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Identidad europea

Europa. El pensamiento y la identidad europea desde la antigua Grecia hasta el siglo XXI

VV. AA.

396 + XX págs.

Fondas Mercator, Fundación Academia Europea de Yuste, Caja de Extremadura, Editorial Lloyd de San Darligo della Valle, Trieste, Italia

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Producto de la colaboración de destacados especialistas europeos y publicada simultáneamente en español, francés, inglés y neerlandés, esta obra, además de romper las barreras nacionales y tradicionales, se presenta explícitamente como un intento de superar las directrices consagradas de la historia europea: no quiere, dicen sus coordinadores (Eric Bussière, Michel Dumoulin y Gilbert Trausch), ser otra historia más de Europa «sino una historia del concepto y de la construcción de Europa», partiendo del supuesto de que esa búsqueda de sentido de la armazón del viejo continente es también rastreo de la identidad, y viceversa. Todo ello en unos momentos, en los albores del siglo XXI, en los que es claramente perceptible que ese fatigoso proceso del edificio común europeo, hasta ahora fuertemente «occidentalizado», se encuentra ante ampliaciones y reformas inéditas o, más aún, ante una revisión de sus propios cimientos, como señala en estas páginas Constantin A. Stephanou («El gran empeño»); momentos cruciales, más allá de la retórica al uso, no sólo por lo que supone la propia apertura al este sino sobre todo por el inevitable impacto que tendrá esa avalancha de heterogéneos candidatos que pretenden exorcizar con el mero ingreso recientes pesadillas (Dario Tosi y Tadeusz Kowalik: «Ese gran fulgor al este»).

La pretendida renovación en el análisis de la idea de Europa se percibe inmediatamente en el plano iconográfico, con un planteamiento que va mucho más allá de las ilustraciones tópicas del «libro de regalo», molde o modelo con el que algunos podrían confundir o asimilar en un primer momento la obra que nos ocupa, por su gran formato y exquisito acabado. Odile Wattel-de Croizant, responsable de este apartado, ha seguido el rastro de las representaciones del rapto de Europa desde la Antigüedad clásica hasta nuestros días: el resultado de esta investigación es un portentoso catálogo, que por sí solo justificaría el libro, que incluye las más variopintas estampas de la bella y el toro, desde una crátera apuliana del siglo IV a. C. a un sello suizo de 1995, desde un mosaico romano a una fuente moscovita de 2002, pasando naturalmente por afamados grupos escultóricos y lienzos de los grandes maestros, sin olvidar carteles propagandísticos, caricaturas políticas, objetos de decoración y reclamos comerciales. Además, cada reproducción va acompañada de unos pertinentes comentarios y, a su vez, toda esa abigarrada selección está agrupada de forma coherente (con criterios temáticos o cronológicos) y entreverada con las exposiciones teóricas, de manera que, por ejemplo, a la reflexión sobre la «Europa de las luces» (Dirk Van der Cruysse) le siguen escenas pictóricas cortesanas bajo la rúbrica de la «mitología del boudoir», o tras la crónica de entreguerras (Eric Bussière) aparece la interpretación freudiana del toro y el rapto.

Por lo que respecta al contenido propiamente dicho –un conjunto de artículos muy sintéticos que van desde el estudio de la representación de Europa en el ámbito grecorromano a las perspectivas de la Unión tras la hecatombe del socialismo real– el balance no puede ser tan entusiasta, sin que ello afecte al reconocimiento de no pocos elementos estimables. Apuntemos en primer lugar –como mero dato que el crítico debe constatar en una obra de estas características– el claro predominio de autores francobelgas y la sorprendente ausencia de profesores británicos en la nómina de colaboradores. No es, obviamente, una cuestión anecdótica: como no podía ser menos, ello afecta al concepto, sentido y futuro de la construcción europea que predomina en estas páginas. Por decirlo de una manera brusca, no está tan claro que la realidad sociocultural del viejo continente sea tan europeísta como aquí se pinta. Siempre puede alegarse, desde luego, que el propio tema, la idea de Europa desde la noche de los tiempos hasta hoy, condiciona inevitablemente la perspectiva, por más protestas previas que hagan los coordinadores acerca de que la obra «no aspira en absoluto a establecer legitimación alguna».

