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LA CRISIS DE 1929

Lecciones de la gran depresión

PETER TEMIN

Halfter, Alianza, Madrid, 1996

Trad. Eva Rodríguez

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La gran crisis que explotó en Wall Street el 24 de octubre de 1929, el tristemente célebre jueves negro, es uno de los hitos de la historia económica del siglo XX . El crack y la dura depresión subsiguiente no sólo constituyeron una catástrofe económica sin precedentes sino que marcaron el final del orden monetario internacional basado en el patrón oro y el principio del activismo en política económica que mucho después recibiría la denominación genérica de keynesianismo. Por todo ello, no debe sorprender la intensa e incesante atención que ha provocado entre los economistas e historiadores, que una y otra vez han intentado bucear en sus causas, consecuencias y enseñanzas. Es el caso de Peter Temin, distinguido profesor estadounidense del MIT, que publicó hace veinte años un conocido trabajo sobre las fuerzas monetarias y la gran depresión de la década de 1930. En este pequeño e interesante volumen que ahora presenta, bien traducido por Eva Rodríguez Halfter, reflexiona sobre las lecciones que pueden derivarse hoy de aquel episodio traumático. Temin no comparte la tradicional explicación planteada por Milton Friedman y Anna J. Schwartz, en su monumental historia monetaria de los Estados Unidos, publicada en 1963. Según ellos, la depresión fue un fenómeno esencialmente norteamericano, ocasionado por los errores de una política monetaria exageradamente restrictiva. Temin defiende un argumento más amplio y sostiene que hubo una influencia independiente desde Alemania y que Europa y América interactuaron «para convertir a la depresión en un hecho histórico único». A juicio de Temin la causa fundamental de la depresión de los años treinta fue el intento de varios países de preservar el patrón oro: ahí radicó el empuje deflacionista que recorrió el mundo con intensidad y velocidad inéditas. Así, una de las lecciones que extrae Temin es que hay que ser cautos ante la cooperación internacional: se puede cooperar para hacer mal las cosas. Otra lección es más triste: no es probable que los cambios necesarios en las políticas económicas se lleven a cabo con la rapidez suficiente para hacer frente a situaciones bruscamente cambiantes: «Hace falta una larga espera y un largo declive económico antes de que un nuevo régimen pueda reunir apoyo político para su aplicación».

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