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Álbum de instantáneas

ECONOMISTAS EXTRAVAGANTES

Francisco Cabrillo

Hoja Perenne, Madrid

170 pp.

14 €

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El poeta Hugo von Hofmannsthal decía que ninguna empresa es más atrevida que el intento de presentar a un personaje. Ésta es precisamente la misión del libro de Francisco Cabrillo Economistas extravagantes. En él, se resaltan los aspectos peculiares o anecdóticos de la vida de cincuenta y tres grandes pensadores dedicados total o parcialmente a la economía. Estos retazos de la vida de cada uno de ellos van unidos a una explicación previa de las principales teo­rías por las que destacaron.

El tema de fondo para el autor, como señala en el prólogo, es ofrecer una visión humanizada de los economistas. Efectivamente, es ine­vitable que el lector, entendido o no en las teorías económicas, se sorprenda al conocer detalles personales, pecados secretos o simplemente rasgos desconocidos del carácter del hombre que hay detrás de la obra. Pero lo que trasciende a este primer análisis es la relación entre la vida y el pensamiento de los grandes economistas. Es un tema más complejo de lo que parece.
No se trata tanto de investigar en la biografía íntima de los autores como si se tratara de un cotilleo frívolo, cuanto de plantearse si las aportaciones más sobresalientes de cada autor se reflejan en la vida de las personas, y viceversa. La respuesta, al menos en lo que a la ciencia económica se refiere, es bastante clara. Los procesos de descubrimiento en economía tienen mucho que ver con el nexo que vincula al investigador con su época, y con la influencia que ésta tiene sobre la economía de nuestros días. Las ideas y aportaciones más significativas van entretejiéndose en la carrera vital de ser humano que hay detrás de cada teoría.

Este tema fue planteado por Manuel Jesús González«¿Importan los conocimientos biográficos? Una aproximación metodológica a la Historia del Pensamiento Económico», en Horst Claus Recktenwald (ed.), Economía política: una perspectiva histórica, Madrid, Instituto Nacional de Prospectiva y Desarrollo Económico, 1977. en 1977. El punto de arranque es el carácter histórico de la ciencia. Si aceptamos –con Popper– que el criterio de demarcación es la falsabilidad teórica, habrá que descartar como científicamente válidos todos aquellos esfuerzos intelectuales del pasado falsados por los nuevos modelos y teorías. Pero si aceptamos la historicidad de la ciencia, entonces la consideración del entorno del descubrimiento, la respuesta de la comunidad científica y el contexto biográfico del científico adquieren una relevancia evidente. Esta importancia es mayor si se trata de una ciencia social como la economía, que tiene una conexión inmediata con el poder político, lo que explica los casos de personajes reconocidos como ilustres a pesar de su tendencia a verse envueltos en asuntos turbios o su obsesión por ejercer su poder a costa incluso de la eficiencia de las medidas, como los casos de John Law, Antoine de Montchrétien, François Du Noyer o Jean-Baptiste Colbert que relata Cabrillo.

Otra clave para explicar la relevancia de las biografías está ligada a la reciente profesionalización de la economía. Durante la mayor parte de la historia de la teoría económica, la formación previa del autor era un condicionante de cierta importancia. No es casual que William Stanley Jevons fuera químico, o que sir William Petty fuera médico, a la hora de interpretar los fenómenos económicos o plantearse los problemas de una u otra manera. Hoy en día, ese aspecto no es tan notorio, ya que supuestamente son los economistas quienes resuelven los problemas económicos. La diferencia en la formación se limita a estudiar en una universidad en lugar de otra. Y eso puede explicar la preferencia por unas políticas económicas o una ideología, pero no la manera de afrontar los problemas.

Hay otras anécdotas que tienen más relevancia, porque reflejan la vida académica moderna y quedan plasmados en relatos como el de George Stigler, quien publicaba pocos artículos pero todos diferentes. O el caso de Thorstein Veblen, quien tenía un enorme éxito entre sus alumnas, razón por la cual tuvo serios problemas con las autoridades académicas. Nada raro, por otra parte, dada la reconocida rebeldía de Veblen. Ambos casos, y algún otro, acercan al lector problemas que suceden todos los días en los departamentos universitarios.

No todas las anécdotas que narra Cabrillo se refieren a la vida académica. En algunos casos, no hace sino poner de manifiesto que cada cual es hijo de su época. Pero, más que una galería de retratos pintados con atención al detalle, lo que implicaría un estudio profundo de cada personaje y su entorno, la obra es un álbum de instantá­neas, que engrosa el número de libros fáciles de vender y baratos de publicar tan habituales últimamente en las editoriales españolas. Porque estamos ante una recopilación de artículos previamente escritos por el autor cuya venta queda asegurada gracias a sus lectores fieles. En este sentido, Francisco Cabrillo, tanto por su trayectoria académica como por su notoriedad política, tiene todas las de ganar. Además, el tono, la extensión y la prosa permiten regalarlo y quedar bien sin resultar pedante. Y eso no siempre es fácil. Reunir estos esbozos biográficos en forma de libro ha sido una buena idea. 

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Ficha técnica

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