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Respirando en el mundo de la ingeniería

EL ARCO COMO EXCUSA: COSAS Y FORMAS EN LA INGENIERÍA DEL TRANSPORTE

César Lanza

INECO-TIFSA, Madrid

302 pp.

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Hace varias décadas, algunos historiadores, ingenieros y economistas empezaron a sacar del fondo de los archivos una importante masa de documentación sobre la historia de la ingeniería, lo que propició una revisión crítica de esa historia. Este proceso ha permitido que, más recientemente, se haya vuelto a reflexionar sobre el significado de la ingeniería, sobre su papel en la construcción de nuestro mundo y sobre las posibles aportaciones de la técnica al mundo del futuro. Resulta, sin embargo, muy escasa la producción teórica de los ingenieros en comparación con la de otros profesionales, como los arquitectos. Por eso son, en principio, recibidos con sumo interés los trabajos como el que ahora reseñamos.

Este libro se subtitula «Cosas y formas en la ingeniería del transporte» y también podría haberse subtitulado «La ingeniería del transporte como pretexto», pues trata del arco y de muchas otras cosas que desbordan el ámbito de la ingeniería del transporte. Está formado por diez ensayos independientes en los que se engarzan las reflexiones del autor acerca de la técnica, la ingeniería civil, el urbanismo y la arquitectura, del pasado y del presente.

La simple enumeración de los títulos de los ensayos tal vez no resulte demasiado explícita para el lector: «Alberto Castigliano y la sabiduría estructural en el despertar ferroviario», «De la evanescencia a la transición», «Envolventes de altos vuelos», «Los quince ojos de Eduardo Torroja», «Arcos irredentos», etc. Sin embargo, todos los temas tratados son altamente sugerentes y muestran la variedad de las inquietudes de César Lanza y la dispersión de las cuestiones que, con enorme brío, aborda: la ingeniería del hierro en el siglo XIX, las estaciones ferroviarias, los hangares y las terminales aeroportuarias, la aportación de Torroja a la construcción de la Ciudad Universitaria madrileña, el arco como forma constructiva característica de la antigua Roma, la interrelación de la carretera y el paisaje, etc. A su vez, dentro de cada uno de estos apartados, la imaginación y la erudición del autor se desparraman en mil asuntos colaterales que provocan al lector sin dejarle indiferente.

La lectura de este libro, como la de los anteriores trabajos de Lanza, nos recuerda el entusiasmo y la mezcla de nostalgia y alegría con que se enfrentó Saroyan a su mundo y por eso hemos propuesto ese título tomado de una colección de relatos del escritor armenio-estadounidense, Inhale and exhale, que se tradujo al español como Respirando en el mundo. Cuando hace ya cerca de cuarenta años llegó el autor a Madrid desde su capital de provincia, se sumergió con decisión en el mundo de la ingeniería y, tras unos años practicándola a pleno pulmón, empezó una labor a la que muy pocos ingenieros se dedican: preguntarse por el significado de la técnica en el mundo de hoy. Esto le obligó no sólo a mirarse en el espejo, sino a pasar, como su querida Alicia, al otro lado del espejo. César Lanza es un espectador apasionado y –si la palabra no estuviera tan manoseada– diríamos que comprometido con los temas que trata. Ha colaborado en revistas tales como Ingeniería y Territorio o el Boletín de la Residencia de Estudiantes con artículos tan atractivos como: «Lo efímero y lo permanente: diálogos arquitecto-ingeniero, o viceversa, en la Expo 2008» y «Onomástica grande y chica de la historia industrial de la energía». El titulado «El sentimiento del puente en la pintura moderna; merodeando en torno a un cuadro no muy conocido de Paul Klee», mereció el premio de la Fundación Carlos Roa al mejor trabajo aparecido en la Revista de Obras Públicas en 2007.

No todos los capítulos de este libro tienen el mismo estilo ni la misma temperatura, pues, posiblemente, proceden de momentos y situaciones distintas. Algunos de sus asuntos estaban ya presentes en anteriores publicaciones del autor: Modernidad e ingeniería contemporánea (2003), Lamina et turbulentia (2004) o In purezas (2005). Siguiendo las pautas del género ensayístico, carece de intención didáctica y ni establece el «estado de la cuestión» para cada una de las que aborda, ni mucho menos las deja vistas para sentencia. No se acompaña al lector por un jardín de parterres geométricos; se le mete de golpe en una selva llena de senderos y encrucijadas. Plantea más preguntas que respuestas y las afirmaciones rotundas que desliza más parecen buscar la discusión que el asentimiento.

Practica Lanza una estratagema propia de don Suero de Quiñones; avanza el lector por las páginas del libro y de pronto se enfrenta con una afirmación que no le permite seguir adelante sin romper virtualmente una lanza (perdón por la redundancia) a favor de Martínez de Pisón, Sánchez Ferlosio u otros personajes que reciben algún puyazo sin que lo pida el guión de la película. Insinúa el autor la escasa vigencia de Erich Fromm y el lector se cree obligado a argumentar que El miedo a la libertad sigue siendo imprescindible para explicar el ascenso y la permanencia de ciertos caudillos que, envueltos en una bandera, consiguen ser identificados con su región o su país.

Describía Arnold Toynbee la cabeza de Ortega y Gasset como una colmena llena de bulliciosas abejas de la cual salían, en todas direcciones, para libar en –y polinizar– flores de las más diversas especies. Tal vez sirva también la metáfora para definir al autor de este libro. En definitiva, El arco como excusa es muy recomendable para quienes quieran saber un poco más sobre la ingeniería civil y su entorno y sobre la atrayente personalidad de César Lanza.

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Ficha técnica

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