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Novelistas y críticos

EL CRÍTICO PEREGRINO

Joaquín Marco

Mare Nostrum, Madrid

526 pp.

19,50 €

A COMPANION TO THE TWENTIETH-CENTURY SPANISH NOVEL

Marta E. Altisent (ed.)

Tamesis, Melton

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A lo largo del siglo XX los novelistas en España han tenido que hacer frente a grandes dificultades, desde agitaciones políticas, incluyendo dictaduras, guerra civil, censura y exilio, un público reducido de lectores, una industria editorial habitualmente más interesada en la traducción de best sellers del extranjero que en promocionar el talento nacional y que estaba regida por Madrid y Barcelona, hasta una recepción de los críticos que para cualquiera que lo mirara desde fuera parecía que se trataba más de una cuestión de favoritismo entre amigos que de ofrecer una apreciación seria del valor real de la producción novelística.
Esta tendencia se hace evidente tanto en las reseñas diarias o semanales como en la recepción de relatos de ficción por parte de las universidades, donde España ha parecido más interesada en estudiar minuciosamente las glorias del pasado que en ampliar el canon con escritores contemporáneos. Aunque las clasificaciones y evaluaciones estimadas sub specie aeternitatis son importantes, este acercamiento a la literatura puede verse también como desgana a la hora de comprometerse con los practicantes que intentan extender ese canon y luchan con el lenguaje y la realidad cotidianos.

Eso es lo que da valor a estos dos libros. Por un lado, El crítico peregrino. Leer y escribir sobre narrativa española, de Joaquín Marco, ofrece al lector una tentativa sincera, por parte de un crítico único, de dar un sentido a lo que ha sido visto, semana tras semana, como la narrativa de ficción más significativa producida durante cuarenta años en España, desde mediados de los años sesenta hasta 2005. Por otro lado, los profesores universitarios de Estados Unidos, donde la narrativa de ficción española tiene que luchar para conservar su lugar frente a la narrativa latinoamericana (que a menudo resulta más cercana a la realidad de muchos de sus estudiantes universitarios), intentan explicar lo que ven como lo más relevante de la narrativa de ficción desde la generación del 98 en adelante.

El libro de Tamesis está compuesto por ensayos de dieciocho investigadores, que han elegido un tema muy concreto (aunque a veces quizá demasiado obvio) en el que concentrarse. Los mejores capítulos, como el que trata sobre la aparición de la literatura gay, escrito por Alfredo Martínez-Expósito («Changing Sexual and Gender Paradigms»), ofrecen una visión general acerca del desarrollo del área elegida, reflexionando de manera pertinente sobre la interacción de los autores con la sociedad que los rodea. Otros, en cambio, como «Film, Politics, and the Novel» (Cristina Martínez Carazo) degeneran en meras listas que agregan poco o nada a nuestro conocimiento. Por lo general, los ensayos de este libro adolecen de una curiosa falta de pasión por sus temas. El hecho de que los novelistas españoles estén luchando constantemente para crear un lenguaje y estilo nuevos se pierde, ya que demasiados artículos tienden a confirmar la idea de que las universidades en Estados Unidos están más interesadas en la última teoría literaria de moda. Esto suele ser una admisión de fracaso disfrazada, como si los autores sintieran que leer una novela es una actividad demasiado difícil de pedir a los estudiantes. En lugar de ser la ficción algo que abre las puertas a mundos nuevos, los libros son vistos bajo el ojo de la sospecha y acaban siendo catalogados del mismo modo en que un entomólogo clasificaría insectos muertos en lugar de acercarse a los vivos y peligrosos.

Por otro lado, vemos que Joaquín Marco ha estado involucrado de cerca con las novelas españolas durante años, evaluándolas tan pronto como eran publicadas, buscando ofrecer una opinión honesta y un juicio sobre su calidad. El crítico peregrino es una compilación de sus artículos, la mayoría con una extensión de tres o cuatro páginas, e incluye casi todos los autores importantes de la ficción española. Al principio del libro, Marco nos ofrece una larga cita sobre críticos y escritores tomada de un libro que escribió en 1968, y que parece ser incluso más acertada en la actualidad: «En nuestra sociedad el fenómeno de la crítica literaria (conviene no hacerse ilusiones) posee escaso relieve. El público lee poco, aunque mal, y los numerosos premios literarios –y hoy las listas de los más vendidos– han servido para desorientar al lector y atraer su atención hacia la “posición social” pública del escritor, la cual no se corresponde con exigencias de calidad».

Sin embargo, Joaquín Marco sí es constante en su búsqueda de calidad. Generalmente escribe valiéndose de una fórmula ya comprobada: primero habla del trabajo previo del autor, sugiriendo cómo el libro nuevo podría inscribirse en ese contexto, esboza el argumento y personajes y, finalmente, ofrece su apreciación. No duda en caracterizar una novela como «excelente», pero se cuida de declarar que surjan obras maestras semanalmente. De modo ocasional sufre del vicio del crítico hacia la eterna comparación: por ejemplo, cuando reseña la novela de Montero Glez Sed de champán en 1999, dice: «Montero Glez está en el camino que va de Quevedo a Valle-Inclán y de éste a Francisco Umbral. La figura de Cela está también en esta línea, aunque en capítulo aparte». Las comparaciones pueden ser muy útiles, por supuesto, pero a veces parece que Marco está enterrando lo nuevo bajo la carga de lo antiguo.

¿Cuál es entonces el futuro previsto por estos libros para la novela española del siglo XXI? El libro de Marco se basa principalmente en una mirada retrospectiva, aunque se permite una crítica implícita de «la metaliteratura en la que se mueve la reciente estética de la novela española» y, tal y como dice, prefiere «vivir con intensidad la aventura de existir en otros tiempos, de poseer tantas personalidades, de sufrir y gozar, de andar por la vida como sobre una nube: la de la imaginación ajena».

Marta Altisent, por su parte, nos advierte que la supervivencia de la novela está ligada al futuro incierto de la industria editorial. Con la arremetida de las nuevas tecnologías, la novela en libros de papel podría llegar a ser tan rara como la colección de mariposas de un coleccionista del siglo XIX.

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Ficha técnica

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