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Elogio de lo urbano

El animal público. Hacia una antropología de los espacios urbanos

MANUEL DELGADO

Anagrama, Barcelona, 224 págs.

Premio Anagrama de Ensayo

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En este libro, Manuel Delgado apuesta por una antropología de lo urbano entendida no como una antropología en o de la ciudad, sino de «las inconsistencias, inconsecuencias y oscilaciones en que consiste la vida pública» en las sociedades modernas. Emplea el término urbanidad, en oposición al de ciudad, para definir su objeto de estudio.

El libro consta de cinco capítulos: «Heterópolis. La experiencia de la complejidad»; «Hacia una antropología fílmica»; «La sociedad y la nada»; «Actualidad de lo sagrado»; «Una niebla, a ras de suelo». Aunque los títulos pudieran sugerir una cierta dispersión, se trata de un texto muy integrado y coherente.

La urbanidad se refiere a la vida social en los espacios públicos. El autor tiende a reducir a los ocupantes o usuarios de los mismos a la condición de transeúntes, de gente de paso. A pesar de ser visible, se trata de un objeto de estudio difícil de captar, porque lo urbano, por oposición a la ciudad, es una realidad social precaria, transitoria, en movimiento, en agitación y juego. Lo urbano se halla siempre en proceso de estructuración.

Estrategias de investigación adecuadas a las características del objeto de estudio son para el autor las del reportero y las del naturalista. Habla del antropólogo como «el naturalista de lo urbano». Pero es sobre todo el cine el modelo básico para la antropología urbana. Al finalizar el capítulo segundo la antropología de lo urbano se ha convertido en antropología fílmica, un paso lógico y coherente en el despliegue de su argumento. La propuesta metodológica armoniza con las características atribuidas al objeto de estudio, una realidad en mutación continua en la superficie de la ciudad.

El capítulo tercero es central en el desarrollo del argumento, ya que ofrece una justificación teórica del objeto de estudio basada en aportaciones de distintas corrientes de pensamiento y disciplinas tales como la filosofía de Spinoza, Heidegger, Sartre, Arendt, etc.; la sociología de Durkheim, Tarde, Simmel, la escuela de Chicago, Goffman, De Certeau, etc.; la antropología de Van Gennep, LéviStrauss, Turner, Douglas, etc.; la geografía, la física moderna, el movimiento situacionista, etc. La integración de conceptos y tipologías de procedencia diversa es uno de los logros de este texto.

El autor utiliza conceptos e ideas tales como las de efervescencia social, nihilización, negativización, no-sociedad, nolugar –su formulación primera la atribuye a De Certeau– y similares para caracterizar la naturaleza de lo urbano. En correspondencia con ello selecciona los conceptos antropológicos de liminalidad (Van Gennep) y communitas (Turner) como conceptos clave para el análisis de lo urbano. El concepto de liminalidad se refiere a la fase intermedia de un rito de paso, es decir, a la situación del iniciado que ha sido separado de su antiguo estatus pero que no ha alcanzado todavía el nuevo. El concepto de communitas se basa en el de liminalidad y proyecta a una escala mayor la indefinición y la ambigüedad social y cultural que caracteriza la fase de liminalidad de un rito de paso. El concepto de communitas requiere del concepto de estructura para su adecuada comprensión. La communitas es la negación temporal de la estructura, es decir, la negación de la diferenciación social, las distancias, la jerarquía y las relaciones de poder inherentes a la situación de estructura. La communitas es una antiestructura, aunque tiende a estructurarse, a convertirse en una nueva estructura, sobreviviendo sólo como ideología.

Desde este marco conceptual el espacio urbano es definido con las características de la «liminalidad generalizada», es decir, como una expresión de «communitas generalizada», y los movimientos espaciales como «tránsitos rituales». Estos conceptos son pertinentes y fértiles para iluminar dimensiones de la realidad social que han merecido poca atención, por lo menos, en nuestro país, pero conviene ser conscientes que al variar la escala de aplicación pueden ver reducida su capacidad analítica y su precisión etnográfica.

El desarrollo general del argumento parece truncarse en el capítulo cuarto, dado que se centra en el estudio de lo sagrado, pero la conexión directa con el núcleo central del argumento aparece claramente al concretarse lo sagrado en los «nuevos cultos religiosos» que usan el espacio público «como territorio de misión». El autor formula una hipótesis explicativa sobre estos movimientos religiosos a partir de las premisas anteriores. Los caracteriza como movimientos antiliminales, es decir, anticommunitas: «corrientes de resistencia y rechazo a una situación inaceptada de communitas». El autor invierte la posición de Turner al respecto: los movimientos religiosos alternativos suelen revestir la forma de communitas al menos inicialmente y por ello son percibidos como movimientos contrarios a las estructuras establecidas. Delgado al invertir el planteamiento de Turner convierte la communitas en una situación ordinaria y duradera, cuando para Turner tenía un carácter más bien extraordinario y una duración limitada.

La distinción entre ciudad y urbe, entre espacio colectivo y espacio público, eje central de su argumento, se complementa en el último capítulo con una tercera distinción, es decir, con la referencia a la polis o espacio político. El triángulo semántico resultante es utilizado, no tanto para enfatizar las interrelaciones entre tres dimensiones de una misma realidad, como para destacar la oposición entre «ciudad planificada» y «ciudad practicada», entre discursos urbanísticos y discursos «urbanos», es decir, «esa codificación alternativa que el usuario hace de la calle», entre la «burocratización, el utilitarismo y la falsa espectacularización de la ciudad» y los «procesos azarosos y aleatorios» que se dan en la calle. Lo urbano emerge, en suma, como un espacio socialmente indeterminado al que la ciudad y la polis intentan imponer una determinación social y política, lo que implicaría su transformación en territorio.

El autor aúna en un argumento muy coherente un amplio conjunto de tradiciones intelectuales, literarias, fílmicas, estéticas, ideológicas y políticas. Se trata de una invitación vibrante y apasionada al estudio del espacio público y como tal no exenta de una cierta inflación verbal, inducida en parte por algún autor de referencia.

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Ficha técnica

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