La cuestión es más compleja. Como reconoce explícitamente en su interesante contribución Michel Dumoulin («La idea de Europa, desde Erasmo a la Primera Guerra Mundial») la tentación de buscar una legitimidad histórica al proyecto europeo del siglo XXI es casi irresistible y, por simplificar, teóricos y políticos tienden aquí a posturas enfrentadas, generando una interminable polémica: este propósito de buscar raíces o continuidad hacia atrás «nos hace caer en la trampa de una visión teleológica de la historia», cuando no desemboca en un ridículo risible, como el de quienes «atribuyen al Imperio carolingio el papel de precursor de la Comunidad Europea». Pese a este y otros reconocimientos en el mismo sentido, mi impresión es que este libro no logra totalmente superar dicho escollo, es decir, no caer en la mencionada trampa. No podemos aquí extendernos sobre el particular, pero valga este significativo botón de muestra: en su estudio sobre los vikingos («Héroes, mitos y símbolos de las culturas nórdicas»), Régis Boyer nos presenta a éstos como «los primeros en sentar plaza de europeos». No es de extrañar que en esta ingenua carrera hacia atrás más de uno insinúe que a los suyos corresponde la primera plaza, o sea, el título de primer europeo.

La propia estructura de la obra termina por acentuar esa sensación de europeísmo forzado, con su énfasis en la historia política menuda del período que sigue a la Segunda Guerra Mundial (nada menos que seis artículos de un total de quince, o sea, el cuarenta por ciento de un volumen que pretende abarcar dos milenios y medio de historia). Yendo aún más al fondo, habría que precisar que el modo elegido por los artífices de la obra para dotar de contenido el ambicioso subtítulo del «pensamiento y la identidad europea de la antigua Grecia hasta el siglo XXI » produce como mínimo una cierta perplejidad, y no ya sólo por la susodicha asimetría ni por el siempre discutible reparto de presencias y ausencias temáticas, sino por el mismo tono y sentido de los capítulos, que presentan enfoques dispares, no armonizados. En algunos casos pretenden ser relativamente novedosos (el análisis del mito del Imperio a través de los tiempos, de W. Blockmans) y en otros, no pasan de ser previsibles o convencionales, en buena medida porque muchos autores encuentran que temas muy amplios (las confesiones religiosas, la Europa de los comerciantes, los nacionalismos) en veinte páginas escuetas no dan más que para un resumen de las cuestiones fundamentales. El desequilibrio se hace patente una vez más cuando hallamos que se dedica el mismo espacio a períodos muy concretos: véase el prolijo y plano repaso que da Antonio Varsori a los diversos planes y proyectos que surgieron en la etapa 1950-1957.

Como suele suceder en volúmenes de estas características, el libro no funciona como unidad, como un todo homogéneo. Estamos ante una obra irregular y desequilibrada, muy dispersa en mi opinión, lo cual es particularmente grave si tenemos en cuenta los objetivos enunciados al principio. Pero no es menos cierto que esta valoración del conjunto empaña injustamente los logros parciales, algunas contribuciones particulares y no pocos detalles de interés que, en cualquier caso, siempre pueden servir de acicate para la reflexión. Incidiendo en este último aspecto, cuando gana terreno la xenofobia nacionalista o simplemente un pragmatismo ramplón, nunca está de más lanzar una mirada a los orígenes para conjugar unidad y diversidad, replantear en esta nueva era los intereses concretos de Europa y sobre todo reformular los valores que den sentido e identidad a la unión. Sobre todo teniendo en cuenta que, como insisten en estas páginas diversos analistas, si hay algo que distingue a la construcción europea es que se trata de una «obra abierta» en sus más diversos sentidos, lo cual constituye su grandeza, pero también su talón de Aquiles.

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Ficha técnica

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