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La guerra del abuelo

LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA

Antony Beevor

Crítica, Barcelona

Trad. de Gonzalo Pontón

902 pp.

30 €

EL INFIERNO FUIMOS NOSOTROS. LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1942...)

Bartolomé Bennassar

Taurus, Madrid

Trad. de Nuria Petit y Paloma G. Crespo

538 pp.

23,50 €

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La Guerra Civil fue un fracaso colectivo de toda la sociedad española en el que, junto a los centenares de miles de personas que desaparecieron, tuvieron que exilarse o tuvieron que sufrir una durísima represión, quedaron enterradas para muchos años las esperanzas de un régimen de convivencia democrática que había sido ya la aspiración de algunos políticos de la Restauración y que no había terminado de consolidarse durante la breve experiencia de la Segunda República española.
El recuerdo de la guerra se ha prolongado, de una forma muy viva, durante los casi setenta años que nos separan de aquellos hechos, pese a las propuestas de olvido y perdón que se hicieron desde posiciones muy diferentes. Ese recuerdo ha condicionado la trayectoria política española de los años siguientes, tanto en la reacción dictatorial del franquismo, como en las intenciones de muchos de los protagonistas de la transición a la democracia. Hubo, a mediados de los setenta, una voluntad de conjurar todo cuanto pudiera suponer la resurrección del clima social que había llevado al conflicto. Eso permitió la implantación de instituciones democráticas asentadas en la Constitución de 1978 que ahora está tratándose de subvertir.

Al recuerdo vivo de esa guerra contribuyó una bibliografía abrumadora que ha convertido al conflicto civil español en uno de los temas historiográficos que ha provocado más estudios, con cifras que compiten dignamente con las de los libros sobre la Revolución Francesa o la Segunda Guerra Mundial. Las memorias de los protagonistas, y las primeras crónicas del conflicto, empezaron ya a publicarse con la guerra todavía en marcha (Franz Borkenau, Chaves Nogales, George Orwell) y los títulos no hicieron sino acumularse aceleradamente durante los años siguientes con hitos tan significativos como fueron la exaltación del alzamiento contenida en la Historia de la cruzada española, de Arrarás (1939); los primeros textos de testimonio de Azaña (1939), Prieto (1939), Zugazagoitia (1940) o Álvarez del Vayo (1940); los testimonios supuestamente distanciados de los embajadores Hoare (1946) o Bowers (1954); o las visiones de conjunto de Hugh Thomas (1961) y Gabriel Jackson (1965), a las que habría que añadir, como necesario contrapunto, los muchos trabajos de Ricardo de la Cierva desde finales de esa década.

El ritmo de publicación aún se intensificaría tras la muerte de Franco ya que, junto al clima de mayor libertad de expresión, se dispuso de una documentación desbordante, entre la que destacaba la referente a la causa general, emprendida tras el conflicto para exigir responsabilidades políticas. Esa documentación hizo posible un alud de estudios locales que han permitido un conocimiento muy pormenorizado del conflicto y de la insufrible violencia que lo rodeó. Ante esa realidad, la idea de que la memoria histórica impone volver a unos hechos sobre los que, supuestamente, se ha querido echar un velo es, sencillamente, una desvergüenza interesada o la manifestación de una ignorancia supina. Es posible que muchos nietos quieran saber lo que hicieron sus abuelos en aquellos días –y probablemente descubrirán cosas nuevas e interesantes–, pero no tienen ningún derecho a decir que sus padres mantuvieron un silencio cómplice con aquel pasado. A no ser que lo que pretendan reescribir sea otra historia.

Antony Beevor, un militar formado en Sandhurst que ya había escrito una historia de la guerra en 1982 en la que demostró su buen conocimiento de los temas militares, ha comparecido de nuevo en el mercado editorial con una versión recauchutada de aquella obra, tal vez a rebufo del justo éxito editorial que le han proporcionado sus últimos libros sobre batallas decisivas de la Segunda Guerra Mundial (Creta, Stalingrado, París, Berlín). Para ello ha añadido investigación original de archivos –especialmente alemanes, suecos y rusos– junto con un buen conocimiento de la historiografía más reciente, en la que se aprecia un claro predominio de los títulos de la misma editorial que ahora le acoge, algunos todavía en prensa.

El resultado es el que podría esperarse de un hispanista ocasional y apresurado que no tiene inconveniente en remontarse a excursiones por la Edad Media para buscar antecedentes del conflicto y encontrar situaciones tan peregrinas como una Inquisición que perseguía judaizantes o, ya en el siglo XVI , encontrarnos a un Felipe II verdiano «entregando a su hijo para que fuese ejecutado por la Inquisición» (p. 186). A ello se añade un encuadre político de los acontecimientos, siempre comprensivo con las posiciones republicanas –el desorden era, fundamentalmente, un regalo para la derecha antidemocrática– y donde termina por dar la impresión de que las palabras sinceramente compungidas de Azaña por los asesinatos de la Cárcel Modelo parecen una actitud estrafalaria. Con este tipo de «hispanistas», cómodamente asentados en la cultura política liberal, pero que se muestran entusiastas con las recetas revolucionarias para analizar la historia española, uno se siente en la piel de aquel indígena de la Amazonía que le comentaba a un colega: «Quítate los vaqueros y ponte el taparrabos, que vienen los del National Geographic».

El libro de Beevor sigue siendo, en cualquier caso, una estupenda crónica de los pormenores militares del conflicto, de la misma manera que conviene dejar noticia en estas páginas de la traducción al español del estudio de Bennassar –un hispanista, éste sí, de gran calidad– que ha centrado su atención en los aspectos políticos e ideológicos del conflicto, y que ya ha sido recensionado en estas mismas páginas. Ambos se complementan y pasan a engrosar una larguísima lista de títulos para quien esté interesado en conocer la historia de la guerra del abuelo. Del abuelo del interesado, claro.

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Ficha técnica

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