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Hipatia de Alejandría. Cuando la historia corrige la leyenda

HYPATIA. LA MUJER QUE AMÓ LA CIENCIA

PEDRO GÁLVEZ

Lumen, Barcelona

272 págs.

19 €

HIPATIA DE ALEJANDRÍA

MARIA DZIELSKA

Siruela, Madrid

Trad. de José Luis López Muñoz

159 pp.

18,50 €

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La poderosa fuerza del símbolo que apela al fondo irracional del inconsciente, del sentimiento y la emoción, y que evoca una realidad que trasciende el objeto que simboliza, ha seducido de tal forma a historiadores, poetas, novelistas y feministas, que la imagen real e histórica de Hipatia, una mujer culta que vivió en la Alejandría de los siglos IV y V, se ha visto envuelta en una leyenda popular durante siglos.

Maria Dzielska, catedrática de historia romana antigua en la Universidad Jagelónica de Cracovia, ha realizado en el presente trabajo una minuciosa labor de investigación que acaba con esta distorsión y esta multiplicidad subjetiva en el tratamiento de la figura histórica. Para ello, delimita un recorrido que comienza con la reducción legendaria y acaba emergiendo a la realidad.

Así, en la primera parte, «La leyenda literaria de Hipatia», la historiadora describe «La tradición moderna» creada alrededor de su figura: Hipatia fue una matemática y filósofa pagana joven y hermosa, despreciada por los cristianos y en especial por el patriarca Cirilo, por lo que en el año 415 fue despedazada por monjes o cristianos en Alejandría. Bajo esta apariencia se presenta por primera vez en la literatura europea del siglo XVIII . John Toland, Voltaire, Gibbon o Fielding la utilizan como instrumento anticlerical y la convierten en «una víctima inocente del naciente fanatismo cristiano» (pág. 15). Poco después, a mediados del siglo XIX, la leyenda alcanza su cima: para Leconte de Lisle, la filósofa es la síntesis de «le souffle de Platon et le corps de Aphrodite» («el espíritu de Platón y el cuerpo de Afrodita»); para Charles Kingsley, Hipatia es el símbolo de la civilización que desaparece; para los positivistas americanos y británicos de la segunda mitad del siglo XIX Hipatia es fundamentalmente una científica, la última estudiosa del Oriente griego; para Pascal, su muerte es en esencia un acto antifeminista. Todas estas visiones sobre Hipatia, que han continuado hasta la época actual, se basan, pues, en licencias artísticas o prejuicios ideológicos.

«Los orígenes de la leyenda», como titula Dzielska el siguiente capítulo del libro, se sitúan en unas pocas fuentes antiguas, que transmiten noticias dispersas o ya mediatizadas sobre Hipatia: la Historia eclesiástica de Sócrates Escolástico, la Vidade Isidoro de Damascio o la Crónica de Juan de Nikiu, entre otras, abonan el origen de una narración legendaria, que historiadores posteriores poco a poco van distorsionando.

«Hipatia y su círculo», la segunda parte, constituye la dilucidación del entorno cultural –en «Discípulos»– y de la naturaleza de sus enseñanzas –en «La búsqueda del conocimiento»–. En este sentido, y a causa de la escasez de pruebas directas, la autora recurre al análisis de los testimonios indirectos, fundamentalmente unas cartas de Sinesio de Cirene, alumno de la filósofa.

La correspondencia de Sinesio deja entrever cómo funciona el círculo académico de Hipatia, una comunidad elitista, formada hacia 390, que excluye a las mujeres y que se basa «en el sistema platónico de las ideas y en lazos interpersonales» (pág. 115). Esta pequeña institución educativa, en la que Hipatia, su «guía divina» –de gran autoridad moral, y que practica la abstinencia sexual–, enseña ontología, ética, matemáticas y astronomía y desvela a sus alumnos el sentido sagrado de la investigación filosófica, está compuesta por personas de procedencia diversa que más tarde desempeñarán cargos importantes imperiales o eclesiásticos.

En la tercera parte, «Vida y muerte de Hipatia», Dzielska se centra en el contexto social, político y religioso. La opinión más extendida sitúa el nacimiento de Hipatia hacia 370, pero la autora, en el capítulo «La hija de Teón y los alejandrinos», sostiene que tuvo lugar hacia 335. Hipatia, perteneciente a una familia destacada de Alejandría, colabora desde temprana edad con su padre Teón, matemático y astrónomo muy conocido, y se convierte con el tiempo en consejera de los funcionarios municipales e imperiales.

En «Las circunstancias de la muerte de Hipatia» determina que un día de marzo del año 415 los parabolanos, la guardia personal del patriarca Cirilo, la lapidaron con ostraka y quemaron su cuerpo. El crimen fue instigado por el propio patriarca para ampliar su autoridad en los asuntos públicos y menoscabar el poder imperial, cuyo representante, Orestes, contaba con el respaldo de personas influyentes, entre ellas Hipatia. Fue, por tanto, un asesinato político, encubierto como refriega contra el paganismo, pero Hipatia nunca había participado en las prácticas paganas de culto.

Cuando murió, de ser cierta la hipótesis de Dzielska, sería ya una anciana, por lo que no era la mujer joven y hermosa que había creado la leyenda. Ni siquiera fue la última mujer de la cultura helena, pues la religiosidad pagana, el estudio de las matemáticas o la filosofía griegas no expiraron con Hipatia, sino que continuaron posteriormente en Alejandría.

Maria Dzielska, logra, sin duda, desmontar los constructos simbólicos que siglo tras siglo han conformado la imagen de la filósofa, una imagen atractiva que, como se ha visto, no representa su realidad histórica, pero que sin embargo, reproduce una transformación literaria bastante afín a las de otras grandes mujeres de la Historia.

Con todo, esta oportuna deconstrucción del personaje no es retomada por libros posteriores como Hypatia. La mujer que amó la ciencia, de Pedro Gálvez, una «biografía novelada» –según la califica el propio autor–, cuyas pretensiones últimas son las de reconstruir los estados de ánimo de Hipatia y de su padre Teón. El autor justifica su licencia aduciendo que la escasez de datos sobre la vida de Hipatia llegan para «alcanzar a duras penas el volumen de un libro». Por esto y por la atracción que sigue ejerciendo, sin duda, la figura de Hipatia, Gálvez recurre a los numerosos tópicos existentes sobre la matemática (que Dzielska deshace) y construye, en su caso, una monótona narración sobre las vidas de la filósofa y de su padre, tomando como excusa los paseos que ambos hacen con el fin de exponer innumerales digresiones sobre literatura, ciencia, historia o religión.

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Ficha técnica

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