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Fricción

FRICCIÓN

Eloy Urroz

Alfaguara, Madrid

442 pp

19,50 €

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A mediados de los noventa, cuando ya nadie escribía manifiestos ni creía mucho en ellos, aparecieron cinco mexicanos, como los cinco jinetes del Apocalipsis, y levantaron su visión de la literatura expresada con los bríos de una declaración de independencia. Hablamos la Generación del Crack: Ignacio Padilla, Jorge Volpi, Pedro Ángel Palou, Ricardo Chávez Castañeda y el propio Eloy Urroz. Si algo unía a este variado conjunto de escritores era su encarnizada oposición al fácil folclorismo heredado del boom latinoamericano. El manifiesto Crack trataba así de abrir un nuevo espacio literario propio de la era multimedia, lo que desembocaba en una novela de mayor complejidad formal, más caótica, menos mágica, más europea.

Después vino el siglo XXI y, según parece, los jinetes enfilaron cada uno por su lado. Eloy Urroz (1966), sin embargo, no se ha separado de su senda literaria original y ofrece ahora una novela que, a través de la mezcla de voces, personajes y tiempos, pone de relieve una ambiciosa versión de la ficción: la fricción.

Mezcla de relato y arrebato, el autor mexicano desgrana una historia de pasiones y engaños que, bajo el signo de la cosmovisión de Empédocles, desarrolla una trama entre Eusebio, un académico mexicano que enseña en una universidad de Estados Unidos tras haber huido de México por un enredo de faldas con Irene, mujer cubana que en realidad resulta ser la hermanstra de su anterior mujer, Dulce. Así de simple. Incluso el lector, nada más entrar en Fricción, recibe instrucciones directas del narrador y no tarda en enterarse de que se le ha asignado un papel en la trama: el de un cornudo (por fuerza, el lector debe ser un hombre) cuya mujer, Matilde, se acuesta con un pintor aristócrata empobrecido, Arturo.

Desde una masculinidad bastante cerrada, Urroz despliega sus personajes y una larga genealogía de engaños, incestos y fricciones, basándose en la empedocleana confrontación entre Eris y Eros, discordia y amor. Ya decía Pedro Ángel Palou en el citado manifiesto que «las novelas del Crack no son textos pequeños, comestibles. Son, más bien, el churrasco de las carnes: que otros escriban los bistecs y las albóndigas». Sin escatimar ingredientes, Urroz nos presenta ahora este espeso, artificioso y a ratos interminable estofado mexicano de inspiración griega. Sólo para apetitos pantagruélicos

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Ficha técnica

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