama narrativo de nuestro país, el diario Pueblo daba salida a una voz disidente –la de Sabino Ordás– que denunciaba el ostracismo editorial del momento y postulaba una nueva forma de novelar basada en la recuperación de la herencia legada por la tradición novelística española y sustentada en la recuperación del concepto clásico de dispositio ; había que reivindicar y explorar, escribía, los terrenos del imaginario, reavivar el placer por contar historias e imbricar vida y literatura como alternativas a la discursividad y al formalismo, que desde hacía ya tiempo se mostraban exangües. A la postre, las líneas maestras de esta poética constituyeron los más sólidos mimbres sobre los que se apoyó el cambio narrativo desarrollado durante la transición democrática.

Tomando siempre como punto de referencia la perdurabilidad del sustrato dejado por la preceptiva de Ordás (que era, en realidad, un apócrifo creado por Luis Mateo Díez, José María Merino y Juan Pedro Aparicio), Asunción Castro Díez analiza la trayectoria narrativa de este último –desde sus primeros cuentos, escritos a finales de los años sesenta, hasta La gran bruma, de 2001– con el propósito de hallar en las coordenadas que jalonan la evolución del escritor leonés –uno de los miembros destacados de la generación literaria de 1975– el respeto a unos principios éticos y estéticos y la conformación de una personal visión del mundo. De hecho, tal vez uno de los mayores atractivos de este estudio resida precisamente en que no se amolda a las formas habituales del panegírico impresionista ni a las del huero formalismo academicista, sino que intenta armonizar en un todo homogéneo historia, teoría y crítica literarias.

No por otra razón los datos históricos relacionados con la vida del autor y con las circunstancias políticas y culturales de su época se seleccionan teniendo siempre en cuenta el papel que desempeñan en la conformación de su poética. Así, del mismo modo que para entender la transformación simbólica que desde la memoria se opera sobre los referentes geográficos vivenciales (de León al territorio imaginario de Lot, por ejemplo) se antoja indispensable conocer algunos datos biográficos, para comprender mejor la coherente y constante visión crítica de la realidad que afecta a toda la producción del leonés (desde el primer cuento hasta la última novela, pasando por los artículos, ensayos y libros de viajes) se estima necesario percibir cómo se conforman sus convicciones ideológicas durante el tiempo de la dictadura española; la teoría narrativa del escritor, por último, se va fraguando en la continua dialéctica que mantiene con su contexto literario.

Se parte, por tanto, de coordenadas históricas para llegar a patrones teóricos. De esta manera, el estudio de la primera novela de Juan Pedro Aparicio (Lo que es del César), por ejemplo, no se limita a constatar el contenido crítico de denuncia antifranquista, sino que ahonda en las raíces expresionistas y en la estética grotesca, en las técnicas de distanciamiento, en definitiva, que caracterizarán toda la escritura del leonés. Siguiendo el mismo patrón, y bajo el epígrafe de «Novelar desde la provincia», Asunción Castro se ocupa de tres novelas: El año del francés, Retratos de ambigú y La forma de lanoche con el objetivo de explicar de qué modo, entre los excesos verbales de las novelas experimentalistas («onanistas», según Aparicio) y las formas caducas del realismo (más o menos social), la realidad se configura para el autor en el nutriente que necesita la fantasía para recalar en lo simbólico, en lo onírico, en lo imaginario. Se trata, pues, de un método inductivo que se aplica a todas las obras, y que pretende hallar a través del análisis de todos los recursos (el fragmentarismo estructural, la alternancia de los puntos de vista y de las voces narrativas, las formas de implicación del lector en el relato o el juego con los géneros narrativos en las últimas novelas, las policiales) un principio que les dé coherencia.

Y tal vez sea en este último punto donde el estudio presente uno de sus puntos más débiles. Al final del libro, la conclusión general a la que llega la estudiosa es la de que se puede asumir la poética de Juan Pedro Aparicio como una propuesta posmoderna. Sin querer dudar de la validez de esta tesis por sí misma, lo que sí resulta cuestionable es la manera a través de la cual cobra forma: apenas trece páginas en las que, además, no queda muy claro cuáles son los principios de los que se parte para hablar de posmodernidad. A mi juicio, se trata de un escollo que no tiene que ver tanto con una falta de rigor crítico como con la apuesta por huir del excesivo formalismo científico. Por otro lado, en algunas partes del libro el protagonismo de la síntesis argumental resulta excesivo. No obstante, estas levísimas sombras no oscurecen este completo trabajo en el que Asunción Castro Díez demuestra con sus conocimientos la dedicación que, desde hace tiempo, ha brindado a la figura de Juan Pedro Aparicio.

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Ficha técnica

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