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A la búsqueda de la infancia

La misteriosa llama de la reina Loana. Novela ilustrada

UMBERTO ECO

Lumen, Barcelona, 510 págs.

Trad. de Helena Lozano Miralles

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La misteriosa llama de la reina Loana parece al comienzo una mezcla de los ensayos científicos de Oliver Sacks y La conciencia de Zeno (Gredos), la novela de Italo Svevo en que un psiquiatra recomienda a su paciente que se ponga a escribir como terapia para dejar de fumar.A Oliver Sacks se le cita y se le glosa explícitamente en La misteriosa llama de la reina Loana: El hombre que confundió a su mujer con un sombrero. A La conciencia de Zeno se la homenajea implícitamente: en la novela de Eco hay un médico que también recomienda escribir al protagonista, que ha perdido la memoria de los acontecimientos de su vida, pero no la memoria de las ficciones que ha visto o leído, que recuerda con espeluznante literalidad.

El protagonista y narrador, Giambattista Bodoni, es un librero especializado en libros antiguos, casado, recién llegado a la sesentena.Y es la puesta en escena inicial lo mejor de la novela de Umberto Eco, y parece prometer una correcta historia, aunque no demasiado novedosa, porque la amnesia se ha convertido en un tópico en el cine y en la literatura contemporáneos: de Teatro de la memoria (Destino) de Pablo de Santis a Memento de Christopher Nolan. Umberto Eco plantea bien la relación del librero con su mujer, sus infidelidades, su obsesión por el trabajo, el mundo familiar del que procede, el interrogante sobre la causa de su amnesia, el repertorio de referencias que conforman su imaginario, los equívocos causados por la falta de memoria, el extremo cuidado que debe tener con las personas…

Pero todo ese comienzo se desploma rápidamente, en cuanto Giambattista Bodoni decide apartarse un tanto injustificadamente de su vida ordinaria, la que enriquecería la peripecia de la novela, para hacer un viaje a la casa de su infancia. La novela deriva hacia otros derroteros: el reencuentro con los libros y los tebeos que le convirtieron en lector. Y no sólo con los libros, también con una gran colección de objetos.Y con sus primeros recuerdos.Y con un lirismo que parecía haber sido borrado para siempre.Ya no hay conflicto exterior y todo pasa a ser conflicto interior, y, en ese momento, La misteriosa llama de la reina Loana pasa a ser como uno de esos libros sobre el franquismo pop, muy ilustrados, medio nostálgicos y medio históricos, que han inundado las librerías españolas en los últimos años. No sé si en Italia ese género «cuéntame» ha sido tan explotado, pero en España funciona, si bien la traductora, Helena Lozano, en una explicación final, señala la relación de la nueva novela de Umberto Eco con La crónica sentimental de España (Nuevas ediciones de bolsillo), de Manuel Vázquez Montalbán, que tiene cierta tensión política y social respecto al pasado.

Pero La misteriosa llama de la reina Loana está más en la senda nostálgicohistórica. Sí, Umberto Eco es suficientemente listo y sabe construir un entramado narrativo eficiente: intertextualización, desmontaje de los límites de ficción y de realidad, metarreconstrucción de los recuerdos, mcguffin reiterado… Pero la larga y farragosa acumulación de materiales que realiza antes de llegar a la dirección elegida resulta cargante: listas de libros, listas de tebeos, listas de cajas de lata, listas de cromos, listas de discos…Ya no es la erudición de las bibliotecas de El nombre de la rosa (Nuevas ediciones de bolsillo), ni la erudición de las ciencias ocultas de El péndulo de Foucault (Nuevas ediciones de bolsillo), sino la erudición del rastro, una erudición regional, restringida. Así fue la cultura popular en la Italia del último fascismo y de la posguerra mundial y en esto nos ha convertido, parece decir Umberto Eco.

Fascismo, sí, y posguerra mundial. Y no, no hay fallos en la cronología, porque la novela transcurre hace trece años, en 1992: el narrador nació en los años treinta y fue niño en el fascismo y adolescente en la posguerra mundial.Y no, todavía en 1992 no se había popularizado el uso de Internet: Umberto Eco sabe cómo guardarse las espaldas.

En La isla del día de antes (Nuevas ediciones de bolsillo), Umberto Eco describía la historia de un hombre enfrentado a sí mismo, solo en un espacio cerrado, una misteriosa embarcación: el náufrago Roberto de la Grive. Giambattista Bodoni tiene que volver a construir su historia, y encontrará con esas pistas materiales, los objetos arrumbados en el desván, que lo que verdaderamente le atormenta es una historia de amor que quedó truncada muchísimos años atrás. La misteriosa llama de la reina Loana es como una regresión hipnótica en una sesión psicoanalítica: un viaje en el tiempo que sirve para recomponer una memoria borrada. Es como si Umberto Eco afirmara: recordar no es una función humana, son los objetos los que recuerdan por nosotros.Y si la novela fuera una extensión intelectual de este pensamiento no sería fascinante pero, sí, quizá, podría tener elementos perturbadores, como los cuadros de islas de juguetes de Alberto Savinio. Umberto Eco, sin embargo, se inclina por la nostalgia pop, por la ilustración de colorín, y la novela pierde completamente el interés: la erudición de buhardilla no le da para mucho, y el vínculo emocional que pueda sentir el lector italiano apenas lo percibe un lector español.

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Ficha técnica

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